Secretarios de Estado de Carlos IV. El Conde de Aranda
El segundo Secretario de Estado de Carlos IV fue el X Conde de Aranda (de Aranda del Moncayo, en la provincia de Zaragoza), Pedro Pablo Alcántara Abarca de Bolea y Bermúdez de Castro, militar y político ilustrado. Nació en 1719 en Siétamo (Huesca) y murió a los 79 años, en 1798, en Épila (Zaragoza).
Durante su larga vida sirvió a los cuatro reyes Borbones del Siglo XVIII.
Con Felipe V, ascendió a coronel por su participación en las campañas de Italia llevadas a cabo durante su reinado.
Fernando VI lo hizo embajador en Portugal.
Con Carlos III fue nombrado embajador en Varsovia y obtuvo el grado de Capitán General en el ejército que invadió Portugal en 1762, en la llamada Guerra Fantástica, por ser una guerra con sucesivos movimientos de tropas pero sin ninguna batalla campal. Los resultados fueron desastrosos, el ejército sufrió 20.000 bajas y no se consiguió capturar Lisboa. Con este rey tuvo una importante participación en la desactivación del Motín de Esquilache, que le valió ser nombrado Presidente del Consejo de Castilla.
Hombre educado en Bolonia y Roma, con una sólida formación, realizó muchos viajes por toda Europa recibiendo una educación liberal que hizo que se le identificara con filósofos y enciclopedistas.
Como hombre ilustrado, durante los años al frente del Consejo de Castilla, aplicó una política reformista basada en los principios de la Ilustración, consiguiendo el aprecio popular y elogios del mismo Voltaire.
Con la colaboración de Pedro Rodríguez de Campomanes, I conde de Campomanes, las reformas se centraron en la llamada cuestión agraria, que consistía en mejorar y diversificar la producción agrícola; en la colonización de Sierra Morena; en las medidas regalistas de supresión de privilegios reales, eclesiásticos o nobiliarios; en el apoyo a las Sociedades Económicas de Amigos del País, como promotores de la industria y del comercio y en la elaboración del Censo del Conde de Aranda, primer censo de población realizado en España.
Como consecuencias directas del Motín de Esquilache, inició el procedimiento que acabaría con la expulsión de los Jesuitas, en 1767, bajo la acusación de actuar contra el rey y de organizar motines.
La ocupación inglesa de las Islas Malvinas y la pérdida del Puerto de la Cruzada (Port Egmont) en las citadas islas, en 1772, significó la caída del Conde de Aranda quien se vio obligado a abandonar la presidencia del Consejo de Castilla y solicitar ser embajador en Francia. Las islas fueron recuperadas dos años más tarde conforme al pacto secreto entre España e Inglaterra.
Fue nombrado embajador en Francia. Su estancia como embajador duró 10 años durante los cuales conoció a los enciclopedistas y las ideas ilustradas.
De nuevo en España, hizo todo lo posible por ayudar a la caída del conde de Floridablanca, cuyo puesto deseaba y a quien tenía una intensa antipatía.
El 27 de febrero de 1972, el rey Carlos IV le nombró Secretario de Estado Interino.
Durante su mandato, tuvo que hacer frente a las dificultades que presentaba la Francia revolucionaria.
Tan pronto llegó a la Secretaría, empezó a cambiar la política llevada a cabo por su antecesor. Suavizó la postura oficial hacia la Revolución francesa y permitió la distribución de periódicos franceses hasta la abolición y encarcelamiento de la monarquía francesa, a partir de entonces volvió a ordenar el control de todo lo que procedía de Francia.
La detención, en agosto de 1792, del rey francés Luis XVI en la fortaleza del Temple, y a partir de un mes después, el reconocimiento obligado de la República francesa a cambio de la neutralidad española, acabaron con el Conde de Aranda.
Nueve meses después de su nombramiento, el 15 noviembre, Aranda, cuyas ideas reformistas y enciclopedistas habían sido la base de la Revolución francesa, fue sustituido por Manuel Godoy.
La Revolución francesa había acabado con la tranquilidad del reino. En tres años, España tuvo tres Secretarios de Estado.
Aranda continuó siendo decano del Consejo de Estado, desde donde, el 14 de marzo de 1794, atacó al nuevo Secretario de Estado con motivo de la Guerra de la Convención entre España y la Francia revolucionaria. Destituido el mismo día, fue desterrado a Jaén. Nunca más volvería a Madrid.
Un año después, el rey le autorizó a vivir en Aragón. Decidió vivir en Épila donde falleció cuatro años más tarde, en 1798.
Fue el presidente de la 5ª Junta que redactó las Reales Ordenanzas Militares de Carlos III de 1768, que se siguieron aplicando durante 200 años hasta su sustitución por las Reales Ordenanzas de 1978.
Se le atribuye, aunque no es cierto, traer al rey Carlos III la Marcha de Granaderos, Marcha Real e himno de España, como regalo del rey Federico II de Prusia.
Joaquín de la Santa Cinta. Ingeniero aeronáutico, Economista e Historiador