La Des-Memoria Histórica de España en el 85 aniversario de las matanzas de Paracuellos: Más de 5.000 ejecutados vilmente (276 menores de edad) siendo presidente Largo Caballero
Por más que el Gobierno Sánchez intente taparlo, en la madrugada del 6 al 7 de noviembre de 1936 comenzaron las matanzas de Paracuellos.
Los asesinatos se prolongaron hasta el 4 de diciembre y fueron llevados a cabo por milicianos del PSOE, el PCE, la UGT y la CNT.
En total fueron masacradas en Paracuellos del Jarama, entre el 6 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, unas 5.000 personas.
Entre los ejecutados vilmente, había 276 menores de edad, algunos con 13 años de edad. Varios padres, hijos y hermanos fueron fusilados juntos.
En la España actual, bajo el bombardeo constante de los medios afines a Pedro Sánchez y sus compinches, hay muchos convencidos de que en la Guerra Civil española hubo un bando intrínsecamente bueno y otro intrínsecamente malo.
La urticante realidad es que en la Guerra Civil de 1936, todos eran españoles y ambos bandos cometieron fechorías repugnantes.
A los 12 obispos, 4184 curas y 2365 monjas ejecutados por el bando republicano sólo por ser católicos, correspondieron cientos de escritores, maestros y sindicalistas pasados por las armas por el nacional.
Entre las historias de crueldad hubo muchas inventadas y otras tantas ciertas.
La carnicería de Paracuellos, como antes la perpetrada en el Cuartel de la Montaña, así como las torturas que se hicieron moneda común en las checas de Madrid o las sacas de presos, fueron una espantosa realidad.
En la matanza de Paracuellos, iniciada justo hace 85 años, la mayoría de las víctimas eran presos políticos sacados de las cárceles de Madrid, con la excusa de ser trasladados a Valencia.
Fueron asesinados por sus ideas o su religión abogados, jueces, periodistas, escritores, médicos, religiosos, militares,…
Procedían de la Cárcel Modelo y de otras prisiones madrileñas. Fueron trasladados en autobuses de dos pisos.
Se les hacía bajar en grupos de 10 a 20 atados de dos en dos.
Una vez puestos en fila eran fusilados por los milicianos.
Algunos fueron enterradas vivos, otros murieron desangrados, mientras se les trataba de introducir en las fosas.
Miembros de la Dirección General de Seguridad de la Junta de Defensa de Madrid obligaron a numerosos vecinos de Paracuellos a cavar las fosas donde fueron enterrados los asesinados.
En total existen 7 fosas. Cuando no hubo más espacio, se abrió otra en Torrejón de Ardoz.
La matanza fue organizada por el Consejo de la Dirección General de Seguridad de la Consejería de Orden Público presidida por Segundo Serrano Poncela, que a su vez dependía de Santiago Carrillo, Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.
Tanto Carrillo como su amigo Segundo Serrano Poncela pertenecían a las Juventudes Socialistas Unificadas de Madrid cuando se produjeron las matanzas de Paracuellos.
Dicha organización resultó de la fusión de las Juventudes del PSOE con las Juventudes del Partido Comunista.
El socialista Largo Caballero era presidente del Consejo de Ministros en noviembre de 1936.
La Ley de Memoria Histórica de Zapatero y la Memoria Democrática de Sánchez, no considera víctimas a los asesinados por milicianos de partidos que hoy están en el poder en España.