Pozuelo ciudad del agua: Merecido homenaje a Pablo Granizo (en el MIRA), uno de los pozueleros buenos que defendió, en vida, la abandonada Poza y el Viaje del Agua
El pasado viernes se rindió homenaje, en el Mira, a un hombre bueno, a un pozuelero bueno, de los auténticos. Se llamaba Pablo Granizo. Nació en 1959 y murió el pasado 28 de junio.
Su niñez transcurrió entre la calle Sagunto y los alrededores de La Poza.
Él hizo, en una carta que envió a la alcaldesa Susana Pérez Quislant (y que publicó el Correo de Pozuelo), un llamamiento a todo el Consistorio sobre el Complejo de La Poza, que forma parte de la Historia de Pozuelo de Alarcón con letras mayúsculas.
Un complejo, ahora abandonado, pero que, en su día, su lavadero le sirvió de piscina en verano. Y recordaba cómo el arroyo, paralelo a la captación de agua, les conducía hasta “Los almendros”, donde cortejaban a las chicas, por ser un sitio, antaño, singularmente bonito.
Y allí buscaban nidos, en primavera, veían crecer los campos de trigo y cebada hasta la carretera de Majadahonda.
Y como, a la vuelta, tenían que recoger los botijos que habían dejado escondidos para subirlos a casa con agua fresca.
Su sensibilidad y la estima que siempre tuvo Pablo por su ciudad, procurando cuidarla y dar a conocer su historia, ha merecido este homenaje.
Pablo fue un gran montañero, dicharachero, alegre, bromista.
En definitiva, insisto, fue un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno. Y un pozuelero auténtico.