Mis cafés apócrifos con gente de Pozuelo: Hoy, con un personaje que conoció bien al alcalde Martín Crespo y que, ahora tan de moda, nos muestra como era en realidad

Hace un par de semanas o tres, y por adelantar materia, tomé café con un señor importante. O mejor ex importante. Ex edil en Pozuelo. Y ex mandatario pozuelero. Ex de la época de Pepe Martín Crespo. Y ex de una etapa en la que nada conocíamos los vecinos y creo que es mejor que sigamos así.
Mi padre me pidió un favor. “Sira, hay un amigo que quiere tomarse un café contigo. Piensa que están montando algo desde el Ayuntamiento en honor a Pepe y quiere hablar contigo”.
Por supuesto, le contesté que estaría encantada de ir a la Cruz Blanca con él. Sería un honor estar un rato acompañada de un histórico pozuelero y escuchar todo lo que quisiera contarme, aunque no fuese del ex alcalde.
Es probable que a esta corporación y a la anterior no les suene su nombre. Total. Ni son de aquí, ni se enteran, ni les interesamos ni tan siquiera les interesa nuestra historia. Por ese motivo, omitiré su identidad. Él no me lo pidió. Ya le da igual. Pero yo sé que publicarla iba a suponer más de un quebradero de cabeza para él y su familia.
Y llegué con ganas de verle y abrazarle. Y ahí estaba. En mi mesa, curiosamente. Y me dijo “Te he pedido un café, ¿con leche, no?”. No pude más que sonreírle. Me hubiera tomado café sólo, con leche condensada, descafeinado o hasta un carajillo para estar a su lado. Fui toda oídos.
Me contó que había oído, en fuentes bien informadas que diría el Capi, que querían ponerle el nombre de Pepe a un parque y que esa propuesta venía de esa “forastera Alcaldesa”. Entonces yo aún no sabía nada. Pero le dije, “lo hará, sin duda. Piensa, seguro, que eso le suma votos para sus elecciones en la agrupación pozuelera del PP”.
Y me habló sobre el PP. Y sobre el pasado. Y sobre el presente y el futuro. Y me dijo que leyó mi notita que publiqué sobre Pepe, cuando falleció. Y que le sorprendió que fuera tan sincera. Le pregunté que por qué decía eso y me respondió: “Sira, cuando uno muere pasa de ser un malvado a héroe en segundos. Y ni fue malvado, ni tampoco es un héroe”.
Después hablamos de muchas cosas del viejo y del nuevo Pozuelo. No estuve de acuerdo con algunas cosas como, supongo, él tampoco lo estaría conmigo.
Pero el jueves pasado, antes de escribir mi notita sobre aquel café, y ya con la noticia del homenaje sobre la mesa, le llamé. “¡Qué razón tenías!”. Su respuesta fue: “Sira, la edad es un grado”.
Y volvió a recordarme cosas… Le gusta hablar…
A veces, me dijo, la verdad es mejor no contarla. Es mejor quedarnos con lo bueno. Con lo que recordamos en positivo. Y esa es la actitud que todos los pozueleros debemos tener con Pepe Martín Crespo.
¿Cometió errores? Muchísimos. Y algunos, grandes.
¿Los conocemos? Algunos sí sabemos de esos errores. Pero no han salido en ningún sitio y él tampoco los iba contar.
¿Fue mayor su obra por el bien de Pozuelo? Sin ninguna duda. ¿Saben los funcionarios lo que Pepe hizo en el Ayuntamiento? Por supuesto.
De pronto se paró y me hizo la pregunta del millón, ¿hubiera querido Pepe este homenaje “político y postureo político para gloria de la señora Pérez Quislant? Me hubiera gustado ver su cara en el momento de hacerme la pregunta… Jamás, se contestó así mismo
El ex edil me dijo que tampoco entendería que su familia dijera que sí. Sobre todo que lo dijera Charo. Charo es mucha Charo. Pepe, en cualquier caso, jamás hubiera aceptado.
Yo le dije: “dibújame una foto de Pepe si estuviera aquí con nosotros”. Y se produjo un silencio interminable en el teléfono. O eso me pareció a mí. Y luego, empezó a hablar.
Pepe no hubiera puesto su nombre en ningún parque. Hubiera dicho que eso es una inmensa tontería. Tampoco se hubiera alzado con la bandera de la honradez y honestidad. Odiaba las “ejemplaridades”. Defendió a muchas personas “cuestionadas”, policías, funcionarios… Por supuesto, jamás le hubiera reconocido ninguna autoridad a Susana Pérez Quislant. Y no hubiera acudido a su propio homenaje. Salvo que el pueblo de Pozuelo se lo hubiera pedido.
Pepe estuvo siempre convencido de que él fue un gran Alcalde. También que, sin él, Pozuelo no hubiera avanzado. Pensó, en algún momento, que iba a ser imprescindible. Y que podría llegar a ser intocable, por eso metió, sin pudor alguno, a su hija en las listas electorales del PP. Hoy, sería un escándalo. Aunque de eso, tampoco hace tanto tiempo. Las encuestas no le importaban. Y no aceptaba que estuviera cometiendo algún error cuando perdía votantes elección tras elección.
Sin embargo, él tenía un plano en su cabeza y en su corazón. Era el plano del municipio de Pozuelo. Lo demás no importaba. Y quienes no estaban de acuerdo con él. Fuera del despacho. Él era así. Y nos despedimos.
No grabé su conversación ni tomé apuntes pero tengo sus palabras grabadas en mi mente. Casi esculpidas en mi cabeza.
Y ahora que me pongo a escribir, pienso que se me olvidó hacerle la última pregunta: ¿Pepe hubiera invitado a Susana en su homenaje?
Se lo preguntaré otro día, aunque creo que sé la respuesta. Pepe no invitaría a una señora que desconoce nuestra historia, que es la menos institucional de todos los Alcaldes que hemos tenido y la menos respetuosa con todos ellos… No creo que quisiese que se hiciese una foto en ese parque pagado con el dinero de los impuestos de todos. Un parque proyectado desde la ilusión de un Alcalde pozuelero. Alguien que defendió siempre a los suyos, aunque fueron cuestionados algunos. Y un Alcalde que, a pesar de su soberbia, un día admitió que “su tiempo ya había pasado”.
Por eso, esta mañana, al despertar y tomando mi café antes de ir al taller. Miré por la ventana. Levanté mi taza. Y le dije. “Alcalde, suerte donde estés. D.E.P.”
Sira Q.