Crónica del Pleno de Julio que se convirtió en un esperpento a causa de la situación político-personal de la alcaldesa Quislant que le ha provocado una inseguridad enfermiza

El Pleno del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón de hoy ha sido muy interesante si se analiza desde el punto de vista estrictamente político-personal de la alcaldesa Quislant. A mi entender, ha sido un compendio claro y meridiano de lo que es la política de esta mujer en Pozuelo. Inseguridad y contradicción. La política en Pozuelo no existe. Susana Pérez Quislant la ha convertido en un esperpento a causa de sus propias desconfianzas. Y esperpéntico ha sido el Pleno.
Y es que un Pleno sin mociones de impulso político del Gobierno es un esperpento político. Algo innecesario. Y Quislant lo sabía. Y eso la tenía endemoniada ejerciendo su autoridad a tres centímetros de lo dictatorial. A veces pienso que la ineptitud política de la señora Quislant la está llevando, como autodefensa, a pisar la raya del área de lo antidemocrático. Sin querer, posiblemente. Pero como consecuencia de su incompetencia política, de sus caprichos y de su desidia. Y eso es malo. Para ella, para el PP y para Pozuelo. Y creo que debería hacérselo mirar.
Su papel como moderadora ¿o era represora? en el Pleno de hoy indicaba que algo la está consumiendo por dentro. Posiblemente, su situación político-personal dentro del PP con el agravante de ese Pepito Grillo que la consume por dentro desde la decisión altanera de no presentar mociones al Pleno. Esos arrebatos, en política, se pagan. Y más cuando no hay razones para ello. Quislant sabe que esa medida era un desatino pero la tomó y ahora no le gusta que se lo recuerden.
Su actividad presidencial en el Pleno ha estado imbuida de la contradicción. Quería aparentar una cosa y hacía la otra. Quería ser amable pero le salía un cabreo del 8. Insisto, un esperpento político.
Pero vayamos por partes como decía Jack el Destripador…
El Pleno no ha llegado, siquiera, a las dos horas de duración pese a que ha habido un buen número de interrupciones. Bastantes interrupciones. La alcaldesa-presidenta ha estado firme en sus funciones y, caramba, no le ha dejado pasar ni una a la Oposición. Por favor, termine. Le llamo al orden. Le quito la palabra. Plimmmmmm. Se la quité. Plimmmm. Se la he quitado. Siga machacando a la Oposición, señor Oria. Qué pesadez de oposición. Cuando se darán cuenta de que yo tengo mayoría absoluta y hago lo que quiero… Todo un catalogo de órdenes innecesarias que solo mostraban la inquietud de la alcaldesa. Qué show más diver…
Y es que, desde el minuto 1, se vio que el horno del Pleno no estaba para bollos. Desde ese instante, la señora Quislant pasó como alma que lleva el diablo por una serie de asuntos y daciones que el Pleno se dio por enterado de ellas. Es alucinante el desprecio que se tiene a los contribuyentes. Al final va a ser verdad que las prisas solo son buenas para los ladrones, los malos toreros y los políticos mediocres. Todo por la transparencia pozuelera pero sin la transparencia.
Y si eso pasaba en el minuto 1, en el minuto 2, ya sabíamos con absoluta certeza que la alcaldesa iba preparada y lista para ‘disparar’ (figuradamente, claro) ante cualquier insinuación crítica a la falta de responsabilidad política de su Gobierno a causa del tema de la ausencia de mociones gubernamentales. Y, de entrada, llamada de atención a Helio Cobaleda por incurrir en el delito de recordarle el sentido democrático del Pleno. Pum. La falta de seguridad política de Quislant empezaba a mostrarse en todo su esplendor…
Y es que, en cuanto un concejal de la Oposición se salía del tema y se quejaba de la falta de respeto del Gobierno a la máxima institución democrática de Pozuelo, recibía leña. En cambio, si quien se salía era concejal del Gobierno, atacando a la Oposición y esta protestaba, dejen terminar al concejal que está en el uso de la palabra. Ley del embudo. Síntoma político de perdición.
Si esto sigue así, y seguirá, para los que nos dedicamos al análisis político-pozuelero, nos quedan dos años apasionantes. Para la villa de Pozuelo, en cambio, serán dos años ‘horribilis’.
Sobre las mociones de la Oposición, hay poco que comentar.
La moción de Somos Pozuelo sobre la creación de un centro integrado de música en esta villa era de un gran calado identitario de ciudad. Eso que tanto le falta. Pozuelo es la ciudad de la música, pese a este Gobierno cateto, y todo lo que se haga a favor de la música es muy beneficioso. Pero, como la moción venía de Podemos, Almudena Ruiz la rechazó con argumentos tan determinantes como que el Gobierno tiene mayoría absoluta al tiempo que confundía fechas, leyes e historia de Pozuelo. Qué más le da a ella. Nunca entenderé como esta mujer puede llevar diez años de concejala y dos más que le quedan. Y, ojo, que anda conspirando para quedarse otros cuatro. Ay.
La moción de Ciudadanos era más simple que el mecanismo de un chupete. Hay que enterrar las líneas de alta tensión de La Cabaña sí o sí. Y que nadie cuente milongas. Es una decisión política y, consecuentemente, económica. Lo demás es cosa de técnicos. Y tampoco vale que se diga que se está estudiando. Que la estudien los técnicos. Los políticos solo deben tomar decisiones políticas: Qué se entierren esos cables y los cables se entierran… El Gobierno apoyó la moción. Pero ¿para cuándo?
La moción del PSOE sobre la violencia de género era más de lo mismo. Creo que es un tema que supera, por ahora, la municipalidad. Y está bien oír a los políticos hablar del tema para concienciar a la sociedad pero poco más. Extrañamente, el Gobierno, después de argumentar lo mismo que la Oposición, tumbó la moción.
Dicho esto, insisto, lo más importante del Pleno ha sido observar el comportamiento político de la alcaldesa Quislant. Y de esa observancia sacar la conclusión de que no atraviesa su mejor momento. Y eso es malo. Requetemalo. Sobre todo para Pozuelo. Una pena.
El Capitán Possuelo