Verdadera historia del Polideportivo Valle de las Cañas para que la recuerden algunos concejales de entonces y, de paso, se entere la Oposición que anda perdidita

“¡Qué repercusión tuvo el cuento de la funambulista en la Casa, Sira!”- Risas- “Todos saben a quién te referías y están intentado averiguar qué fue lo que se le tapó hace años para cerrar el círculo e intentar entender por qué sigue aquí”. Estas palabras me las dijo Maite, el domingo por la mañana, en nuestra marcha hacia el Valle de las Cañas junto a mi prima Paqui.
Es que hacía un día estupendo y decidimos ir a hacer un poco de ejercicio. Juntas. Hacía mucho tiempo que no lo hacíamos.
El móvil le sonó a Paqui. Nos paramos. Nos miró con cara de “lo siento chicas” y colgó. “¿Qué pasa?”, preguntó Maite nerviosa. “Manolo y Sebastián se unen a nosotras. Le dejé una nota a Sebastián diciéndole que me marchaba al Valle de las Cañas. Llamó a Manolo. Y vienen para acá. Ya sabéis. Manolo y sus historias pasadas”. Mi prima suspiró. Miró al cielo. Y seguimos nuestra marcha. Yo estaba contenta. Pero me reprimí. Volvíamos al tema del Valle de las Cañas.
Sebastián y Manolo se unieron a nosotras. Paseamos por toda esa ciudad deportiva. Nos paramos ante el polideportivo. El gran aparcamiento. Decidimos tomarnos una cola. Y empezaron a hablar. Esta vez Maite, también. Lo que fue una auténtica novedad. Y habló.
Hace tiempo Manolo me dio unas pinceladas sobre el tema Valle de las Cañas. Pero escuchar todo lo que oí, picó más mi curiosidad.
Parece ser que este tema viene de antiguo. Muy antiguo. Maite recordó que en la etapa del señor Martín Crespo no se ejecutaron las obras financiadas por PRISMA para el polideportivo. Manolo la corrigió. Era para la urbanización. No, le espetó Maite. Fue para el polideportivo. Da igual una cosa que otra, lo importante es que no se gastó el dinero que la Comunidad había dado a Pozuelo en esa inversión y por eso, después, tuvimos que desembolsar ese dinero los vecinos.
Manolo estaba disgustado por el papel tan malo y con tan poca información que tiene la oposición. Hay que contar toda la historia. Para entenderlo todo. Maite por aquél entonces salía a desayunar con una funcionaria de Tesorería y acababa de recordar que algo si se pagó de PRISMA, pero que luego todo lo asumió el Ayuntamiento.
A mí, sinceramente, me da igual cómo fue. Aunque entiendo que Paqui quiera puntualizar que no es lo mismo perder financiación por no hacer los deberes que gastar porque sí. Porque ese megaproyecto heredado de Martín Crespo pudo ser una gran instalación si, antes y después, se hubieran hecho bien las cosas. Ahí está el quid de la cuestión.
¿Se hicieron bien las cosas?
La oposición apunta, dice Manolo, pero no sabe a quién está disparando. Se equivocan mucho. Pero no mienten cuando dicen que muchos de los que están sentados en la bancada del PP conocían lo que estaba sucediendo. Y que aquello olía mal. Y sigue oliendo mal.
Maite recuerda cómo un compañero de la casa en esa época estaba escandalizado por cómo llegaban los pliegos. Era el año 2008. Y ese, en concreto, fue firmado por un concejal. El de deportes. Aunque todos sabían que era un proyecto que llevaba la concejala de Contratación, que no recordábamos ninguno su nombre. Pasó sin pena ni gloria. Aunque Manolo se rió, “¿Sin gloria, Sira?”. Bueno esta mujer llevó el tema con el de Hacienda, José María Mayo. A éste si se le recuerda y bastante. Los funcionarios que le sufrieron le recuerdan con mal gesto. Y todos los concejales “repetidores” del PP y la actual Concejala de Hacienda con amor y respeto. Muy contradictorio todo. La verdad.
Manolo hizo un inciso. “Sira, no todos querían a esta pareja de advenedizos”. Me dijo. “No te confundas”. Yo escuché encantada la información que me dio. “Una ex concejala se enfrentó a este dúo y todos los demás concejales la machacaron por hacerlo. Lo sabemos todos los de la casa. No daré su nombre, pero es fácil deducirlo. Ojalá algún día cuente todo”. ¿A quién se referirá? Me lo imagino. ¿Es ella? Maite fue quien me respondió. “Si. Ella es. Ella y su amiga. Las dos. Se enfrentaron a estos dos.”.
Pero Manolo continuó. “Hay otro concejal más, Maite. Aún es concejal. Desaprobaba las formas de este dúo de concejales impuestos por Jesús Sepúlveda. Aunque durante un tiempo se unió a ellos, descubrió la verdadera cara de los dos. Pero calló. Parking en la Avenida de Europa”. Y me contó.
Yo siempre he reconocido que me gusta Pablo Gil. Me ha decepcionado hace poco aceptando unas reglas contrarias a lo que él predica y mintiendo con descaro en una carta dirigida a los afiliados del PP. Pero me gusta. Manolo le llama “cobarde municipal”. Maite, “el superviviente” Y mi prima, “el conspiranoico silencioso”. Pero me seguirá gustando. Quizás sea una cuestión familiar y sentimental. Pero seguiré defendiéndolo.
Pablo Gil sabe mucho. Sabe qué sucedió. Sabe lo que no le gustó. Sabe que el tema del Valle de las Cañas tiene tela. Pero le han dicho que se calle. Que no puede hablar. Sus “honestos” compañeros protegen a dos de esos ex concejales con su silencio y sus miradas. Sin duda él tiene que tragar. Usaron a esta “pareja profesional” para acabar con otra amenaza para todos. Con esa concejala a lo que todos temían pues no callaba. Por cierto, Maite me recordó que esa concejala paró algo que querían hacer para quitarle cargas al empresario adjudicatario de la concesión del valle de las Cañas. ¿Sería quitarle la obligación de invertir? En la Casa los funcionarios lo saben. Que hablen. La verdad está en los expedientes.
Es un tema muy interesante. Digno de investigación. Quise hablar con esa ex concejala. Pero ella no ha respondido aún a mi llamada. Seguro que lo hace y os contaré. Porque ella no se muerde la lengua. Y yo deseo que Pablo Gil tampoco lo haga. Y cuente la verdad.
La oposición debería exigir una Comisión de Investigación sobre esta privatización, sin lugar a dudas. Y el gobierno, por transparencia, debería aceptarla. Paqui no cree que esto vaya a suceder, porque como dijo ella. “La Alcaldesa que tenemos de rebote es la política más opaca que ha habido en nuestro pueblo”.
Pues ya veremos.
Sira Q.