Valientes mujeres españolas en la Conquista de México: María Estrada, Beatriz de Palacios, Isabel Rodríguez, Beatriz Bermúdez, las Hermanas de Ordaz y otras muchas

(En el pequeño ejército conquistador de México militaban unas pocas mujeres de las que han hecho referencias los distintos cronistas. Todas ellas extraordinarias mujeres como: María Estrada, experta combatiente que “peleó a caballo, y con una lanza en la mano tan varonilmente, como si fuera uno de los más valiente del Ejército, y aventajando a muchos”; Beatriz de Palacios quien “sustituía a su marido cuando, cansado de pelear el día, y cabiéndole a la noche la vela, la hacía ella por él”; Isabel Rodríguez que curaba tanto a los españoles como a los indios amigos heridos; Beatriz Bermúdez quien, viendo que un grupo de españoles que venían huyendo de los enemigos, saliendo a ellos en medio de la calzada con una rodela de indios y una espada española les dijo ”¡ vergüenza, vergüenza, vergüenza, empacho, empacho! ¿Qué es esto que vengáis huyendo de una gente tal vil, a quien tantas veces habéis vencido?”, los avergonzó y volvieron al combate; además de otras valiente mujeres cuya historia contaremos).
La conquista de Méjico no solo fue una cuestión de hombres, a estos los acompañaban esposas, hijas y hermanas, mujeres heroicas que, además de realizar las tareas habituales asignadas a su condición femenina: labores de cocina, cuidado de enfermos, etc. (roles secundarios en los hechos relatados por los cronistas); en algunos casos realizaron acciones valerosas, propias de los mejores soldados, que brillaron con luz propia e hicieron que, en unos relatos dedicados a glorificar las hazañas varoniles, los cronistas se vieran en la necesidad de resaltarlos en las crónicas.
Olvidando su género y poniendo su coraje, osadía e inteligencia a la altura de los mejores y más valientes guerreros, llevaron a cabo acciones admirables que fueron el asombro de aquellos que las presenciaron. Ellas, solteras, casadas, nobles, humildes, castellanas o mulatas, tuvieron que pelear contra los enemigos dentro y fuera de los campamentos, en las batallas campales y en los asedios, luchando a pie o a caballo, viviendo, peleano, siendo apresadas, sacrificadas y muriendo como los mejores soldados de Hernán Cortés. Bernal Díaz escribe en su crónica que cinco mujeres de Castilla murieron en la batalla de Otumba porque estaban en el ejército.
Su número fue escaso (el porcentaje de mujeres en el Nuevo Mundo en el momento de iniciarse la conquista de México era alrededor del 6% del total de la población castellana), pero su valor y sacrificio hizo que sus hazañas fueran dignas de ser recordadas.
Entre ellas, las más conocidas, fueron:
María Estrada. Fue la mujer soldado que combatió con Hernán Cortés en las batallas más importantes de la Conquista. Estuvo en la retirada de la Noche Triste y en la Batalla de Otumba. Los principales cronistas de la conquista nos cuentan sus actuaciones en los combates: “Mostróse muy valerosa en este aprieto, y conflicto María de Estrada, la cual con una espada, y una rodela en las manos hizo hechos maravillosos, y se entraba por los enemigos con tanto coraje, y ánimo, como si fuera uno de los más valientes hombres del mundo, olvidada de que era mujer, y revestida del valor, que en caso semejante suelen tener los hombres de valor, y honra. Y fueron tantas las maravillas, y cosas que hizo, que puso en espanto, y asombro a cuantos la miraban. (Fr. Juan de Torquemada, Monarquía Indiana, durante la Noche Triste)”; en la Batalla de Otumba: “que María de Estrada peleó a caballo, y con una lanza en la mano tan varonilmente, como si fuera uno de los más valientes hombres del Ejército, y aventajándose a muchos. (Diego Muñoz Camargo. Memorial de Tlaxcala); durante la Noche Triste el propio Camargo escribe: “en esta tan temeraria noche triste, mataron a un page de Hernán Cortés delante de sus ojos, llamado Juan de Salazar, donde así mismo se mostró valerosamente una señora llamada María Estrada, haciendo maravillosos y hazañeros hechos con una espada y una rodela en la mano, peleando valerosamente con tanta furia y ánimo, que excedía el esfuerzo de cualquier varón, por esforzado y animoso que fuera, que a los propios nuestros ponía espanto, y ansimismo lo hizo la propia el día de la memorable batalla de Otumba a caballo con una lanza en las manos, que era cosa increíble en ánimo varonil, digno por cierto de eterna fama e inmortal memoria”, y otro cronista, (Bernal Díaz del Castillo en su obra Historia verdadera de la Conquista de Nueva España) dejo escrito: “No teníamos otra mujer de Castilla en Méjico sino aquella”
María estuvo entre aquellas mujeres que cuando Hernán Cortés, después de Otumba, quiso dejarlas en Tlaxcala para que descansasen de las fatigas sufridas le contestaron: “No está bien, señor Capitán, que las mujeres españolas dejen a sus maridos yendo a la guerra; donde ellos murieren moriremos nosotras, y así los indios entenderán que los españoles somos tan valientes que hasta sus mujeres sabemos pelear”. Así eran el carácter de tales mujeres.
Su historia en la Península es desconocida, se cree que nació en Sevilla en las últimas décadas del siglo anterior, de hecho, Bernal Díaz la denomina en su crónica como “la vieja María Estrada”.
Cuando aparece en las crónicas se sabe que llevaba unos años en Cuba, Bernal Díaz la sitúa en el puerto de Matanzas durante la conquista de la isla, en un buque que dio de través en la costa y cuyos ocupantes fueron casi todos masacrados. Entre los pocos supervivientes se encontraba María, quienes vivieron entre los nativos hasta su rescate después de la derrota de estos.
Existen diversas opiniones sobre su incorporación a las huestes de la conquista, se desconoce si ya estaba casada con Pedro Sánchez Farfán; si se incorporó en el primer contingente o si llegó, junto a un hermano suyo, con el que lideraba Pánfilo de Narváez.
Además de sus hechos de armas, ya casada con Farfán (soldado valiente, considerado y varias veces nombrados en las crónicas), tuvieron un destacado papel durante la última batalla, la conquista de la ciudad de Méjico, al ser responsables de la logística del ejercito atacante desde la ciudad de Texcoco. Cortés nombró capitán responsable de la ciudad a “un buen soldado que se decía Pedro Sánchez Farfán, marido que fue de la buena y honrada mujer María de Estrada”
Bernal Díaz la sitúa en la fiesta que se llevó a cabo después del triunfo final sobre los mejicanos.
Ambos esposos fueron recompensados por Cortés con una encomienda “en el pueblo de Tetela, a las faldas del volcán, y muerto su primer marido, casó luego con Alonso Martín Partidor, y vivieron en la ciudad de Los Ángeles hasta que murieron”.
No tuvo hijos, pero crio a dos hijas de un matrimonio anterior de su primer marido, ambas vivián en La Puebla y que estaban casadas con dos conquistadores: Álvaro de Sandoval y Hernando Villanueva.
Beatriz Bermúdez de Velasco. Conocida como “La Bermuda”. Mujer casada con Francisco de Olmos del Portillo, soldado que llegó a tierras mexicas con las huestes de Pánfilo de Narváez. Saltó a la fama durante la batalla por la conquista de la ciudad de México y así lo relata el cronista Francisco Cervantes de Salazar en su obra “Crónica de la Nueva España”: “…. desesperados los mexicanos por el recio combate que les daban los españoles por tierra y el lago, desesperados y que les parecía que vencer o morir de presto no les quedaba sino como perros rabiosos meterse de tropel con los españoles, hiriendo y matando cuanto pudiesen, lo cual hicieron de común asentimiento, y así revolvieron con tanta furia sobre dos o tres capitanías, que les hicieron afrentosamente volver las espaldas, e ya que, más que retrayéndose, volvían hacia su real, Beatriz Bermúdez, que entonces acababa de llegar de otro real, viendo así españoles con indios amigos todos revueltos, que venían huyendo, saliendo a ellos en medio de la calzada con una rodela de indios e una espada española e con una celada en la mano, armado el cuerpo con un escaupil, les dixo: ¡ Vergüenza, vergüenza, españoles, empacho, empacho! ¿ Qué es esto que vengáis huyendo de una gente tal vil, a quien tantas veces habéis vencido? Volved, volved a ayudar y socorrer a vuestros compañeros que quedan peleando, haciendo lo que deban; y si no, por Dios os prometo de no dexar pasar a hombre de vosotros que no le mate; que los de tan ruin gente vienen huyendo, merescen que mueran a manos de una flaca mujer como yo”.
Así era el carácter de las mujeres estas mujeres, los avergonzó, volvieron al combate y lograron una gran victoria.
El cronista la cita como una mujer de noble linaje y Bernal Díaz la sitúa entre las asistentes a la fiesta de celebración del triunfo.
Beatriz de Palacios. Conocida por “La Parda”, quizás por su condición de mulata. Era una mujer casada con un soldado de las tropas de Pánfilo de Narváez llamado Pedro de Escobar.
Además de hacer las labores propias de atención a su marido, ayudar a la enfermera Isabel Rodríguez en el cuidado de los heridos y enfermos, Beatriz sustituía a su marido en las guardias y peleaba a su lado. Francisco Cervantes de Salazar cuenta sus acciones en su obra” Crónica de la Nueva España” lo siguiente: “…. así cuando Cortés estuvo la primera vez en México, como cuando después le cercó, una mujer mulata que se decía Beatriz de Palacios, la cual era casada con un español llamado Pedro de Escobar. Dióse tan buena maña en servir a su marido y a los de su camarada, que muchas veces, estando él cansado de pelear de día y cabiéndole a la noche la vela, la hacía ella por él, no con menos ánimo y cuidado que su marido, y cuando dexaba las armas salía al campo a coger bledos y los tenía cocidos y aderezados para su marido y para los demás compañeros. Curaba los heridos, ensillaba los caballos e hacía otras cosas como cualquier soldado”.
Isabel Rodríguez. La enfermera del ejército conquistador, otra de las llamadas “vieja” por Bernal Díaz quien, además, nos dice que era la mujer de un fulano de Guadalupe (Miguel Rodríguez de Guadalupe), soldado que llegó a territorio mexicano con Pánfilo de Narváez.
Agrupó, en su entorno, a las mujeres, tanto españolas como indígenas, que acompañaban a los soldados. Con ellas formó un grupo de enfermeras para atender a los heridos y enfermos, tanto españoles como aliados indígenas. El cronista Francisco Cervantes de Salazar lo cuenta así en su obra:” …como eran tan continuas las refriegas, salían de la una parte y de la otra muchos heridos, de tal manera que no había día que, especialmente de los indios amigos, no saliesen de cient heridos, a los cuales una mujer española, que se decía Isabel Rodríguez, lo mejor que ella podía les ataba las heridas y se las santiguaba y esto no lo hacia arriba de dos veces, e muchas no más de una, e acontecía que aunque tuviesen pasados los muslos, iban sanos otro día a pelear …”. Participó en la fiesta de la celebración de victoria. Acabada la guerra, se estableció en Tacubaya. Quedó viuda y se casó por segunda vez.
Las de Ordaz, Francisca y Beatriz. No se sabe si eran parientes o hermanas, lo que sí está recogido en la crónica de Francisco de Salazar que:”…comenzaba a quebrar el alba, y unas mujeres, que la una se decía Francisca de Ordaz y la otra Beatriz de Ordaz, hermanas o parientas, asomándose a una ventana, sabiendo que Narváez estaba preso y los suyos rendidos e sin armas, a grandes voces dixeron: Bellacos, dominicos, cobardes, apocados, que habíades de traer ruecas que espadas; buena cuenta habéis dado de vosotros ; por esta cruz, que hemos de dar nuestros cuerpos delante de vosotros a los criados de estos que os han vencido, y mal hayan las mujeres que vinieron con tales hombres”. Toda una definición del carácter de tales mujeres.
En la fiesta de la victoria, Bernal Diaz escribe que Francisca de Ordaz se casó con un hidalgo que se decía Juan González de León.
Otras mujeres nombradas en distintas crónicas. Además de las extraordinarias mujeres anteriores, en las crónicas de la Conquista se nombran:
María Hernández, mujer algo anciana que fue de Juan de Cáceres, el Rico
La viuda del capitán Portillo, el que murió en los bergantines.
Beatriz Fernández
María Vera
Elvira Hernández
Juana Martín
Juana Gómez, mujer que fue de Benito de Vergel
Juana Mansilla, mujer que fue de Alonso Valiente, la que cuidaba a los heridos.
Otra hermosa que se casó con un Hernán Martín, que vino a vivir a Oaxaca.
La esposa del ballestero Sebastián Rodríguez, la que “se halló en la Conquista y sirvió en curar los enfermos que había”.
Joaquín de la Santa Cinta, historiador. Autor de «50 héroes españoles olvidados»
Para saber más:
- Diccionario Biográfico. Real Academia de la Historia.
- María Estrada, conquistadora, encomendera y vecina de la Puebla de los Ángeles. Raquel Gutiérrez Estupiñán. Universidad Autónoma de Puebla.
- Mary Hay´s Biography of María de Estrada, a Spanish Woman in the American Conquest. María Jesús Lorenzo-Modia. Universidad da Coruña.
- Crónica de la Nueva España. Francisco Cervantes de Salazar. Biblioteca Virtual Universal.
- Historia de Tlaxcala. Diego Muñoz Camargo.
- Antonio Herrera y Tordesillas. Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firma del mar Océano. Tomo II, Memoria Chilena. Biblioteca nacional de Chile.
- Gonzalo Fernández de Oviedo. Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano.
- Bernal Díaz del Castillo. Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España.
- Manuel Orozco y Berra. Historia de la dominación de España en México. Biblioteca Histórica Mexicana de Obras Inéditas.
- Médicos y medicina en la nueva España del siglo XVI. Alfredo de Micheli-Serra. Historia y Filosofía de la medicina.
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