Ni de extrema derecha ni de Putin: 400.000 personas han abarrotado las calles de Madrid para gritar «basta ya» al Gobierno de Sánchez que les da la espalda y pedir ayuda urgente

La multitudinaria marcha convocada por las Cooperativas Agroalimentarias, las organizaciones agrarias Asaja, COAG y Upa, la Federación de regantes Fenacore, la Real Federación Española de Caza, la Oficina Nacional de la Caza, Alianza Rural y la Unión de Criadores del Toro de Lidia ha servido para que el campo(400.000 personas) alce la voz y reivindique la importancia de un sector clave para nuestra economía que hoy se encuentra en una situación límite por la escalada de precios que el Gobierno sigue sin atajar, parapetado ahora en que se debe a la guerra de Vladimir Putin.
Excusas que no valen al sector del campo que lleva meses sufriendo un encarecimiento de los costes de producción agravados por la subida de los precios de la energía. Por ello no han dudado a la hora de arrancar sus tractores, coger sus rehalas de perros de caza o sus caballos y plantarse en Madrid para pedir un «futuro para el campo».
No eran ‘agentes secretos’ de Putin, como anda diciendo alguna ministra socialista, ni ultras enfervorizados, como intentan difundir al alimón los propagandistas de La Moncloa y los apesebrados y sumisos periodistas, a los que el Ejecutivo ha colocado en las tertulias de radio y televisión.
Son españoles humildes, sensatos, laboriosos y tenaces, a los que la ineptitud, el sectarismo y el fanatismo de PSOE y Podemos ha condenado a la ruina.
Con el lema ‘Juntos por el campo’, la marcha transcurrió desde la sede del Ministerio de Agricultura (glorieta de Atocha) hasta la del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (Nuevos Ministerios).
Como subraya el propio diario ‘ABC’, los esfuerzos de la izquierda por ‘no perder la calle’ y que no prolifere un estallido social contra el Gobierno empiezan a ser insuficientes.
La izquierda siempre patrimonializó a su gusto las protestas y manifestaciones, y las utilizaba como instrumento de presión constante contra los gobiernos del PP.
En 2012, los sindicatos organizaron a Rajoy dos huelgas generales en pocos meses, sin darle siquiera margen para cumplir cien días en La Moncloa desde que convocaron la primera.
Después, todo fue una cascada sin fin de protestas contra los recortes y el ‘austericidio’. Incluso la conflictividad social llegó al punto de soportar aquel famoso ‘Rodea el Congreso’, convocado por un incipiente Podemos, cuyo objetivo era desestabilizar las instituciones y acosar a la derecha.
Sin embargo, la indignación contra la pasividad del Gobierno no es ideológica. Su temor a que las calles ya no sean movilizadas solo por la propia izquierda es notorio.