El infierno de Ángel Casas, uno de los grandes-grandes de la televisión en España: Le amputan las dos piernas tras un trasplante de riñón y un infarto
Ángel Casas (75) ha sido uno de los grandes-grandes de la televisión en España. Gracias a él, Barcelona se convirtió durante unos años en la parada obligada de las míticas estrellas del Hollywood dorado gracias a sus programas Àngel Casas Show (TV3) y Un día es un día (TVE).
Tocó el Cielo con Rock Hudson, Shelley WInters, Peter O’Toole, Tippi Hedren y Joan Collins para dar paso a otra generación de luminarias, entre ellas, Rob Lowe, Don Johnson o Christopher Reeve.
En septiembre de 2020 se retiró de la vida pública. Y en privado, se hundía en el infierno.
En 2013 empezó su calvario. Acudió al médico para que le pusieran una eritropoyetina (epo) para tratar una anemia, pero el doctor le dijo “usted está tóxico”, tal y como ha confesado el protagonista al diario Ara. Le hicieron dos transfusiones de sangre y le descubren un cáncer peligroso al lado del páncreas. Supera ese trance con mucho sacrificio y le detectan que los riñones no le funcionaban bien. Dos años de diálisis y, al final, su esposa Olga es compatible y le dona en 2020 uno de sus órganos.
La mala racha siguió cebándose en él. Apareció una herida que le provocaba una hinchazón líquida tan dolorosa que “gritaba y lloraba de dolor”, los doctores tardaron en ponerse de acuerdo y dictaminaron que era una calcifilaxia. En casa sufría horrores. Parecía el protagonista de una película de terror.
En plena pandemia, justamente durante la verbena de Sant Joan, le amputaron la pierna derecha. Estaba desolado. Sobre todo, porque su esposa no podía ir a verle y los dos lloraban desconsoladamente a través del teléfono. Y esa enfermedad rara terminó por amputarle también la pierna izquierda. En la unidad de semicríticos del hospital hasta tuvo un infarto.
A priori, Àngel está sereno. Lo que más le hace feliz es ver a sus hijas y a sus nietas correteando a su alrededor. Es un hombre tremendamente familiar que no ha perdido el contacto con íntimos amigos de la profesión y ajenos a ella y ya está pensando en publicar un libro. Hace un par de semanas le pusieron dos piernas postizas (o cosméticas, como dice Casas) que intentarán hacerle la vida mucho más fácil. La silla de ruedas ha sido su fiel compañera durante todo este tiempo.