Pablo Casado mantiene su guerra (empieza a ser algo personal y no político) contra Isabel Díaz Ayuso hasta límites intolerables con lo que está demostrando ser un líder de plastilina
La guerra del PP empieza a ser, además de intolerable, dolorosa para algunos que hemos defendido, trabajado y votado (y no solo en la euforia) al Partido Popular…
Ya no entiendo de ninguna manera lo que estoy leyendo en medios nacionales…
No entiendo que Pablo Casado ya culpe abiertamente a la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso de haber provocado el conflicto interno de la formación, según fuentes cercanas a la séptima planta de Génova,13, que recoge Libertad Digital.
Incluso, escribe, Casado la acusa de ambición y de que “hace tiempo” que ha cruzado “líneas rojas”. Y debo confesar que al leer estas cosas se me ponen los pelos de punta.
Me aterra pensar en lo que está sucediendo porque ya creo que el tema es personal y no político. Cómo será de desagradable que Pablo Casado, para hacerse respetar, el otro día recurrió a la mentira y dio una cifra errónea de contagios y de muertes por Covid para arremeter contra la política sanitaria de la presidenta madrileña: El lunes pasado llegó a afirmar que “murieron 100 personas por Covid” cuando realmente habían muerto 58.
Esas declaraciones de Pablo Casado se descalifican por sí solas. Pareciera que se sumaba a la postura que la oposición mantiene contra Ayuso en la Asamblea de Madrid.
Dicen que ha rectificado pero yo no lo he leído. Debe haberlo hecho con la boca pequeña y en voz baja.
A raíz de tanta estupidez, el gran Ignacio Camacho ha escrito: “La trifulca a cuenta de las cenas de Navidad demuestra que esta gente no ha leído el libro de Rajoy y sigue instalada en la política adolescente de zancadillas de recreo, artimañas de bachilleres y conspiraciones de juguete. Los votantes están estupefactos, la izquierda se relame con el espectáculo y Vox crece sin hacer otra cosa que abrir el capazo para recoger a los desencantados“.
Y que, como consecuencia de ellas, los votantes del PP van a salir corriendo huyendo de Casado. Parece una cría a la que le han quitado su muñeca.
“Los populares están jugando con algo más peligroso que la consistencia de su liderazgo, y es la desconfianza del electorado. Lo peor que les puede pasar es que sus sectores de apoyo piensen que se han equivocado de candidato”, ha escrito también.
Y es que todo indica que Casado no quiere hacer las paces con Ayuso sino que quiere cargársela. Se está convirtiendo en un líder de plastilina.
Ante tanto dislate, el periodista Rubén Amón ha escrito también:
“Sería divertido asistir a una cena del PP presidida por Ayuso al abrigo de la militancia. Se empezarían cantando villancicos y se le terminaría rezando un réquiem a Casado. Le arrancarían la piel a tiras a Teodoro. Y prorrumpiría un estado de euforia capaz de trasladar a hombros a Ayuso hasta la sede de Génova, reclamándose para ella una sucesión por aclamación popular”.
Y mientras se recurre a estas artimañas impropias de un supuesto líder de la derecha y pese a que para Ayuso no hay motivos para cancelar ni para prohibir, la presidenta de la Comunidad ha decidido recoger velas… No quiere guerras.
Hace bien. Debe esperar sentada ver pasar el cadáver político que Pablo Casado y toda su troupe…
Pepero Pozuelero