Mis cafés apócrifos con concejales de Pozuelo: Hoy, con Beatriz Pérez Abraham, la concejala que hará un pacto con el diablo para no volver a Génova y tener que fichar de nuevo

Ando volada. Tengo un montón de trabajo y no llego a todo. Y, hoy, tengo una cita muy importante y no quiero ni puedo llegar tarde.
He cambiado mis bailarinas de “a 10 euros” por unos bonitos stilettos. Mis mayas las he dejado en el taller. He optado por un pantalón palazzo y una blusa muy original con lazada en la espalda. He ido a la peluquería para que me domen mi pelo rizado y me he puesto un poco de maquillaje. Hasta he cogido un bolso de marca que me regaló Luis hace tres cumpleaños.
Estoy nerviosa. Espero gustar. Seré examinada. Y, luego, seguramente, seré criticada.
Y entré en la Cruz Blanca. Le miré las manos. Las tenía perfectas. Cuidadas. La oí hablar. Y me enganchó. Me relajó. Ese acento argentino. ¿Forzado? No sé. Me enganchó. Su pelo perfecto. De peluquería. Hablamos de ello. Tiene el pelo fatal y odia peinarse. Va a la peluquería. Ella es así de chic.
Elegante. Buen tipo. Y huele fantásticamente. Educada. Y tranquila.
Era ella. Beatriz Pérez Abraham.
Y estaba conmigo. Tomando un café. Desencantada de la vida municipal. Bajaba la voz porque nadie debía oírla. “La alcaldesa ha superado con creces a Paloma Adrados” Yo le recordé que ella tenía protección. Pero sus manos empezaron a temblar. “A mí ya no me protege nadie, Sira”.
Empezó a llorar. O lo soñé. Pero comprobé que tras esa mujer de imagen gélida, sin sentimientos, maleducada a veces, altiva, grosera con algunos subalternos y conserjes, hay una mujer que sufre.
Quise que habláramos del cheque bebé. Que me explicara esa medida más digna del PSOE que de un PP de Pozuelo. Lo intenté varias veces. Pero no lo conseguí. Le pregunté si entendía la diferencia de las políticas sociales que defendía el liberalismo y las que defendía el socialismo y el comunismo. No. No respondía. Me señalaba con el dedo índice sus labios. Muerta de miedo.
Fueron más o menos treinta minutos. Beatriz no estaba tranquila. Se siente sola y desamparada. Sólo confía en Almudena Ruiz. Piensa que ella o su hermano (Enrique) la van a salvar. Pero también tiene dudas. Al igual que ella. Estos dos piensan solo en la familia. Y tiene dudas.
Y me desperté sudando. Con el corazón a mil por hora. Fui a por un vaso de agua. Me miré en el espejo del baño. Y me pregunté, ¿le habrán gustado mis stilettos? Tobby se acercó y me miró moviendo el rabo.
Dicen que un perro es el mejor amigo del hombre. Después de la conversación (imaginada, soñada o escuchada) con la imponente Teniente de Alcalde de Familia Beatriz Pérez, confirmo lo dicho. El pasado de esta concejala está vinculado a Jesús Sepúlveda. Luego tuvo que intervenir Javier Arenas ante Paloma Adrados. Y ahora sólo le queda la ambición personal de Susana como excusa para que no la quite de en medio.
Me conmovió su tristeza. Ella no quiere volver a Génova. Tener que fichar y cumplir un horario no le va. Echa de menos a Lola Palacios. El cerebro de su concejalía. Y se queja porque en los últimos meses llega a casa con dolor de cabeza y estrés. Es muy duro trabajar.
Pero ella es ELLA. Me ha gustado más que la última vez que la vi en su Concejalía de lujo. Lo reconozco. Me ha conmovido. Beatriz pecó. Es envidiosa. Un pecado capital que la llevó a traicionar a muchos. Estoy segura que es consciente de que está asumiendo la penitencia de su pecado. Pero me sigue quedando la duda. ¿Es consciente del daño que ha hecho a Pozuelo y al PP?
Me miré al espejo. Le gustó mi estilismo. Estoy segura. Hoy buscará (o pedirá que le busquen) en internet mi pantalón palazzo o mi blusa. Querida Beatriz, no lo encontrarás. Y a mí, tampoco.
Sira Q.