Crónica de un encuentro casual con ELLA en el centro de la villa y la decepción que me produjo ver la pérdida de su estilizada figura. Luego todo me recordó el viejo tema de Leonardo Favio
Andaba yo, como en los viejos tiempos, paseando por el centro de la villa con un par de amigos cuando, a la altura de la calle San Lucas, nos encontramos de frente con ELLA. Era ELLA y venía acompañada del Murcian Power, que diría Vicky, y de Almu, esa mujer. Sin calificativo. Como aquella película sobre Franco, ahora que Sánchez lo ha puesto de moda y que terminará siendo un film de culto…
La situación era muy divertida porque no teníamos escapatoria… A mí, al menos, me pareció divertida… Todos sabíamos de la tensión del momento y a mí me dio por sonreír…
Y nos cruzamos.
Y ELLA dijo algo que yo no entendí bien porque lo hizo entre dientes y mirando al tendido…
Uno de mis amigos dijo que había entendido algo así como “y encima se ríe”… No sé. Es igual. El caso fue que aunque la situación duró unos segundos, para mí fue una eternidad…
Una vez superada la situación, no tuve más remedio que volverme a mirar. ELLA estaba ya como a 15 metros… Y me di cuenta, en ese momento, que nunca debí hacerlo. Mi espíritu sufrió tal decepción que tuve la sensación de ser la mujer de Lot y que me estaba convirtiendo en estatua de sal.
Nunca debí volverme a mirar, de verdad. Mi gozo en un pozo. Algo había cambiado. ELLA ya no era ELLA. Había perdido su estilizada figura… Y lo que es peor, había vuelto a andar vulgarmente…Andaba como andan los albañiles, dicho sea con perdón…
¿Qué había pasado durante el verano para que su fina estampa, caballero, se hubiese disipado de manera tan inmisericorde?
¿Qué había pasado para que ya no anduviese como andan los toreros cuando van hacia la cara del toro?
No lo sé… Tampoco soy quien para buscar explicaciones… Cada uno es libre de hacer con su cuerpo y su estilo de vida lo que crea conveniente… Yo solo quiero reflejar aquí mi decepción.
Hasta hace unos meses, ELLA era puro glamur y eso hacía que los pozueleros nos sintiésemos orgullosos… Aparte de ser una gran política, ELLA era pura estética… Orgullo pozuelero sobre tacones de raso… Pero ya no…
Cómo sería mi decepción que, cuando nos sentamos en un velador de Suri, no supe qué pedir… Al final pedí un té con limón… Tenía que ahogar mi pena…
Y en esas estaba, cuando el destino me la trajo de nuevo a una mesa adjunta… Adjunta como la parcela de la Calle Grecia 2 a la Parroquia de Caná. Era como si la vida quisiese jugarme una mala pasada…
En ese momento quise levantarme y hablarle pero no tuve fuerzas… Estoy seguro de que me diría que no… De hecho se levantó para saludar efusivamente a Gerardo Sampedro al que despreció siempre…
Era demasiado para mí… Y, aunque mis compañeros de mesa trataron de animarme, a mi mente vino aquel viejo tema de Leonardo Favio…
(Cambien, por favor, lo de cada piba que pase por cada concejala que pase. Es que he perdido el teléfono de Leonardo y no puede hacerme una nueva versión)
El Capitán Possuelo