Elegía en recuerdo del pozuelero Javier Castro Villacañas, mi amigo, que se ha ido de repente, casi sin decir adiós, pero dejándome el recuerdo de su lucha por hacer un Pozuelo mejor
Estimado director:
Me gustaría que este pequeño recuerdo a un amigo fuese publicado por El Correo de Pozuelo, cosa que le agradezco de antemano.
Y es que, rememorando unas palabras de Miguel Hernández, “En Pozuelo, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Javier Castro Villacañas, con quien tanto quería”.
Siempre se dice que se van los mejores. Es un dicho popular. Algo para quedar bien. Pero le diré que, en este caso, es totalmente verdad.
Tuve el honor de conocer de cerca a Javier y tengo que decir que aparte de ser abogado, periodista, escritor, era sobre todo muy buena persona, en el buen sentido de la palabra buena, que decía Antonio Machado. Y ser buena persona es lo más importante que se puede ser en la vida aunque él fuera un intelectual reputado.
Hace ya cuatro años, colaboramos juntos en la campaña electoral municipal 2019 en Pozuelo de Alarcón. Estábamos en Vox, luchábamos entonces por implantar el partido en el pueblo. No parábamos. Asistíamos a las mesas informativas, intentábamos dar ideas para conseguir que el partido consiguiera hacer un buen papel en las elecciones, nos dejábamos la piel. Y sin pedir nada a cambio.
Qué buen candidato a la alcaldía de Pozuelo hubiera sido Javier Castro Villacañas si hubiera tenido buenos “señores”, parafraseando al Mío CiD, pero, como muchos otros, tuvo que alejarse de la política pozuelera ante la ola de mediocridad política que se avecinó en Vox Pozuelo.
El no necesitaba la política para vivir. Solo había entrado en ella para servir, no para servirse de ella como han hecho otros. Y se fue. Se fue como había entrado. En silencio. Y bien que podría haber denunciado la situación porque tenía posibilidades de hacerlo. Pero se fue como se van los grandes.
Ahora se me ha ido a mí.
Por eso, desde aquí, quiero hacerle este pequeño homenaje-recuerdo.
Javier, descansa en paz y hasta la vista, buen amigo.
Joaquín Martín