Una Cabalgata de Reyes Magos cutre, en la despedida de la alcaldesa Susana Pérez Quislant. En lugar de carrozas, la gran cabalgata iba llenas camionetas con luces, ovejas, ocas y burros
Lo bueno del ejecutivo al frente de nuestro Pozuelo de cada día, es que nunca defrauda: Siempre cabalga entre lo cutre y lo zafio; entre la chirigota y el populismo. Exactamente así, se comportó, una vez más, en la despedida “mágica” de Susana por Asamblea.
El ambiente en La Estación, como todos los años con la Cabalgata de Reyes, estaba lleno de sonrisas e ilusiones, con el lógico nerviosismo por la llegada de los Magos de Oriente. La cosa ya no pintaba bien, pues, el retraso sobre lo previsto aceleraba las dudas hasta que al fondo se vislumbró la primera luz de las… carretas, llamarle carrozas a la mayoría de los disfrazados artilugios que pasaron por delante de todos, sería un menosprecio a los bellos trabajos que en otras villas se dan.
Y la cosa empezó fatal, los primeros miembros de la caravana, deslavazada y anodina que pasaron, más allá del esfuerzo de los participantes en las mismas, adoleció del pecado capital, por una noche, para niños y mayores: Arrojando caramelos a cuentagotas…; sí señores, prácticamente, de uno en uno. Tendrían que ver la cara de peques y acompañantes ¡qué decepción! Y qué manera más burda de iniciar el jolgorio.
Tuvieron que pasar varios “artefactos” – incluyendo la Casa de Extremadura y las Familias Numerosas – para que en un vehículo del Ayuntamiento, si señores, del Ayuntamiento y por su vestimenta miembros de Protección Civil, ya no sé si simpatizantes o no del partido azul, mostrando por primera vez que sí, que había caramelos… ¡qué casualidad!
Poco después y delante de uno de los vehículos ataviados para tal magno acontecimiento, apareció calle abajo nuestra excelsa alcaldesa, no sé si para despedirse en loor de multitud o para recordar que sin ella nada y por ella todo. A saber.
Y pasaron distintos atrezzos y malabaristas y diversos zancudos y juegos con fuego y, por supuesto, no podían faltar ni las ovejas, ni las ocas, a las que se añadieron unos asnos, montados por ágiles jinetes que hicieron despertar las sonrisas y los suspiros de nietos y abuelos, recordando los unos lo que nunca ven y los otros los que tantos vieron.
Y de paso en paso, perdón, de carroza en carroza… una eternidad, tal es así que la que cerraba el cortejo iba tan distante del resto del mismo que le costaba abrirse paso, pues la gente ya se arremolinaba, pensando que, tras el último rey, todo había acabado.
El objetivo de mantener la tradición sí, se había conseguido, cosa distinta es la calidad de la misma que año tras año da un paso atrás en cuanto a la estética y a la sorpresa para los asistentes.
En esta ocasión, cosa curiosa, eché a faltar esas peñas que tanto apoyan al gobierno municipal…¿será que no había presupuesto para las mismas?¿O no había chocolatada?
Que el 2019 nos sea benévolo para todos, nos ayude a ser y hacer mejores y, sobre todo nos traiga un gobierno municipal digno de todos los que vivimos en Pozuelo de Alarcón, sería un inmejorable regalo de Reyes, aunque llegara en mayo.
Como siempre, en nuestros voto está.
A. Nogueiro
Precísamente las ocas, las ovejas y ciertos camioncitos le dan vida a las cabalgatas. Sobretodo a la nuestra.
Y además ya es una tradición. Ahí es donde se ve el Pozuelo de verdad. Prefiero mil ocas a una simple marca tipo “telefónica” en una cabalgata.
Sobran discursos y política como hacen en Madrid y faltan personas, vengan en camioncitos o trailers.
Muchas gracias por su participación. Saludos