El inocente e infantil “Manteo del Pelele” de la Asociación Cultural La Poza está condenado a desaparecer salvo que evolucione y el Pelele encarne al peor concejal del año con su carita

Estimado Capitán:
Le escribo con un cierto desánimo tras ver el pasado sábado el Manteo del Pelele que tan afanosamente trata de mantener vivo la Asociación Cultural La Poza.
Y lo hago en El Correo de Pozuelo porque me gustaría que pudiese ser leído por muchos vecinos y porque ustedes han denunciado muchas veces la pobreza de unas tradiciones que unos cuantos entusiastas del Centro de Pozuelo quieren conservar pero que solo conseguirán que la agonía sea más lenta. Porque morir, van a morir si no evolucionan.
Ver el esfuerzo que han hecho los miembros de la Asociación Cultural La Poza por mantener el Manteo del Pelele para que luego pase desapercibido para la inmensa mayoría de los vecinos de esta ciudad es una pena… Desgraciadamente, solo participaron unos cuantos vecinos y un montón de niños… Pero sin vida. No tenía ningún interés.
Y digo sin vida y sin interés porque no había ningún tipo de percha en la que sostenerlo. Se manteaban unos peleles sin ninguna razón de ser o, al menos, que se supiese. Y si no hay una razón de ser, pierde atractivo y se convierte en anodino…
Pero como dice usted, en sus artículos, vayamos por partes:
En primer lugar, decir que el manteo de aquel pelele (como el que pintó Goya a finales del Siglo XVIII) tenía una razón de ser.
No sé por qué en Pozuelo se celebra en esta fecha y no el domingo de Resurrección o en Carnaval que era lo tradicional y representaba el castigo y el escarnio a Judas Iscariote, el apóstol que por treinta monedas vendió a Jesucristo y lo llevó a su Pasión y muerte en la cruz.
Y, lógicamente, el pelele representaba la maldad. Una maldad que había que mantear e incluso quemar para que se convirtiera en bondad.
“Los peleles, según el especialista Luis Miguel Martínez Ballestero, eran unos muñecos que hacían grupos de muchachas en la Semana Santa con trapos viejos, trozos de telas, pantalones, camisas, chalecos, calcetines y guantes.
Los rellenaban de paja, los cosían, les pintaban la cara y lograban representar a una persona, un Judas, de lo más variopinto y molón. Cuando lo acababan, lo escondían y la mañana del domingo de resurrección lo colgaban o exhibían en un balcón, por donde solía pasar la procesión.
Después, se reunían a bailarlo y mantearlo, cantando canciones y pasando unos buenos ratos. Pero… llegaban los muchachos, que estaban contemplando la escena, les ayudaban a mantear el muñeco un rato, hasta que se lo quitaban, empezaban a borriquear, a estirar de las piernas y brazos, los rompían, cada uno se llevaba un trozo de ese pelele y la calle quedaba llena de paja, que eran los despojos de esa batalla. Y ahí acababa el juego, hasta el año próximo…”
¿A quién o a quienes representa el Pelele de Pozuelo?
A nadie. Todos tienen cara de niños bonachones a los que se les «martiriza» con un manteo sin significado alguno. Eso no tiene sentido y lo único que está consiguiendo es que esa tradición se vaya muriendo poco a poco.
Yo sugiero, sin querer provocar ningún debate, que los peleles que se manteen representen a uno o varios concejales del Ayuntamiento de Pozuelo (elegidos por un Comité o, sencillamente, por voluntad popular) y que se les identificase poniendo sus caras a los muñecos (como representantes del mal político del año en la ciudad) y se les castigue al manteo.
El morbo estaría en que se mantendría en secreto el nombre del elegido o de les elegidos.
Y que, además, al terminar el manteo se le tirase a la pileta de La Poza, que ese día estaría llena de agua…
Lo ideal sería que el concejal o concejales elegidos se metieran en persona en la pileta pero eso es casi un imposible…
Eso o algo por el estilo sí tendría algún tipo de aliciente. Lo que se hace ahora es demasiado inocente y está condenado a desaparecer…
Otra cosa es que me temo que la Asociación Cultural La Poza no quiera cambiar nada porque se consideran puristas.
Pero tienen que adaptarse a los tiempos si quieren vivir…
Muchas gracias.
Juan Pozuelo