El Fantasma de don Agustín comenta con su maliciosa ironía todos los problemas que acucian a Quislant y por los que se encuentra como aquella princesa triste de Rubén Darío
“La princesa está triste, ¿que tendrá la princesa?”
El subconsciente suele jugar malas pasadas y creo que este es el caso, porque llevo unos días en los que este conocido verso no deja de venirme, una vez tras otra, a la cabeza.
Cuanto más hago por intentar olvidarlo, más persistente se vuelve y no sé bien por qué.
Ustedes maliciosamente pensarán que tiene algo que ver con la situación de esta “Casa”, pero les aseguro que no es así. Aquí se respira paz y tranquilidad, aunque haya quienes parezcan empeñados en señalar lo contrario.
Y por si a alguno le quedan dudas, no tienen nada más que leer algunas publicaciones. El mandato transcurre como una seda. No hay problemas graves y se marcha a velocidad de crucero.
Lo que pasa es que hay gente empeñada en decir lo contrario. En ver problemas donde no los hay.
Gente que, una y otra vez, se empeña en contar las personas que han ido dimitiendo o han sido cesadas.
Gente que, una y otra vez, se empecina en señalar que hay mal ambiente entre los funcionarios y trabajadores.
Gente, que no tiene otra cosa que hacer, que elucubra sobre si habrá patada hacia arriba de la actual primera edil.
Personas que se obcecan en decir que las cuentas no salen por lo que respecta al presupuesto, y que lo intentan justificar hablando de la venta de patrimonio municipal, como forma de solucionarlo.
Los hay incluso que hablan y hablan de la falta de rumbo, de un proyecto de Pozuelo. De lo atrás que nos vamos quedando respecto a los municipios de nuestro entorno.
Por no decir de aquellos que hablan, y no paran, de la insuficiente atención que se presta a los vecinos cuando exponen sus reclamaciones o se quieren dirigir al ayuntamiento para realizar una solicitud.
Algunos hay que señalan el largo tiempo de espera tras presentar una solicitud de licencia en el área de urbanismo.
Ya digo, todos ellos mentes calenturientas que no saben apreciar la buena gestión que se está llevando a cabo.
Que se empeñan en no ver la realidad.
Que hablan por no callar.
Por eso, no sé a cuento de qué me viene, una y otra vez a la cabeza, el verso de marras.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”
Nota de Redacción
“La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor”
(Rubén Darío)