Crónica de un nuevo escándalo: El Gobierno de Pozuelo vota, en el Pleno, contra el cierre de la depuradora de Húmera y la apertura de una nueva entre mohines y sonrisa boba de Quislant

La crónica del Pleno Ordinario de septiembre del Ayuntamiento de Pozuelo que se ha celebrado hoy se podría resumir en una sencilla frase: “No se puede ser más torpe políticamente que el Gobierno de Pozuelo”.
En el Orden de día de hoy había dos mociones importantes de la Oposición como contábamos en la previa: La que proponía el cierre de la depuradora de Húmera y construcción de una nueva como prevé el PGOU (Somos Pozuelo) y la que proponía redactar un protocolo de actuación social ante situaciones de crisis o desastre (PSOE).
Dos mociones, por cierto, de plena actualidad y muy interesantes e importantes para la villa de Pozuelo de Alarcón. Eran mociones de Perogrullo, aquel gran personaje «que a la mano cerrada la llamaba puño». Mociones de punto de penalti y sin portero. Para que el Gobierno las tirase, marcase y se apuntase los tantos. Pero este Gobierno desnortado desde hace tiempo las rechazó sin ninguna razón política. Solo porque sí. Políticamente, son muy torpes. Ni siquiera son conscientes de lo poco que les queda en el Viejo Convento.
Eran dos mociones para aprobar pero, curiosamente, las defendió Eduardo Oria, ese inefable personaje que ha llegado a Primer Teniente de alcalde de Pozuelo por inescrutables razones; ese inenarrable personaje (de cuestionable currículum) que pasará a la historia de esta villa como uno de los causantes de que el PP de Pozuelo esté de nuevo cuestionado en los tribunales y que, durante la crisis social que provocó la explosión del restaurante chino en agosto, se vio desbordado, se acoquinó y demostró que solo es fachada. Eso sí, político por lazos de sangre y a cobrar.
El caso es que a este político menor que nos cayó encima, como digo, por la gracia de su linaje político solo le faltaba que se inmortalizase su escasa capacidad política en vídeo. Y ahí ha quedado. Pasa siempre, Edu.
Sus dos intervenciones defendiendo al Gobierno estuvieron entre lo penoso y lo ridículo. Porque penoso fue su discurso en la moción sobre la depuradora de Húmera ya que lo basó en un ataque personal a Pablo Gómez Perpinyà que le dejó a tres segundos de echar espuma por la boca. Qué rabia, tú. Su perorata solo buscaba herir por herir. Te odio, comunista. En términos taurinos, el discurso habría que definirlo como tobillero y marrajo. Buscando la femoral de Perpinyà. Pero, como suele pasar en el toreo, el torero sale victorioso. Ay, Eduardo…
Me llamó mucho la atención su pérdida de papeles y que no usase argumentos políticos y, mira, que era fácil hacerlo. Bastaba con decir SI, lo haremos. Intentaremos cerrar la EDAR actual y construir una nueva depuradora. De hecho ya estamos trabajando en ello. Pero no, Eduardo quería “matar a Perpinyà” mientras la alcaldesa Quislant, en plan Emperatriz Romana hacía más mohines que Popea Sabina y mostraba una sonrisa bobalicona de asentimiento. Como cuando su marido quemaba Roma. Le importa todo un carajo.
No seguirás en Pozuelo, Eduardo, pero hazte mirar ese defectillo político…
El ridículo, en cambio, Oria lo hizo contestando la moción socialista sobre la necesidad de arbitrar un protocolo de actuación social ante situaciones de crisis o desastre.
Era fácil también decir que sí o que estaban ya trabajando en ella. Lo dicen siempre. Era de cajón porque su actuación en los días posteriores a la explosión fue de aurora boreal. En el Ayuntamiento, recordemos, lo mismo planchaban un huevo que freían una corbata con sus balbuceantes decisiones, sin olvidar que los servicios sociales, manejados por “Resu”, le ninguneaban vilmente porque solo hacían caso a su sargento Pérez Abraham que, como la alcaldesa en Punta Cana, seguía solazando su cuerpo serrano y su perezosa mente de vacaciones.
La defensa que hizo Oria de sí mismo fue ridícula. Intentó justificar lo injustificable entre gestos, dudas y repeticiones argumentarías. Ángel Bascuñana lo pudo “matar” poniéndolo ante su propio espejo pero le perdonó la vida. Y el torpe Gobierno de Pozuelo rechazó la moción. Sin sentido. Nada tiene sentido en Pozuelo. Mientras tanto, la alcaldesa Quislant trataba de esconder su vergüenza política por haberse ido y no haber estado donde tenía que estar aquellos días entre aspavientos y sonrisas bobas.
No se puede ser más torpe políticamente que el Gobierno de Pozuelo.
De las demás cosas que sucedieron en el Pleno no hablaré.
Me parece indigno qué Almudena Ruiz Escudero defienda una moción en ese parlamento. Hace tiempo que debería haberlo abandonado. No merece que escriba ni una sola línea.
Y de la moción de Ciudadanos ya dije que no era propia de este momento.
Una última cosa, no es de recibo el remedo de debate que hubo entre Carlos Ulecia y Raúl González Andino. No me gusta la frivolidad barata. Más aún me avergüenza. Y como mi dinero, me indigna.
El Capitán Possuelo