Charlene y Alberto de Mónaco: les quedan tres telediarios
Alberto y Charlène son marido y mujer mientras y no tienen ningún problema, mientras el Palacio de Mónaco no se pronuncie en sentido contrario. Y no es fácil que eso ocurra. La separación de los príncipes será oficial probablemente el día que se comunique y no antes. Sin embargo, la realidad es muy distinta. La mala relación entre la nadadora y su cuñada Carolina tampoco ayuda. Dicen que en tres meses habrá comunicado.
La ausencia de Charlène en Madrid el pasado viernes no extrañó a casi nadie, especialmente después de que faltara a otra cita mucho más importante para una sucesora de Grace Kelly: el Baile de la Rosa. La nadadora pretextó que se encontraba mal pero muy pocos creyeron su excusa. Ahora una revista publica bajo el título ‘Pelea de gatas en Mónaco’ que la no asistencia de la sudafricana fue para dejar en ridículo a su cuñada Carolina, organizadora del baile -como hija mayor de la fundadora- y por tanto anfitriona a la que en teoría despreció.
La crisis esencial que afecta la primera familia del principado es la que viven desde el minuto uno Alberto y la madre de sus dos hijos: a nadie se le escapa que nunca hubo química entre ellos y que, una vez Chalene ha cumplido con su parte del ‘contrato’ puede hacer lo que le de la gana con su vida. De hecho, lo está haciendo: vive donde quiere y, salvo sus sonadas ausencias, no se le conocen debilidades que puedan poner en peligro el honor de su marido, el Jefe del Estado. Tampoco a él, al menos desde que pasó por la vicaría.
Pero la relación entre las cuñadas, siendo un tema de menor importancia, no ayuda a mantener la difícil armonía en este reino del rosa, antigua capital de piratas y estraperlistas.
“La que más la critica es la princesa Carolina quien, por otra parte, prefiere que no tenga un bebé para que su hijo mayor, Andrea Casiraghi, sea el heredero”, le confió una fuente cercana a Charlene a un periodista de Vanity Fair en un reportaje sobre intrigas monegascas. Carolina considera de acuerdo con estas informaciones que la plebeya de su cuñada no tiene en la sangre lo que hay que tener para desempeñar el papel de primera dama.
En el bautizo de los príncipes bebés Jacques y Gabriella la mamá de Carlota hizo toda la sombra que pudo a la nadadora, literalmente, porque escogió para la reaparición de Charlene una pamela que llamó la atención.
El príncipe y la deportista se casaron en julio de 2011. Ya entonces se publicó que ella había firmado cláusulas matrimoniales por las que debía permanecer cinco años como mujer del jefe del estado, y que debía darle un heredero. Con el nacimiento de los príncipes Jacques y Gabriella, la saga Grimaldi tiene futuro. Este verano, cuando se cumplan los cinco años, sabremos si las partes quieren renovar su acuerdo. Les quedan tres meses.