El Fantasma de don Agustín comenta la lucha por la foto y el sitio de los que asistieron a la Convención de Valencia cuando todo indica que ha sido mucho arroz para tan poco pollo
Me dicen, me cuentan, que en eso de la Convención ha ocurrido algo parecido al baile de la silla. Nadie quería quedarse sin un sitio. Nadie quería quedarse fuera de juego. En los “curriculums políticos” de cada cual, debería figurar el número de lugares a los que se ha asistido, de todos aquellos en los que se ha venido desarrollando esta reunión itinerante.
Hay quien presume de haber estado en todos y queda a la espera de alguna medalla o de, al menos, un lugar en alguna lista.
Me dicen, me cuentan, que se han hecho apuestas sobre quien era capaz de hacerse más fotos con los dirigentes para luego publicarlas en las redes sociales y hacer públicos “sus poderes”.
También he sabido que ha habido quienes no han discriminado y han optado por el mayor número de ellas, mientras que otros han elegido con quién hacérselas. Para demostrar, así, a quién mostraba su apoyo.
¡Todo por no quedarse descolgados!
Ha habido peleas por los mejores sitios, por aquellos asientos situados junto al pasillo por el que están obligados a pasar los líderes y, poder así, tener más posibilidades de saludarles. Desconozco si, para llevar a cabo el saludo, habrán optado por mantener, o no, la mascarilla. Ya se sabe que es mejor que se les vea la cara por aquello de que no haya después ninguna duda.
No me ha llegado información, todavía, de si, por aquello de las carreras que han tenido que dar para que no se les escapase nadie, se ha terminado por producir algún lamentable accidente. En eso, los más jóvenes y ágiles tienen ventaja y hay que estar “muy al loro” para que no se adelanten.
Puede ser que haya incluso quienes hayan optado por utilizar calzado deportivo para poder aguantar mejor el maratón y tener más facilidad para realizar las maniobras de aproximación.
Andan todos como enardecidos pensando en recobrar el poder perdido. Más les valía no vender la piel antes de cazar el oso. Porque me da, que el oso tiene todavía mucho peligro.
En la convención, la única que podía alardear de cazas era Ayuso. Se hizo esperar como las novias y luego no defraudó a los suyos. Dijo que dejaba el campo libre a Casado. ¿Acaso había pensado antes en disputarle el partido?
Los medidores de aplausos andan como locos. No saben si tienen que valorar tener la intensidad, la duración o, tal vez, la extensión. Luego, tras examinar los resultados, se pondrán a cocinar los datos, siguiendo la senda de Tezanos.
Me da que esto de la convención al final ha sido, como solían decir en mi pueblo, mucho arroz para tan poco pollo.
Y al final, el único titular que sobrevivirá a todo este largo cónclave popular es la declaración de Ayuso. Y eso que, por aquello del regreso apresurado desde Norteamérica, debía de estar algo aturdida por el “jet lag”.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”