La dama y el vagabundo, una historia real como la vida misma

(22-06-15) He leído recientemente una noticia relacionada con el divorcio y que me apetece comentar.
Procede de un trabajo escrito por Laura Peralta en ABC.es.familia. Se titula “Lo que le cuesta a él el divorcio”, siendo “él” el hombre, señor, caballero o varón (macho no, eso es pecado) que padece los rigores de una ruptura matrimonial. El coste real se encarga de desglosarlo y calcularlo una abogada experta en tales lides llamada Nuria Caballero Valentín.
La señora Caballero (sí, entre nombres y apellidos se dan estas curiosas paradojas) imagina el caso de un hombre que trabaja y gana 2.000 euros, la madre 1.500 euros, tienen dos hijos y viven en un piso con una hipoteca por la que deben pagar 600 euros al mes durante 15 años.
Los abogados y trámites legales pueden costar entre 400 € en el más favorable supuesto de llegar a un muto acuerdo hasta 3.000 € si el caso se convierte en contencioso. El señor debería pagar la mitad.
Gastos de vivienda. Habitualmente los jueces suelen echar al caballero de su casa, pero deberá seguir pagando su mitad de la hipoteca, en este supuesto, 200 €. Obviamente necesitará una vivienda capaz de albergarle a él y a sus hijos cuyo coste medio de alquiler se ha calculado en unos 600 €. Mensuales. Claro que si el piso está vacío tendría que amueblarlo gastándose qué menos que 3.000 €, y además cargarse una serie de gastos habituales como luz, agua, gas, teléfono, que como mínimo le subirán la factura otros 100 € al mes.
Sin olvidar, claro, la parte que debe pagar para la manutención, desde la alimentación a las facturas médicas, escolares, etc. Menos de 250 € por hijo, nada. Todo lo cual supone un gasto total de 1.500 € al mes, con lo cual no hace falta ser ningún Einstein para darse cuenta de que le quedan 500 € para sus vicios, tales como comer, vestir, transportes, y otras minucias semejantes.
Sin embargo, para la esposa el panorama se presenta algo más alentador. Quien quiera molestarse en completar las cuentas, comprobará que a ella le quedan un total de 950 €. para mantenerse ella y sus dos hijos. Nuria Caballero propone que podrían plantearse otras opciones “como que la madre asumiera más parte de la hipoteca porque ella va a vivir allí. Con la condición, claro, de que cuando ese piso se venda y se disuelva la sociedad de gananciales, a ella le corresponda una parte mayor porque también pagó más.
Muy bien el estudio y, seguramente, muy bien calculado. Pero ello no impide que hayamos oído historias, más de una y más de dos, de un padre que acaba viviendo en su coche o incluso en la p… calle porque no tiene donde caerse muerto. Porque sí, lo cierto es que muchos mueren y además de maña forma, quitándose la vida ellos mismos.
¿Parece demasiado truculento? Pues anotemos un punto curioso. Hasta no sé si exactamente el año 2001, al publicar la cifra anual de suicidios, el Ministerio del Interior precisaba el estado civil de la víctima. Dato misteriosamente desaparecido en combate, con el que quizá tenga alguna relación el hecho de que el porcentaje más alto de dichos suicidas correspondiera a hombres… divorciados. ¡Anda, qué curioso!
Hasta donde yo sé, nunca se ha hecho un estudio sociológico serio que pudiera corroborar o descartar dicha relación ni sus posibles causas. Y visto cómo está el patio, dudo que jamás se emprenda.
Abelardo Hernández