Palabras de cariño en la marcha de Pablo G. Perpinyà entre enmiendas, coherencia y respeto porque siempre estuvo en el camino que nos llevaría a un Pozuelo de Alarcón mejor. Cuídate
Finalmente, Montesquieu sigue vivo y lo ha resucitado, en un arranque propio del ejercicio de su trayectoria profesional, el juez Marchena, con su renuncia, para gloria de la libertad y alivio de los que creemos en las leyes iguales para todos, aunque en ocasiones podamos comprobar que más que iguales, son parecidas…
Y fue esa coherencia hacia su trabajo de toda la vida y el respeto hacia la ley y los ciudadanos que convivimos con las mismas el que le llevó a decir que no a la mayor gloria de su carrera profesional, para salvaguardarse como persona y, por supuesto, como juez, para mayor gloria del estado de derecho.
A todos nos gustaría que idéntica situación aconteciese en nuestra villa, mejor dicho, en nuestra casa de la villa, pero podría ocurrir que hubiese que echar el cierre hasta la nueva apertura que traerían los comicios de mayo.
Revolotea en el ambiente la máxima preocupación por la ausencia de candidatos cerrados en las huestes de la derecha… ahora llamadas de centro y, en el extremo opuesto, no sabiendo quién encabezará la misma, si sabemos – con tiempo lo anunciamos- quién dejará la plaza para procurar espacios nuevos y más lustrosos que permitan otro tipo de compostura política, tras la experiencia municipal y allá que se nos va el camarada Pablo Perpinyà, tras los pasos de la Comunidad.
Deja tras de sí muchas enmiendas abiertas y mucha tierra, aún, por labrar, pero al menos ha procurado ser coherente estando próximo a los problemas de los más necesitados y demandando inversiones para frenar desigualdad y paro, al tiempo que defendía sostenibilidad y vivienda pública.
Ha podido comprobar lo mal que se vive en minoría y lo difícil que resulta hacerse oír en la transversal Pozuelo, donde todos los altavoces se orientan hacia la tropa pepera y la buena fe no sirve para compensar las ineptitudes de los que gobiernan a pesar de la coherencia mostrada por su grupo en las demandas a favor de los más necesitados.
El paso al frente que da, justo es decirlo, lo mejorará en el partido y económicamente pero, no dudando de su aportación en las nuevas funciones que alcanzará, como diputado regional, lo introducirá de facto, como un miembro más de la casta, la denostada casta que tanto critico el conde de Galapagar y de la que hoy forman parte tantos de los suyos, una vez que han podido pisar moqueta y coche oficial, circunstancia que, habitualmente, invitan a uno a seguir creciendo y, como no, asintiendo en lo que nos pida el partido.
Instalado ya en la rueda política, Pablo, no te será fácil bajarte del carro que gira y gira sin detenerse y que suele convertir a los miembros de los partidos en peones de la dirección, en vez de escuderos de los ciudadanos.
No es tanto lo conseguido, como mucho lo intentado, pero la gente de Coca Piñera, los afectados por la depuradora contaminante, los que queremos una ciudad más amable y saludable, no excluyente del coche, viviendas dignas y alcanzables, un lugar de trabajo en tu ciudad…, siempre encontramos en tu persona oído y voz; seguramente, más, mucho más del peso que los tres concejales suponen sobre el rodillo azul. Son tu haber de concejal. En el debe, uno, imperdonable, extensible al resto de la corporación… el comportamiento, por ausencia, en el asesinato de Diana Quer.
En tu nuevo camino en el que te deseo toda clase de ventura, tendrás que poner a prueba en tantas de las ocasiones tu lealtad…, con el partido, con la persona que lo lleve adelante, incluso, al tiempo, en contra de tu parecer y pensamiento y, aunque siempre estarás a tiempo de retornar al anonimato de la vida ciudadana, irás viendo que no es fácil dejar atrás la púrpura del mando y las contraprestaciones que conlleva, es por eso que a modo de hasta luego te recuerdo lo que sobre la misma nos recordó Woodrow T. Wilson: “la lealtad no significa nada si no lleva una sincera disposición al sacrificio”.
Dicen que en política, la lealtad, se sobrelleva razonablemente, en cualquier caso el tiempo te dirá si el sacrificio mereció la pena.
A. Nogueiro