Crónica del Pleno de junio a través de la cara del Secretario del propio Pleno Gonzalo Cerrillo, las botellas de plástico, los técnicos de sonido y una señora con auriculares y abanico. Un show

El Pleno de junio del Ayuntamiento de Pozuelo no pasará a la historia política de esta honorable villa. Posiblemente haya sido el Pleno más aburrido de la legislatura. Plomo derretido.
Cuando termine de escribir esta crónica trataré de que la señora de los auriculares y el abanico que, de vez en cuando, levantaba la mano para parar el Pleno porque su ordenador no grababa, me haga una copia para ofrecérsela a cualquier unidad del sueño de cualquier hospital. Oyéndolo, te quedas frito. Y si no que se lo pregunten a algunos concejales del Gobierno… Uno de ellos estuvo a punto de la dislocación maxilofacial a causa del bostezo.
No entiendo cómo una cosa tan importante como es un Pleno no cuenta con un sistema auxiliar de grabación como dejó escrito el gran “Amarrategui”. Hoy ha habido que interrumpir el Pleno cuatro veces y una de ellas durante cinco largos minutos porque la señora de los auriculares y el abanico no oía. Era de película de Berlanga.
Es alucinante que, a casi 50 años de que el hombre llegase a la luna y se oyese hablar a Neil, en todos los Plenos del Ayuntamiento de Pozuelo haya problemas de micro y que la grabación dependa de que una señora con auriculares y abanico lo grabe en su ordenador o no.
Y cuento todo esto porque, a falta de interés político como ya escribí en la previa, durante todo el Pleno me he dedicado a observar a los concejales y a la mesa presidencial y debo decir que es ahí donde ha estado su interés. Ha sido un espectáculo grandioso. Lo único que siento es no poder saber de quién fue la llamada que recibió la alcaldesa-presidenta para levantarse y abandonar el Pleno como alma que lleva el diablo.
¿Sería una llamada de Pablo Casado?
Nunca lo sabré. Y no crean que no siento una cierta frustración política por ello. Ha sido una situación digna de saberse. Es lo que tocaba. Y debió ser buena noticia porque la alcaldesa volvió con cara de no haber roto un plato en su vida.
Pero, si he de elegir algo que refleje lo que ha acontecido en este Pleno, me quedo con la cara de su Secretario General Gonzalo Cerrillo. Interesantísima. Digna de estudio. No sé si hacía el papel de padre prefecto, de estatua humana, de jugador de póquer o, sencillamente, estaba dormido con los ojos abiertos. Hay gente que puede hacerlo. Me lo han dicho. Yo solo he visto a una liebre y a un presidente de un Consejo de Administración pero no estoy muy seguro…
En cualquier caso, Cerrillo ha sido todo un personaje y, a través de su observación intentaré hacer la crónica política de este Pleno aunque no ha dado para mucho…
Así que vayamos por partes, que diría Jack el Destripador…
Lo primero que observé al entrar en el Salón de Plenos fue que, en cada escaño, había una botellita de plástico de agua para que bebiesen sus señorías y saqué una conclusión desalentadora: O no lee tanta gente la Previa como dicen los marcadores de audiencia de El Correo de Pozuelo o no hacen ni puñetero caso a mi sugerencia de que, al menos en el Pleno de junio, se tuviese el gesto de no usar botellitas de agua de plástico y beber agua del grifo. Posiblemente, se dieron las dos posibilidades. Tomo nota de ello en cualquier caso.
Y ya entrando en materia política concreta, iré a las mociones de impulso político. Impulso político del que pasa en Gobierno de la señora Quislant ya que no presentó ninguna. Total, ¿para qué? Para nada por mucho que Paloma Tejero se empeñe en decir que queda mucha legislatura.
Cuando la alcaldesa dio la palabra a Adolfo Moreno en la primera moción sobre la gratuidad de los libros de texto y el portavoz de Ciudadanos empezó a hacer una disertación digna de un diputado en la Asamblea de Madrid, yo miré a Cerrillo… Y Cerrillo, como si nada, siguió impasible el ademán. No como Quislant y Oria, que se lanzaron sobre sus iPads…
¿Qué pensará Cerrillo de esta pérdida de tiempo, me pregunté?
Pero Gonzalo no se inmutaba. Creo que dormía con los ojos abiertos. Adolfo debería abandonar los lugares comunes como argumentos políticos de su discurso porque eso duerme hasta al Secretario General del Pleno. Cerrillo, profesional, certificó, después, la votación y volvió a su invariable mirada al infinito.
Cuando la presidenta le dio la palabra a Pablo Gómez Perpinyà para defender la moción de Somos Pozuelo sobre la necesidad de construir en Pozuelo una escuela infantil, yo volví a mirar a Cerrillo. Pero esta vez, no dormía. Todo lo contrario. Estaba agazapado. Como el que lleva un full de ases-reyes en una partida de póquer…
No se inmutaba, pero en cuanto Pablo se salió del guión, Gonzalo hizo el papel de la señora de los auriculares y el abanico y dijo que aquello no era así y mandó parar. Perpinyà rectificó y no sé si, como consecuencia de esa interrupción o porque se perdió entre tantos datos como daba todo el mundo, el caso es que su previsible duelo político con Almudena Ruiz Escudero quedó en nada.
Gonzalo volvió a ser un convidado de piedra y al portavoz de Somos Pozuelo le sobraron datos y le faltó política. Lo hizo exactamente al revés y no interesó a nadie. Los datos no son política. Los datos solo sirven para apoyar la política no para sustituirla.
Al terminar, Cerrillo certificó la votación y volvió a su invariable mirada al infinito.
En la tercera moción, la que proponía el ahorro del agua y que defendió Helio Cobaleda, Cerrillo se durmió del todo. Estoy seguro. Creo que cerró, incluso, los ojos… O eso me pareció porque el que se durmió fui yo… Entre lo manoseado del tema y la música y la letra que le puso Carlos Ulecia en un loable intento por ser original, me quedé sopa. Fue como una nana. Tanto que no sé en que quedó la votación…
Pero no debo preocuparme, sé que Gonzalo Cerrillo hizo el conteo exacto. Aunque no sé para qué, la aprobación de mociones en el Pleno del Ayuntamiento de Pozuelo viene a ser lo mismo que tener un tío en Alcalá que ni es tío ni es ná.
De las preguntas orales, paso. Creo que solo sirven para que algunos concejales tengan su minuto de gloria. La pregunta onanista del Gobierno sobre la reforma del Colegio Asunción de Nuestra Señora debió gustarle mucho a Pablo Gil en su día porque es la segunda vez que se la hacen…
La siesta del Pleno me ha servido para no dormir mi siesta natural y así ver el partido del mundial… Algo es algo.
El Capitán Possuelo