La proximidad en el error entre Pablo Gil y Pablo Iglesias no siempre es sinónimo de cordura: Ambos antepusieron su capricho al sentido común y al respeto a los ciudadanos
Los especiales días que nos tocan vivir a todos los expañoles fruto del Covid19 y del inepto grupo de gobernantes que nos ha caído encima, parece no tener fin, ni con el Estado de Alarma implementado desde el pasado sábado.
Y así, para muestra un podemita, el vicepresidente virrey de Galapagar Pablo Iglesias se salta la cuarentena (¡qué ejemplo para la ciudadanía!) y se hace presente, con gran acongoje, de todos los ministros presentes en el gabinete de crisis y con la señora de CumFraude, ya afectada por el virus, tras la jornada de folclore que ya había tumbado a la ministra virreina.
En nuestra ciudad otrora alegre, hoy solitaria, más allá del bando de nuestra alcaldesa, no conocemos acción alguna de la Corporación que garantice salud y seguridad a todos los vecinos más desfavorecidos, bien por la edad, bien por la economía, bien por su propensión al riesgo del virus.
Y como lo que bien se aprende, nunca se olvida, nuestro candidato de futuro al trono de la Casa Rosada, el sonriente Pablo Gil, recordando el viaje caribeño de su “jefa” cuando la explosión del dizque restaurante chino de la Calle Benigno Granizo (y que, en premio a su ausencia, volvió a ser candidata local), aprovecha la crisis del CoronaVirus, y se va, no al Caribe, por no copiar, pero si a la nieve, que también mola, con la esperanza de que se repita candidatura, en su persona, a la alcaldía pozueleña.
Es curioso, tanto por la derecha, como por la izquierda ninguno está dispuesto a dejarse vencer por las circunstancias ajenas a sus intereses personales. Faltaría más.
En este caso dos Pablos, anteponen el raciocinio, el sentido común y el respeto a los ciudadanos, y ante una misma situación, el uno se evade (el dolce far niente, no olvidemos que la gestión de la Policía Local desgasta mucho) y el otro deja a mujer e hijos, sorprende que no lleve a ninguno tras lo visto en la mani de la pandemia, y se va con su cuarentena a contagiar al resto del gabinete. Imagino que para mejor velar por los intereses ciudadanos.
Si Pablo, virrey de Galapagar, hubiese sido más humilde (cualidad que se le desconoce) habría llamado a Unay, nuestro joven concejal de Somos Pozuelo (hablo por su proximidad programática y a su asociación): La Casa del Barrio (al igual que los Vecinos de Tono Rueda), y se hubiese enterado que hay personas, más allá de la ideología, o a pesar de ella, que están dispuestas a ser solidarias (que se lo hagan ver, también, los del gobierno local del PP+Vox, para eso sí les pagan y muy bien) y echar una mano con las personas que por mor de estar en riesgo ante esta pandemia, son capaces de ofrecerse, estar próximos y ayudar…, solo por el hecho de ser vecinos de Pozuelo, ámbito en el que se mueven, de manera altruista y solidaria.
En vez de eso, prefirió saltarse la cuarentena -haciendo el ridículo – y mostrar al ciudadano el recuerdo de aquella frase que creíamos ya superada: ¡Vd no sabe con quién está hablando! Amén de su menosprecio a la norma establecida por “su gobierno” y exigida al resto de los mortales.
Nos quedan, aún, muchos días de reclusión y desesperanza, hasta que el sol vuelva a emerger por las ventanas; muchos días de desconfianza en el otrora vecino y amigo; muchos días para recordar que hemos llegado a esta situación, en parte como consecuencia de los que tendrían que anticiparse y velar por sus ciudadanos.
Tiempo habrá para recordárselo y hacérselo pagar, a las urnas me refiero, mientras aprendamos de lo bueno y agradezcamos a todas las personas que de forma desinteresada y próxima se ofrecen a ayudar a los que más riesgo les puede traer esta cruel pandemia.
La Casa del Barrio y Vecinos Por Pozuelo cercanos nuestros, con su hacer, nos muestran que no todo está perdido. Si cada uno de nosotros, en nuestro ámbito cercano, extendemos la mano, nadie se sentirá solo y será más llevadero el Estado de Alarma. Aún hay tiempo para la esperanza y para la solidaridad.
¡Qué cunda el ejemplo!
A. Alejandre