El Fantasma de don Agustín, viendo los nervios y zozobra que hay en el Ayto de Pozuelo, exhorta a tanto político menor que no piensen en su trasero sino en lo que se juega España

He de reconocer que cuento con la ventaja, aunque a veces llego a pensar que puede ser también un inconveniente, de que para mi el tiempo no existe.
Para mí, los días, las semanas, los años, no son nada, no representan nada. Pero eso no es así para los mortales, para aquellos que tienen fecha de caducidad. Para ellos, el tiempo lo es todo, aunque su paso se perciba de muy distintas maneras.
Porque el tiempo puede hacerse eterno, al estar a la espera de algo que parece no llegar nunca y, por el contrario, el mismo espacio de tiempo puede hacerse muy corto para aquellos que no quieren que algo finalice.
Cada día que pasa es, quizá para algunos de la Casa, un día menos.
Para los que esperan, cada día es un tiempo enorme sin saber.
A unos y a otros los veo padecer y, que quieren que les diga, me provocan ternura e incluso hasta lástima. Tengo, ya lo saben, el colmillo un poco retorcido, pero hay situaciones que no pueden sino hacer despertar en mí, emociones y sentimientos que creía ya desaparecidos.
Sufren y andan despistados, moviéndose como peones en un tablero de ajedrez, pero sin tener muy claro hacia donde deben encaminarse. No saben, si todavía tiene que empeñarse en proteger a la reina o de si, por el contrario, tienen la misión de atacar y, de esa forma, favorecer a un rey al que, por cierto, todavía no terminan de conocer.
Todos están inmersos en una gran incertidumbre, pero ninguno tiene la capacidad de ponerle fin. Las decisiones, ya se sabe, se toman en otro lugar, en otro tablero.
No soy nadie, ni casi nada, pero, por el bien de todos ellos, la decisión se debe tomar cuanto antes.
Pozuelo, que es mucho para los que aquí viven, es únicamente una villa más. Y en las próximas elecciones todos los que viven en lo que, pese a algunos, todavía es España se juegan mucho. Ese debe ser el principal objetivo al que todos deben prestar atención.
Lo que aquí suceda es, claro está, importante, pero la trascendencia de las elecciones municipales y autonómicas supera, por mucho, al ámbito local. Se trata, ni más ni menos, que de dar un toque de atención, lo más claro y fuerte que sea posible, para tratar de conseguir que el rumbo que se está llevando a nivel nacional se distinto al que se lleva a ahora.
Conviene que no nos perdamos en lo accesorio, por muy interesante que pueda parecer, y que nos centremos en lo mollar.
Los intereses particulares no deberían tener cabida alguna en todo esto.
Y, por eso, a esos peones, que no saben que hacer y hacia donde moverse, les pido que piensen un poco más en todos y no en ellos mismos y en su futuro,
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”