La diputada Yolanda Estrada (como una vecina más de Pozuelo) hace un canto a la esperanza tras salir a recorrer las calles de la villa llenas de gente y, emocionada, gritar “VENCEREMOS”

Cómo poder expresar lo que sentí el sábado. Cómo poder transmitiros lo que sentí. Cómo gritar sin complejo alguno y a la vez agradecer la esperanza. Cómo poder escribir sin emoción. ¿Cómo? Y aún así, lo intentaré.
Como siempre, El Correo de Pozuelo se brindó a ofrecerme un espacio para expresarme. Y esa actitud de libertad siempre se agradece. Sobre todo cuando una no va a escribir sobre política actual ni va a criticar a nadie ni firma en representación de nada ni nadie. Mil veces gracias, Anacleto.
Era muy sencillo. Necesitaba un espacio como mujer, madre, hermana, amiga, familia. Vecina de Pozuelo. Una más. Yolanda Estrada. Como vosotros. Sin más.
Y por eso estoy aquí, una vez más. Pulsando las letras del teclado removiendo mis sentimientos y satisfecha y dolida a partes iguales.
Antes de continuar, quiero agradecer a todas aquellas personas que con su trabajo han contribuido a dar una respuesta a esta pandemia. En todos los sectores. Desde el primero hasta el último. Gracias a todos y cada uno de vosotros. Nunca lo olvidaremos.
Y mi marcha empezó a las 20:05 del sábado. Como la de muchos de vosotros.
Una hora. Paseando, corriendo o en bici por los alrededores de mi calle. Comprobando cómo la esperanza brillaba en cada rostro. A cada paso. Con cada gesto. Cada saludo.
Ansias de respirar, de vivir, de salir, de volver.
Si, amigos, de volver a ser lo que fuimos.
Jamás en la Avenida Comunidad de Madrid había visto tantas personas. Y lo mismo me sucedió en la Avenida de Europa. Nunca.
Otro dato importante. Jamás había visto en la calle tantas personas con mascarillas. Y ahí mi emoción se acentuó más. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Algo está pasando. Y aquí estamos. Personas de orden y solidarias que arrimamos el hombro y cumplimos. Por la vida.
Y decidí escribir un pensamiento durante mi ejercicio moderado.
Hace días leí que el Ayuntamiento iba a abrir el Parque de las Cárcavas para que los vecinos que viven en ese perímetro permitido, puedan disfrutar de él. Y, sin duda, es una gran noticia. Un espacio verde tan necesario e importante de nuestro municipio a disposición de la libertad. ¡Bravo!
Y en este punto. Y entre conceptos como vida y libertad. También quiero trasladar mi apoyo a esa iniciativa de Pozuelo Prestigio en torno al Parque de las Cárcavas.
¿Por qué no cambiarle el nombre al Parque de la Vida?
Colocando allí una escultura honrando a aquellos vecinos de Pozuelo que han fallecido por esta maldita pandemia. En su honor. En su recuerdo. Para todos ellos. Para todos nosotros. Por Pozuelo.
Porque el espíritu de Pozuelo, de los vecinos de Pozuelo, está en cada calle, en cada parque. En cada rincón. Esa Avenida de Europa con los bares y restaurantes cerrados. Locales de negocio. Y, sin embargo, tanta esperanza. Tantos deportistas, paseantes. Tantas mascarillas.
Una ciudad habla incluso cuando quieren enmudecerla. Y esos locales cerrados susurran un SOS para aquellos autónomos y comerciantes que hoy lloran porque no sabe qué sucederá con ellos. Y bajo la mirada. Y me emociono. Y estoy convencida que los pozueleros saldremos en su apoyo. Estaremos con ellos. Y la Avenida de Europa, volverá a latir.
Y continuo con mi marcha. Ya no tan rápido. Me canso. La falta de costumbre.
Y pienso. No puedo pisar otras zonas de nuestra ciudad. El Pueblo, la Estación, Prado de Somosaguas, Húmera, San José. Tantos y tantos “pozuelos” que me gustan. Y no puedo pisar, aún. Y duele. ¡Vaya si duele!
Y pienso en ellos y sé que la esperanza se ha colado en cada calle, en cada rincón. Sé que el dolor de quienes están sufriendo por motivos personales, de salud o económicos. También ha salido a la calle. Sé que respirar se ha convertido en lo importante. Y en Pozuelo se respira. Se respira.
Y respiro.
El sábado pisé Pozuelo después de 50 días. Y 50 minutos fuera de mi confinamiento, disfrutando y emocionándome a cada paso. Música y vida. Tantas vidas me crucé, que disfruté y lamenté a partes iguales. Y todas ellas disfrutando de algo común. La libertad.
Si, esa libertad que hoy anhelamos tanto.
Libertad. ¿Cómo una palabra tan sencilla puede guardar tantos significados vitales para cada uno de nosotros, verdad?
Con el corazón en esa esperanza reflejada en cada uno de los pozueleros con quienes me crucé, os digo, VENCEREMOS. Con el corazón en aquellos amigos, vecinos. Pozueleros que no puedo ver, ni cruzarme. Lo repito. VENCEREMOS. Y también con el corazón y la emoción puesta en los que más lo necesitan, lo van a necesitar y más han llorado y sufrido. VENCEREMOS.
Gracias.
Yolanda Estrada
Una vecina más.