El Fantasma de don Agustín reflexiona sobre la falta de transparencia en el Ayto de Pozuelo (mampara incluida) y la abundancia de dislates en los que la realidad supera a la ficción
Hay días, como lo es éste, en los que el ambiente que se respira dentro y fuera de “la Casa” me lleva a la calma, la observación y, … a dejar que mi mente discurra sin ningún freno. Una actividad, está última, que podría ser calificada cuanto menos de atrevida, sino de casi peligrosa, dados los tiempos que corren.
Y en esas estaba cuando se fueron solapando en mi cabeza diversas imágenes. Primero fue un aseo privado, luego una mampara, luego apareció la palabra traslucido y, al final, se terminó por imponer otra: transparencia.
No, no es que estuviese desvariando, cosa, por otra parte, nada rara dada mi provecta edad. Lo que sucedía, es que la instalación, en la entrada de la zona de alcaldía, de una mampara no deja de ser sino un símbolo de lo que viene sucediendo en “la Casa”.
En realidad, estoy convencido de que a ELLA le hubiese gustado levantar un muro, aunque fuese de vulgar “pladur”. La transparencia, y no únicamente en la gestión, no es su fuerte, Ya es de todos sabido.
Pero las apariencias, ¡ah las apariencias! Y por eso, todo se quedó en un “quiero y no puedo”. Por eso, el muro se quedó en un velo translúcido que dejase ver algo, aunque no demasiado.
No hay ocultación total pero tampoco absoluta transparencia. Y todo, o casi todo, es así.
También el reciente anuncio, con gran alarde mediático, de la puesta en marcha de la maquinaria burocrática para la construcción de un nuevo centro deportivo y de una segunda escuela de música, cercana ésta al centro del pueblo.
Unos nuevos equipamientos municipales que, lógicamente, para qué luego funcionen, van a necesitar más funcionarios, más trabajadores y, en definitiva, un aumento en el capítulo correspondiente a la nómina a pagar todos los meses con los impuestos.
¿O tal vez no?, pase de ELLA ese cáliz.
¿Y si para esos nuevos centros se hubiese pensado en una gestión privada?
¿Y si para esa nueva escuela de música, con aspiraciones de conservatorio oficial, se hubiese pensado en conceder la gestión a una institución musical con experiencia?
¿Tal vez, en alguna ajena a nuestra villa?
Me niego siquiera a vislumbrar tamaño dislate, máxime cuando a una de las nuestras se le negó, de forma reiterada y contundente, el pan y la sal. Una negativa para la que se contó, todo sea dicho, con la ayuda, totalmente descriptible, del lazarillo de Vox, siempre dispuesto para lo que sea menester.
Y mi mente siguió dando vueltas y vueltas….
No voy a contarles todo lo que se fue pasando por la cabeza aunque algunas, sí he de decirles, explicaban muchos comportamientos.
¡Va a ser verdad eso de que el sueño de la razón crea monstruos!, me oí decir mientras me acercaba a una de mis ventanas.
Y me dispuse a contemplar con tranquilidad, pero algo perplejo, los nuevos artificios que estaban colocando en la plaza del Padre Vallet.
La realidad siempre puede superar la ficción.
Don Agustín “El Fantasma del Torreón”