Al Ayto. de Pozuelo no le da vergüenza: El Ayto. de Madrid retira una isla de fangos contaminados, que se acumula desde hace una década en el arroyo Antequina

El Ayuntamiento de Madrid está procediendo a retirar los lodos que se han acumulado desde hace más de una década en el arroyo de Antequina. «Hemos elegido estos días por varias razones. La primera ha sido conseguir que, gracias a las altas temperaturas, la masa de fangos solidifique con rapidez, evaporándose el agua, limitando al máximo las filtraciones y reduciendo su volumen, lo que, de paso, supone abaratar el costo de transporte a depuradora», según Francisco Rodríguez Pachón, director conservador de la Casa de Campo madrileña..
Otras razones han sido causar las menores molestias a los usuarios de este espacio verde y última, la conservación de la fauna. «Hemos esperado estas semanas, pues las posibles puestas y pollos ya han salido y abandonado el nido y no se les produce ningún perjuicio», añade Rodríguez.
La actuación del Ayuntamiento de Madrid corresponde a una petición efectuada por Ecologistas en Acción y la Plataforma de la Casa de Campo. «Desde la Plataforma hemos pedido hace tiempo que se efectuase el dragado de esta zona, ya que estaba colmatada y con una escasa lámina de agua, debido a la acumulación de tierras y lodos», recapitula Juan García, portavoz de Ecologistas y de la propia Plataforma de la Casa de Campo.
El Antequina es un arroyo estacional, como el resto de los que atraviesan la Casa de Campo. Sin manantial ni venero montañoso alguno que lo haga nacer, su flujo de agua tiene origen en las lluvias estacionales que caen en sus cabeceras, situadas en el término de Pozuelo de Alarcón.
«El agua que entra a la Casa de Campo desde Pozuelo arrastra restos orgánicos de forma visible y olorosa, que proceden de las numerosas urbanizaciones y tejido urbano desarrollado en este municipio y que se ha vertido sin depurar», denuncia García. Estas aguas han sido denunciadas en repetidas ocasiones por su alto grado de contaminación, en el que se incluían restos tan peligrosos como plomo y cadmio, según el Ayuntamiento de la capital.
Estos días se trabaja a destajo para eliminar restos tan indeseables. «Las obras pueden prolongarse un par de semanas, pues el volumen de fangos es muy grande». Así es, en el lugar que debía estar un bucólico riachuelo, se extiende una amenazante isla negra con una superficie de 700 metros cuadrados y un espesor medio de algo más de un metro, con algunas áreas que sobresalen del nivel del agua 1.80 metros.
Semejante barbaridad ha sido la acumulación de más de una década de aguas vertidas sin el menor control y que, aparte de este lodazal desmesurado, han producido más problemas. «Con las aguas y lodos también han viajado tierras, que entraban en la Casa de Campo a través de las rejas de Sabatini. Al ser unos orificios de no gran tamaño, las arenas se han ido acumulando contra el muro».
De esta manera, la tapia de la Casa de Campo, declarada monumento histórico, y que se construyó como muro de cerramiento, se ha convertido en un dique de contención, que en caso de una avenida por fuertes lluvias podría derrumbarse. «La presión y el desgaste han sido tan grandes que muchos ladrillos de la base muestran zonas que han desaparecido. Hay que realizar una restauración a fondo de todas ellas», señala Rodríguez.