“El Consejo de jubilosos de Pozuelo”, reunido en sesión ordinaria, critica duramente la supresión de las aceras y pregunta por quién se lleva el dinero de esta obra innecesaria y chapucera
Hace unos días nuestro grupo de amigos jubilados, para librarse del frío y calentarse, se reunió jubiloso en la terraza de una cafetería, aislada con plástico transparente y en la cual daba el sol.
El sol, unas cervezas y unas copas de vino de Madrid nos hizo entrar en calor. Y ese calor nos llevó al intento de arreglar España, Pozuelo de Alarcón incluido.
Uno de nosotros nos invitó a examinar a los más conocidos politiqueros a nivel nacional. Comenzó diciendo que el sufijo -ero define a quien vive de una profesión (zapatero, por ejemplo); en este caso a quien vive de la política, pero no a todos los hombres porque según Aristóteles todos los hombres somos políticos o lo que es lo mismo sociales y racionales.
La primera conclusión a la que llegamos fue la de que no todos los politiqueros son políticos, porque muchos de ellos -la mayoría- son antisociales (ni piensan más que en sí mismos) e irracionales (casi siempre obran más guiados por la erótica del poder que por los dictados de la razón). Como en el grupo de jubilosos hay gente de todas las ideologías a casi todos los politiqueros los pusimos a parir y en forma especial a los más machistas e incluso a las que por su apellido, tal vez, tiren al monte.
Uno de los más políticos del grupo (en el sentido aristotélico) afirmó con rotundidad que culpar a los politiqueros de todos los males es erróneo e incluso injusto, que gran parte de esos errores son sugeridos por los técnicos y asesores. Y puso como ejemplo las obras que el ayuntamiento de Pozuelo está haciendo en las calles. Lo explicó.
En muchas de esas calles por las que circulan vehículos se están eliminando las aceras, teóricamente para facilitar el caminar de los peatones, tanto a pie como en vehículos peatonales (sillas de inválidos, por ejemplo). Es un gran error. Y nos dio la lección de historia para demostrarlo.
En Pompeya ya había aceras para evitar que los ciudadanos de a pie tuvieran que caminar pisando la mierda (barro, excrementos, basura en general) que había en las calzadas. Mas el año 78 d.C. el Vesubio entró en erupción y acabó con la ciudad. Y pasaron siglos sin que nadie quisiera imitar a la urbe enterrada.
Llegó el siglo XVIII. Londres tenía unos 600.000 habitantes. Los problemas de circulación simultánea por las calles tanto de personas como de vehículos tirados por caballos, la suciedad que dejaban unos y otros y el agua de la abundante lluvia que dificultaba e incluso impedía el caminar de los peatones hizo que en los años sesenta se ordenase la construcción de aceras.
Fue tanto el éxito de esa nueva parte de las calles que todas las ciudades civilizadas del mundo imitaron lo que se había hecho en Londres porque la gente caminaba con mayor seguridad y limpieza. Y así se ha seguido y se sigue haciendo en los lugares donde predomina el interés por el bienestar de la gente.
Pero en eso, la construcción de aceras, como en tantas otras cosas beneficiosas para la ciudadanía hubo notables excepciones e incluso en algunas localidades que presumen de riqueza y modernidad se están destruyendo esos espacios de uso exclusivamente peatonal.
Uno de esos casos excepcionales es Pozuelo de Alarcón, uno de los municipios con mayor renta per cápita del reino de España. Y con base en el presunto bienestar que aporta la buena renta per cápita a algún esteta de despacho que anda poco por las calles, se le ocurrió pensar que allí donde no haya separación entre la calzada y las aceras se pueden hacer espacios que quedan muy bien porque son hermosos en las fotografías e incluso pueden ser una exhibición de la riqueza del vecindario. Lo malo es que el peatón tiene que andar con los ojos bien abiertos en esas calles sin espacio propio para el hombre que se mueve a pie. En todas las calles del centro de la villa de Pozuelo se han eliminado, o se están eliminando las aceras.
Ejemplos: calle de las Flores, plazas del padre Vallet y Plaza Mayor, Costanilla del Olivar, calle Calvario, y muchas etcéteras más. En ninguna de esas calles pueden aparcar cómodamente los automóviles. Resultado: muchos de los barrios tanto en lo que llamamos pueblo como en la estación se están muriendo porque desaparecen las tiendas y servicios por esas obras innecesarias que tanto se prodigan.
Y el sabio jubiloso acabó diciendo que se han podido aprovechar esas obras para enterrar los cables aéreos de energía eléctrica y de telefonía que tanto abundan en las calles de los barrios viejos y que tan antiestáticos e incluso peligrosos pueden ser y no se ha hecho. A lo peor dejan ese enterramiento para hacer dentro de poco otras obras innecesarias y costosas.
Una pregunta que nos hicimos casi todos los jubilosos fue: ¿Quién se lleva el dinero que se gasta innecesariamente en esas obras?
Las respuestas son irreproducibles.
Otros hablaron de los aparcamientos de pago innecesarios que está imponiendo el ayuntamiento y cuyo importe cobra y administra una sociedad privada. La pregunta es similar: ¿de quienes es esa sociedad?
No nos fuimos tristes y doloridos para casa porque lo impidieron los líquidos de Madrid que habíamos bebido.
Mingo de los No Mingas
(Foto gentileza de Teresa Cruz en Facebook)