Por primera vez, la policía, aplicando la ley, impidió que un grandioso espectáculo deportivo se convirtiese en una fiesta de los independentistas catalanes. Luego, el Barça arrolló al Sevilla

Cuatro Copas del Rey de futbol seguidas lleva ganadas el Barcelona. La del sábado pasado en el Wanda Metropolitano con el final esperado frente al Sevilla aunque con mucha más facilidad de la esperada. Más le hubiera valido jugar así frente a la Roma.
Pero el resultado final del partido es lo de menos en una final cargada de política ya que, por primera vez, los independentistas catalanes no pudieron reírse del resto de España, y digo resto porque ellos también son España como dice la Constitución.
La actuación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado impidieron el numerito a que nos tenían acostumbrados los independentistas catalanes. Pitidos hubo cuando sonaba el Himno Nacional, pero fueron superados con creces por las voces de los sevillistas y algunos catalanes que entonaban un himno sin letra lo suficientemente potente como para superar los silbidos.
Las camisetas amarillas brillaron… por su ausencia. Chapó por la Policía a la entrada del Wanda que, aplicando la ley, llenaron cajas y cajas que podrían aprovecharlas en el tercer mundo, que es en donde merecen estar los que van contra la unidad de España. Y eso que el Presidente del Barcelona, Sr. Bartomeu, en las horas previas a jugarse la Final pedía respeto a su dividida afición, mas independentistas que españolistas. No convenció a unos ni a los otros, quedando con el trasero al aire.
Por lo demás, no voy a descubrir ahora quien es Messi, pero de todos los jugadores que intervinieron en el partido destacó la actuación de Andrés Iniesta, aplaudido por todo el Estadio.
Es posible que sus horas en el Barça estén contadas. Su salida será dolorosa para todos. Pero el manchego de Fuentealbilla merecerá un nuevo comentario en exclusiva.
José Antonio Rosa