El karma, como principio universal de justicia y equilibrio, está devolviendo a Quislant, alcaldesa gracias a Egea, a la misma situación de hace cuatro años antes de caer Cifuentes

Todos hemos oído hablar del karma alguna vez.
Para lo que no lo sepan baste decir que “Dentro de tradiciones religiosas como el budismo y el hinduismo, el karma se entiende como un principio universal de justicia y equilibrio a partir del cual todas tus acciones tienen una consecuencia equivalente”.
“El karma no se desprende de la existencia de un dios que juzga y castiga los actos sino de una fuerza cósmica que tiende a la compensación y la armonía”.
Más o menos y dicho en román paladino, el karma viene a decir que el que la hace la paga.
Y en Pozuelo tenemos un ejemplo claro de que esa fuerza cósmica que tiende a la compensación está actuando en estos momentos en la propia persona de la alcaldesa Susana Pérez Quislant.
Sí, sí… Seguro… Si el karma es un principio universal de justicia y equilibrio, es normal que le haya vuelto lo que hizo…
Pero vayamos por partes como diría Jack el Destripador…
Susana Pérez Quislant, y lo hemos dicho muchas veces, vino a Pozuelo de Alarcón porque el PP de Madrid quería alejarla de la capital de España. Presuntamente por problemillas derivados de su carácter y mala educación. El caso es que se la impusieron a Paloma Adrados. Vivía en Barajas o por ahí y por allí siguió viviendo.
Es cierto que entre pitos y flautas llegó a Primer Teniente de Alcalde y, como buen cabo de vara, Adrados la puso de número dos en la lista de su siguiente legislatura. Paloma esperaba ser alcaldesa de Pozuelo y diputada en la Asamblea de Madrid y Quislant, látigo en mano, le tendría controlada a la tropa en la villa mientras ella y venía pro el arenal.
Después, Cifuentes la colocó de Presidenta de la Asamblea y Adrados ya no podía ser alcaldesa de Pozuelo. Quislant que no es una política inteligente pero sí lista, se fue a por Esperanza Aguirre y la “lideresa” la colocó de alcaldesa. Necesitaba controlar el PP de Pozuelo (que era de Cifuentes) y este personaje, al que apenas conocía, le debería una y Pozuelo sería suyo…
(Lo que sucedió aquella mañana, entre conspiración y traiciones, es digno de ser contado en una obra de teatro. Dramática, claro)
El caso es que aquella cenicienta que vino a Pozuelo de rebote se convirtió en princesa gracias a que le había tocado el premio gordo en la tómbola de la Aguirre…
Y aquello empezó a andar. Y sus modales la fueron perdiendo. Y los concejales se fueron alejando. Y hubo tres concejales que le dimitieron (Rivas, Alba y Calvo Sotelo). Y en la primera planta de Génova no se lo creían… Estuvo a punto de producirse una especie de Motín del Caine…
Y la cosa era tan grave que, en Génova, se fraguó, incluso, una moción de censura apalabrada con la Oposición para cargarse a Quislant… Después, como siempre, el PP se riló…
Pero Cristina Cifuentes le puso la Cruz de San Andrés. Y la condenó. Y ELLA lo sabía. Dicen que dejaría Pozuelo para irse a la Asamblea en la siguiente legislatura pero, una vez más, el PP se cagó la pata abajo y no lo anunció… Si lo hubiese anunciado, otro gallo hubiera cantado. Pero al no hacerse público, la decisión quedó en nada.
Y Cifuentes, inesperadamente, cayó. Y Quislant, lista, vio el cielo abierto y aquí es donde empezó su relación con el karma…
La mujer de Miguel Ángel Regodón maniobró, pisó cabezas, manipuló y se aprovechó de la confusión que hubo en el PP nacional y su amiga Isabel Borrego la puso en el camino de un engreído murciano de infausto recuerdo llamado Teodoro García Egea que, además, se creía elegido para el poder y la gloria y la volvió a presentar de candidata a la alcaldía de Pozuelo por el PP. Porque le dio la gana. Por sus güitos. Porque para él y para la Borrego era muy interesante montar un Murcian Power en el Gran Pozuelo de Alarcón. Y como Pablo Casado era un blandiblú, dio por bueno el nombramiento.
Pero aquella maniobra intrigante e injusta no podía quedar sin ser desagraviada. Y la fuerza cósmica que tiende a la compensación para llevar a cabo la justicia universal se puso en marcha. Quislant la había hecho y tenía que pagarlo.
El karma existe, créanme.
Y cuando Susana Pérez Quislant se sentía segura (pese a haber hundido a Pozuelo en esta legislatura y haber despreciado a Isabel Díaz Ayuso) porque tanto Isabel Borrego como Teodoro García Egea eran los que mandaban en el PP, el karma obró. Había que hacer justicia y se hizo.
Y García Egea se fue a “fer la mà”, que dicen en Valencia, e Isabel Borrego se escondió bajo tierra… Y el Murcian Power cayó en picado.
Y la alcaldesa Quislant perdió sus apoyos y, de pronto, se encontró en la misma situación política que vivió en tiempos de Cristina Cifuentes. O sea, en la puñetera calle, por ser fino…
El karma había obrado como dice su “Primera Ley o Ley de la causa y el efecto”…
La diferencia entre la caída de Cifuentes y la de Egea es que, con Cristina, Quislant tenía asegurado un puesto en la Asamblea de Madrid… Mientras que, con la caída de Teodoro, la cosa está jodida y solo tiene asegurada su vuelta a Barajas o por allí… Y de pasta, puffff. De eso es mejor no hablar…
Pero le estará bien empleado…
Y es que “Quien a hierro mata, a hierro muere”, según el Evangelio de San Mateo (Capitulo 25, versículos 51-52)
Amén.
El Capitán Possuelo