El fantasma de don Agustín abre apuestas sobre las personalidades que habrá en el balcón del Ayto de Pozuelo, con altos dividendos en las que cubren a diputados, consejeros y aspirantes
Poco a poco, van llegando todos.
Nadie está dispuesto a faltar a la cita. Ningún concejal, ni siquiera de la oposición querrá perdérselo. La cita es el sábado por la tarde. Tras el pasacalle de las peñas, el pregón dará oficialmente comienzo a las fiestas patronales.
Otro año más, el balcón de la Casa se pondrá en modo fiesta. Todos quieren estar presentes y que se les vea, no pueden dejar pasar esa oportunidad. Siempre pasa igual, y más este año que es preelectoral.
Pero el balcón tiene las dimensiones que tiene y la primera fila está cotizadísima. Desde abajo, aparte de escuchar mal el pregón, no se divisa bien a quienes se quedan más atrás. Las maniobras de aproximación para hacerse con los buenos puestos suelen ser de antología.
De hecho, y para evitar los codazos, el gabinete de alcaldía ya se habrá puesto a trabajar para que los encargados del protocolo municipal, de una u otra forma, limiten el acceso al balcón. Estarán, ¡como no!, únicamente aquellos que cuenten con la bendición y la aprobación de quien de verdad manda en la Casa.
Y es que a veces, por no decir casi siempre, los políticos se comportan peor que los niños.
Pero este año, aparte de ver que concejales son los elegidos para estar en primera fila, lo que despierta mayor curiosidad es ver quienes han sido los invitados a estar en ese balcón.
¿Estarán los alcaldes de los pueblos de la zona? ¿Habrá algún alto cargo de la Comunidad de Madrid? ¿Algún diputado o diputada muy conocida en Pozuelo? ¿Vendrá, quizás, algún consejero? Y si viene, ¿acaso el elegido para estar en el balcón de la Casa será el actual consejero de Sanidad?
Se admiten apuestas, por que la cosa tiene su aquél, no me dirán que no.
De momento, y hasta que ese gran día llegue, nos entretendremos en comprobar si las obras que se están llevando a cabo en el centro de Pozuelo, estarán finalizadas para entonces. Y, si no lo están, al menos que hagan posible el tránsito. De lo contrario, veo a los participantes del pasacalle ataviados con casco y chaleco de obra en el momento de pasar por allí.
Pero, sin duda, todo eso es cosa menor, las fiestas son las fiestas y no es cosa de amargarlas por una planificación deficiente por parte de quién corresponda. Tras dos años sin ellas, por aquello de la pandemia, hay que celebrarlas por todo lo alto. Los vecinos las echaban en falta.
No se bien, si por ello, han programado las actuaciones de manera que finalicen una hora más tarde de lo que se acostumbraba.
En fin, que por lo visto, no me queda más remedio que irme haciendo con una buena provisión tapones para los oídos.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”