Carlos Ulecia fue al barrio de la Estación a por lana y salió trasquilado: Un vecino le puso las orejas más coloradas que una pañoleta de San Fermín. Un artículo de Goyito el de la Poza

Yo cada día me ‘desorino’ más con nuestro ediles…
Pues resulta que, con lo de la explosión del chino de la estación y el corte de la calle Benigno Granizo los comerciantes protestan porque están perdiendo negocio. Que me parece bien que protesten, que para eso pagan.
Pues va el concejal de cascos urbanos, de pocos cascos, diría yo, y hace una reunión con los comerciantes para sobarles un poquito el lomo y que dejen de protestar.
No sé si les ha ofrecido alguna ayuda económica de nuestro rico superávit o algo así, pero aprovechando la coyuntura resulta que los comerciantes se empezaron a quejar de las ratas, del estado del barrio y de no sé cuántas cosas.
Nuestro amigo Ulecia, originario del barrio aunque ahora viva en otro pueblo, y que no quería enemistarse con nadie llamándoles quejicas, pasó a contarles la parábola del vecino quejica, criticando a un vecino del pueblo que se queja continuamente porque le han puesto unos contenedores soterrados delante de su casa.
Claro, es un vecino quejica, porque ha presentado no sé cuantos escritos quejándose de lo mismo, y es que a alguien le tienen que tocar los contenedores delante de su casa y no hay que ser insolidario y estar dando la brasa todo el tiempo…
Pero mire qué mala suerte, que el vecino quejica, cual hijo pródigo, estaba en la reunión, porque además de vecino quejica debe ser comerciante de la estación, y le dejó explayarse para luego pedir la palabra.
Y resulta que el vecino quejica se queja con razón.
Desde que hicieron las obras del barrio de Las Flores tiene delante de su casa unos contenedores enterrados que no le dejan vivir. Y no es porque le hayan tocado a él, que comprende que a alguien le tiene que tocar, sino porque llevan todo el verano despertando a sus hijos a las 4 y a las 6 de la mañana.
Porque la imprevisión del Ayuntamiento ha hecho que la empresa de recogida de basuras no tenga camión adecuado para recoger esos contenedores y van con un camión con grúa que los levanta con un gran estruendo despertando a todo el vecindario, y no lo hace a las 11 de la mañana, no, lo hacen a las 4 o a las 6. La mejor hora.
Y resulta que el vecino quejica, que ha presentado 6 u 8 escritos no ha recibido ni una sola respuesta por parte del Concejal Ulecia, que es el concejal de las basuras.
A Ulecia, con esa reprimenda del vecino quejica se le cayó el mundo encima, se puso de todos los colores, las orejas como dos pañoletas de san Fermín…
Menos mal que estaba una funcionaria del Ayuntamiento que les sacó las castañas del fuego y calmó un poco al vecino quejica diciéndole que le van a hacer caso. Pero si no le hacen caso por escrito imagínate tú de palabra. La palabra de Ulecia.
Y encima resulta que el problema de las ratas en Benigno Granizo también es culpa de Ulecia, porque han echado raticida, pero no han limpiado los solares de la zona y ahí es donde se esconden.
Para rematar el asunto, al salir de la reunión el concejal Ulecia le reprochó al vecino quejica su actuación, diciéndole que estaba muy mal lo que había hecho. Hay que ver, con lo bueno que es el concejal Ulecia, tratarle así.
No sé si tendrá cilicio o no, pero estoy seguro que no va a entrar al cielo por mucho que se fustigue, la soberbia es mala compañera del santo varón.
Y por cierto, no sé si es el que está mosqueado con las peñas por la procesión del jamón, creo que era algo inocente que no hacía mal a nadie. A mí me gustó. Y el jamón más.
Goyito el de la Poza