Me siento orgullosa de ser afiliada del PP: Un partido que nunca fue de Francisco Granados ni de Ignacio González, ni siquiera de Esperanza Aguirre sino de sus afiliados
Me siento muy orgullosa de pertenecer al Partido Popular. Simple, claro y sin complejos, amigos. Orgullosa. Aunque a muchos les parezca mal o no lo entiendan. Me siento orgullosa. Y mi sentimiento va más allá de lo que sale en prensa diariamente. Mi sentimiento va más allá de la indignación que también siento. Más allá del bochorno que me hacen sentir algunos presuntos corruptos. Y más allá de dimisiones, asunciones de responsabilidad política o autos de prisión preventiva.
Hace 25 años tomé la decisión de colaborar en un proyecto político para España, los españoles y Europa. El Partido Popular. Un proyecto en el que participamos hoy más de 800.000 personas honestas que creemos que la sociedad debe vertebrarse en base a unos principios y valores sustentados en la Constitución, de raíces humano-cristianas y con una base liberal. Desde la moderación. Desde la tolerancia y, sobre todo, desde el respeto. También desde la defensa a un principio básico. La presunción de inocencia.
Mi apuesta por la política del PP empezó marcada por las palabras “regeneración democrática”. Aún hoy sigo pensando que esa regeneración necesaria entonces, lo sigue siendo en la actualidad. Porque la regeneración no es un acto aislado en el tiempo, es un acto continuo. Una actitud en política y en la vida. Dejar a un lado lo que no sirve, lo que no vale, lo que genera malos compartimientos. Eso es positivo. Y la búsqueda de esa regeneración debe ser el camino de todos los partidos políticos.
Por desgracia los corruptos se encuentran entre quienes han ostentado poder, han tomado decisiones y han gestionado. Aquellos que hoy señalan a mi partido, organizan escarnios públicos o televisados e incluso caceroladas, deberían ser más cautos. Deberían respetar nuestro Estado de Derecho. No hacer causas generales. Y ser más respetuosos con la justicia. Hoy son políticos que han gobernado. Obviamente la mayoría del PSOE o del PP, y , por fin, también de la antigua CIU. Mañana puede tocarles a ellos. A unos porque ya están tomando decisiones. Y a otros. Cuando tengan la valentía y responsabilidad de gobernar y delegar responsabilidades de gestión en miles de personas. Cuando tengan el coraje de aceptar el honesto encargo de la ciudadanía, tomar decisiones, alejarse de platós de tv y pensar en resolver los problemas más que en subir en las encuestas de estimación de voto.
La corrupción es de aquellas personas sin valores ni principios. Amigos. La corrupción, daña. Te abre las entrañas y te genera indignación. Te genera un desasosiego porque pierdes la confianza. Pero, cuando afecta al PP, conlleva también generalización y acusaciones a todos de forma errónea, injusta y contraria al Estado de Derecho. Sin embargo, la corrupción ni es nueva, ni es peor que la anterior, ni, por desgracia, vamos a terminar con ella utilizándola contra los adversarios políticos de manera sectaria, intolerante y demagógica. La corrupción hay que combatirla con la ley. Con la actitud. Tolerancia cero con ella. Y, sobre todo, se combate con un sistema judicial que haga cumplir la ley. Justo, equitativo y rápido. Y, fundamentalmente, que sea igual para todos.
El Partido Popular ha sido quien más ha combatido la corrupción sin duda alguna. Y no me avergüenza decirlo. Porque es verdad. Otra cosa es que las medidas que ha adoptado para combatir esta lacra no las hayan publicitado al modo podemita o en platós de tv como otras opciones naranjas. Sin embargo, el PP es quien más medidas legislativas ha adoptado para prevenir, perseguir y castigar la corrupción. Por cierto, sin el apoyo de los socialistas.
Es cierto. Hay presuntos corruptos que se han aprovechado de todos nosotros y de mi partido, el PP. También algún corrupto ya condenado. Y puede ser que, gracias a que las instituciones funcionan, descubramos a otro/s. Puede ser. Y el PP defiende que quien “la hace, la paga”. Así de simple. Sean o no de los nuestros. En mi partido no se justifican los presuntos delitos dependiendo de si los comete uno de los nuestros o de los otros. Por respeto a los afiliados del PP, a nuestros votantes y a los españoles.
El lunes dimitió Esperanza Aguirre por tercera vez. Esta vez, definitivamente. Y algunos afiliados hemos sentido pena y lástima por lo que esa dimisión ha representado. Una dimisión dilatada en el tiempo, necesaria desde hace mucho y aprovechada injustamente por otros tantos “judas” que tiene la política.
Hace más de un año escribí sobre Aguirre. Y dije lo que pensaba de ella. También lo he dicho cuando he tenido oportunidad. He defendido un modelo de partido distinto. Desde mi modesta posición. Como afiliada de base. Desde mi sede en Pozuelo. O desde un Congreso Regional. Pero, hoy, por respeto y como agradecimiento a todo lo bueno que sin duda ha representado Esperanza, no quiero que pueda interpretarse que hago, de alguna manera, leña del árbol caído. No es así.
El PP no es de nadie en particular. El PP nunca ha sido Esperanza Aguirre. A pesar de que algunos lo intentaron. Nunca fue el PP ni Francisco Granados ni Ignacio González. Nunca, amigos. El PP siempre ha sido y seremos sus afiliados. Porque hemos sido nosotros quienes hemos convertido este proyecto político en el más importante de España. Hemos sido nosotros, los afiliados, quienes hemos salido a la calle, hemos estado dando la cara en los colegios electorales y quienes defendemos en nuestros espacios privados el proyecto del PP.
Así es, amigos. Por eso me siento orgullosa de ser afiliada del PP. A pesar de que me abochorna el espectáculo que estamos viviendo. Aunque este espectáculo dañino y doloroso también me ha servido para reforzar la confianza que tengo en la nueva etapa que lidera Cristina Cifuentes. Ella es quien denunció hechos presuntamente delictivos aunque pudieran afectar a un compañero del partido. Y estoy segura que no dudará en aplicar su máxima de transparencia y regeneración allá donde sea necesario.
El lunes acabó una etapa política. Con dos terribles palabras. Traición y engaño. Personalmente eché en falta que Esperanza Aguirre hubiera dedicado unas palabras a todas las personas que un día confiamos en ella para que pilotara el PP de Madrid. A los afiliados del PP de Madrid. He echado en falta que se hubiera acordado de nosotros en su último comunicado de prensa como cargo público del PP. Y si a esa mención “no hecha” se hubiera unido la palabra PERDÓN, hubiera sido fantástico. Debería haber actuado como Mariano Rajoy aquel 1 de agosto de 2014 y en octubre de ese mismo año. Frente a todos los representantes del pueblo español. Debería haber pedido disculpas. Pero todos sabemos que Aguirre es Aguirre y Rajoy es Rajoy.
Disculparse cuando uno se equivoca es importante y necesario. Esperanza hizo una gran gestión, ha sido una referencia en la política española y sus luces no debemos apagarlas por esas sombras que han terminado retirándola de la política.
Se ha terminado una etapa. Y queda mucho por hacer. Renovaciones necesarias. Y dos palabras malditas en política, dañinas para los afiliados del PP y bochornosas para la ciudadanía. Traición y engaño. Esas palabras que deberían ser tachadas del diccionario político del PP, pero que, desgraciadamente, son inherentes al ser humano sin valores.
Esperanza ha terminado su ciclo. Cristina Cifuentes y Mariano Rajoy, entre otros, deberán seguir el camino emprendido desde la humildad, la verdad, la transparencia, la prevención de conductas delictivas y la gestión.
Si amigos. Porque el PP tiene que gestionar su proyecto. Y debemos defender que así se haga. Los que creemos en el proyecto del PP debemos contarlo, salir a la calle, defender nuestras ideas y no acomplejarnos por un bochornoso escándalo que al fin y al cabo no demostraría más que “sinvergüenzas hay en todos los sitios” y que “quien la hace, la paga”.
Miremos hacia adelante. Esperanza, gracias por los servicios prestados. Una nueva etapa ha empezado en el PP de Madrid hace más de un año. Continuemos por este camino que es el único que nos hará recuperar la confianza de todos. Y yo seguiré orgullosa de mi partido. Porque los afiliados, los miles de cargos públicos honestos y el proyecto que representa, lo merece.
Gracias.
Yolanda Estrada