Leopoldo Gómez en el recuerdo o ¿en el olvido? D.E.P.

Mi amiga María llegó desolada al café semanal cerca del Ayuntamiento. No paraba de llorar. Manolo y yo nos miramos una y otra vez sin entender muy bien qué estaba sucediendo.
“¿Susana otra vez?”, preguntó Manolo. Entre sollozos, María negaba con la cabeza. No sabíamos qué había pasado y sólo se me ocurrió pedirle una tila para que se calmara.
Lo conseguimos. Nos lo contó. Y volví a casa con un nudo en la garganta y en el estómago.
Hay que reconocer que no somos nadie y que muchas personas son desagradecidas por naturaleza. María estaba destrozada por la ocultación de una noticia importante en el Ayuntamiento. Una triste noticia que todos los que llevan muchos años trabajando en la Casa hubiese querido conocer de primera mano y del gobierno municipal. Pero, estamos hablando de palabras mayores. De gente ignorante de la historia de Pozuelo. Y de mucha doble moral.
Me fui a casa cabizbaja. Triste. Conmocionada por la noticia. Me recordó la pérdida de Pilar. Qué pena. Aunque en esta ocasión yo no lo conocía personalmente. Fue funcionario en el Ayuntamiento de Pozuelo y solo por ese hecho, debería haberse informado correctamente.
Tengo que reconocer que lo que he oído de él tampoco es muy gratificante, pero seguro que tuvo su lado bueno. Al menos María lo vio y lo vivió.
Mi padre me ha dicho que gracias a él Pozuelo es lo que es hoy día. Me dijo que hizo posible cosas imposibles y que buscó soluciones para todos los vecinos. Su punto de sinvergüenza lo tenía. Pero también de persona que ayudó a muchos. Y lo olvidamos.
María estaba destrozada porque le recuerda con su puro y sus palabras siempre agradables a todas las mujeres del Ayuntamiento. A todas, menos a una, dijo. Su fanfarronería. Pero siempre protegiendo a su gente, a sus funcionarias. Hasta a la desagradecida de Ana Belén. Si los muros de los despachos hablasen… cuántas cosas sabríamos de la ingeniera! Me cuentan.
Pero de desagradecidos está lleno el mundo.
Y María recuerda al que en su día fue el incuestionable Jefe de Servicio de Ingeniería, Leopoldo Gómez Gutiérrez. El que llegaba con sus cochazos al Ayuntamiento cuando Pepe era Alcalde y algunas que hoy siguen cobrando de las arcas públicas, también eran concejalas. Recuerda a ese fanfarrón que siempre tenía palabras amables para todas las mujeres. Bueno, para todas no. Para casi todas. María recuerda que Amparo era su perdición. Le tenía loquito. Leopoldo mandaba más que el mismo Alcalde. Martín Crespo le dejaba. Martín Crespo se pasaba el día con Félix haciendo el PGOU de Pozuelo. Lo demás, no interesaba. Y Juan tenía su parcelita. Como Doña Elvira, o José Luis antes o Pepita.
Leopoldo era el Rey. Y todos le adulaban. Le doraban la píldora. Unos porque les interesaba y los otros también.
Pero llegó Jesús Sepúlveda y con él su estrepitosa caída. María recuerda cómo Leopoldo criticaba a Yolanda Estrada y Jesús Sepúlveda por haberle cesado como jefe de servicio de Ingeniería. Recuerda cómo con Estrada tenía una relación de “odio-amor”. Cuenta la leyenda que Yolanda le echó de su despacho. Le cesó. Le dio la jefatura a otro. Y le quitó contratos. Y a todo eso que metió a Aniceto a controlar los pliegos. Quizás algún día ella lo cuente. ¡Ojalá!
Leopoldo se reía de todos, sobre todo de los políticos. Y hacía reírse a todos.
Leopoldo Gómez fue mucho en el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón. Mucho bueno y mucho malo. Sin duda. Pero, como dice María, fue mucho más que todos estos “concejaluchos” que no tienen ni idea de nuestro pueblo. Leopoldo no vivía en Pozuelo, pero se lo conocía como la palma de su mano. José Martín Crespo lo sabía y se lo premió y le dio libertad para que hiciera lo que le viniera en gana. Sepúlveda lo frenó. Y los cobardes le han querido aniquilar. Olvidar. No nombrar.
No sé si se llevó o no se llevó. No sé si fue socio de aquel Mariano Tello o de Pepe. No sé si mandaba a otros cobrar comisiones. No sé nada de esas cosas que circulan por los claustros municipales pozueleros. Lo que sé es que estuvo más de 25 años como funcionario de carrera de la Casa. Lo que sé es que compartió muchos momentos con casi todos. Lo que sé es que jamás ningún empresario le denunció. Y, lo que sé, es que nunca fue condenado y ya nunca lo será.
Leopoldo ha formado parte de la vida de muchos compañeros de la Casa. Unos, intentarán ocultar sus buenos recuerdos, en proporción al desagradecimiento del ser humano. Otros no sabrán ni siquiera lo que él aportó porque son ignorantes de la historia pozuelera, por mucho dinero público que reciban mensualmente en concepto de nóminas. Y otras le estarán recordando con una sonrisa en los labios y alguna que otra lágrima recorriéndole la mejilla. Como a mi amiga María.
“Por qué lloras tanto por él?”, le pregunté. “Sira, él me ayudó cuando estuvieron a punto de desahuciarme. Sólo puedo estar agradecida y mi marido también”.
No ha sido la única que recibió de Leopoldo, pero a ella no le importa contarlo. A otros, si.
Así es la vida. El día 14 de marzo María irá a las 19:30h al funeral en su memoria en la parroquia de San Miguel de Chamartín. ¿Cuántos acudirán? Ya se sabe aquello de “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”, pero cuidado con que algunas se les atragante tanto bollo.
Sira Q.
En relación con el escrito aparecido en su periódico del día 8 de marzo de 2016, en el apartado «Entre Costuras», LEOPOLDO GOMEZ EN EL RECUERDO O EN EL OLVIDO D.E.P., el cual lo suscribe Sira Q., quiero manifestar mi total «indignación», por lo que se refiere en el mismo a una tal Maite, coincidiendo con mi nombre y, teniendo en cuenta que trabajé como funcionaria en el Departamento de Ingeniería hasta el año 2008, que me jubilé y no conociendo a ninguna otra Maite en el Ayuntamiento de Pozuelo, por lo tanto, cuál ha sido mi desagradable sorpresa al sentirme afectada y atribuírseme una serie de manifestaciones y hechos TOTALMENTE FALSOS, (me enteré telefónicamente del fallecimiento del Sr. Gómez por un antiguo compañero, no acudí al Tanatorio ni asistí al entierro, ni realizado, con nadie, ningún comentario sobre tal fallecimiento, ni sabía del día de su funeral. Asimismo, desconozco que es eso del cafe semanal, quién es ese Manolo, ……Susana, Pilar, etc., personajes de su escrito que para mí son totalmente desconocidos. YO MAITE, no la conozco a usted para nada, ya que en su escrito dice, antepenúltimo párrafo, «¿Por qué lloras tanto por él?…. Sira, él me ayudó cuando estuvieron a punto de desahuciarme. Sólo puedo estar agradecida y mi marido también». MANIFIESTO QUE ES COMPLETAMENTE FALSO Y DIFAMATORIO HACIA MI PERSONA.
Mi relación con el Ingeniero del Ayuntamiento, fué única y exclusivamente laboral, por lo que desearía que POR FAVOR, aclararán a qué MAITE se refieren en su escrito, con nombre y apellidos (puesto que usted, según se deduce en su escrito ha hablado con ella y por tanto la conoce), manifestando que no tiene nada que ver en absoluto, con la «Maite funcionaria» que trabajó en el Departamento de Ingeniería y como digo mas arriba, su relación fué única y exclusivamente laboral, sin mas Y QUE CONSTE QUE LA MAITE DE SU ESCRITO NO TIENE NADA QUE VER CON LA MAITE FUNCIONARIA QUE TRABAJO EN EL DEPARTAMENTO DE INGENIERIA.
Espero sea el tema aclarado conveniente en su periódico. Atentamente
Muchas gracias por su participación. Se lo transmitiré a Sira Q. Saludos
Según me dice Sira Q., Maite es un nombre ficticio que ella, si usted leyera sus artículos lo sabría, usa con asiduidad en sus artículos. Lo mismo que Manolo. Son personas reales que conocen muy bien el Ayuntamiento por dentro pero sus nombres son ficticios. Es peligroso usar nombres reales en estos momentos en el Ayuntamiento de Pozuelo. Mala suerte que Maite haya coincidido con el suyo y que, encima, haya personas que quieran enfadarla. Aunque me dice, por otra parte, que hay más Maites en el Ayuntamiento. Pero, para que no se enfade, me dice también que no tiene inconveniente en aclararlo todo en su próximo comentario del martes que viene.
Ahora, para que usted se tranquilice, me autoriza a que cambie el nombre. Que quite Maite y ponga María. Espero que ese nombre no le moleste.
Maite no es usted. Usted es Maite Ajenjo. Y a usted también la conoce pero no se refería a usted en el artículo.
Viva su jubilación en paz y no haga mucho caso a los que le calientan la cabeza con estas cosas.
Saludos.