Carta abierta de un antiguo alumno del Colegio Público Las Acacias en apoyo de su AMPA. Y en su defensa del interés general. Un artículo de Pablo G. Perpinyà, portavoz de Somos Pozuelo

Fue una casualidad porque mis padres siempre me recuerdan que primero pidieron plaza en el Pinar Prados, pero el destino quiso que acabara estudiando en el Colegio Público Las Acacias y la verdad es siempre lo he vivido como una feliz casualidad. En aquél entonces el colegio no se parecía mucho a lo que es ahora pero sí lo recuerdo como un centro en el que se prestaba atención a cuestiones muy interesantes que iban más allá de lo estrictamente académico como el huerto, el periódico, el coro o la integración de personas con capacidades diversas. La verdad es que tengo un muy buen recuerdo del “cole” y sé por mis hermanas pequeñas que en los años siguientes, cuando yo ya estaba en el instituto, se hicieron grandes mejoras que poco a poco fueron definiendo al centro que es hoy.
El patio en el que jugábamos tenía un par de pistas de fútbol de cemento en las que nos dejábamos las rodillas en cada recreo y que eran el verdadero centro neurálgico de aquél lugar. Junto a ellos, los porches abarrotados de columnas, con sus enormes escaleras en las que se sentaban mayoritariamente las madres (y también algún padre) a esperar la salida de los chavales de las clases de kárate, cerámica, danza o fútbol, completaban la escena de un colegio sencillo y familiar que limitaba por un extremo con la Calle Cuarzo, que no tenía apenas tráfico, y en el otro con un enorme descampado en el que crecían matorrales de forma desordenada y en el que por las tardes montábamos en bici, tirábamos petardos y hacíamos cabañas. Era un entorno amable y saludable.
Hace algunos meses tuve conocimiento de que el PP iba a promover un aparcamiento precisamente en ese descampado. 160 plazas de puro asfalto a escasos metros del arenero de los niños de infantil. Una noticia que, como es lógico, ha alarmado a muchas familias. Cuando se aprobó el proyecto en la Comisión de Urbanismo planteamos los problemas que este proyecto podía ocasionar y cuestionamos que fuera una solución pensada para el colegio. A nuestro entender el parking no solucionará las aglomeraciones que se producen a la entrada y salida de los alumnos porque la mayoría de las veces se trata de paradas rápidas en la puerta del colegio, no de estacionamientos. Lo que sí resolverá, con el dinero de los impuestos de los vecinos, es el aparcamiento para las empresas de la Calle Emisora, a escasos 200 metros del lugar, y aquí es donde nuestro desencuentro con el Gobierno se amplía. No me parece ético que utilicen a un colegio como pretexto para regalarle un aparcamiento público a una serie de empresas, y más si ello puede suponer un perjuicio para la salud y el entorno del centro. El interés de los niños debe prevalecer sobre cualquier cosa.
Sé que recientemente el AMPA de Las Acacias se ha posicionado en contra del parking y que están haciendo un gran esfuerzo por defender el interés general ante una decisión inexplicable del Gobierno. Las mil firmas recogidas deberían ser suficientes para que el PP reconsiderara el proyecto y entendiera que no puede seguir transformando nuestro pueblo sin buscar la participación y el acuerdo con los vecinos directamente implicados. De esas sinergias entre los poderes públicos y los ciudadanos a menudo nacen las mejores ideas y por eso pedimos la paralización de la obra y el inicio de un diálogo activo entre los diferentes sectores afectados.
Ojalá Las Acacias no deje de ser uno de esos centros que hacen de Pozuelo una ciudad de referencia en materia educativa, tanto por lo estrictamente académico como por los factores que favorecen la convivencia, la sostenibilidad ambiental y la armonía entre los centros y el entorno en el que se asientan. Definitivamente 160 coches no son una buena idea para lindar con el patio de un colegio.
Pablo G. Perpinyà, portavoz de Somos Pozuelo