El capitán de navío Luis Cadarso murió por España, en la derrota de Cavite, cuando intentaba evacuar el “Reina Cristina” su buque incendiado a causa de los 81 impactos recibidos
El capitán de navío Luis Cadarso Rey, comandante del crucero de 1ª clase Reina Cristina, fue el caído de mayor graduación de la Armada española en la batalla de Cavite, el 1º de mayo de 1898, entre las escuadras españolas mandadas por el almirante Patricio Montojo Pasaron, jefe del apostadero de Filipinas, y norteamericana mandada por el comodoro George Dewey.
Esta derrota, junto a la de Santiago de Cuba, supusieron la aniquilación de las fuerzas navales españolas, arrastrando con ello la pérdida de las últimas colonias españolas en el mar Caribe y el océano Pacífico.
El capitán de navío Cadarso estaba al mando del crucero de 1ª clase Reina Cristina, un navío de casco de hierro que fue el primer buque metálico de gran porte construido en astilleros españoles, llevaba el nombre en honor a la segunda consorte del rey Alfonso XII, la reina María Cristina de Habsburgo- Lorena, Regente del Reino debido a la minoría de edad de su hijo y futuro Rey, Alfonso XIII. Era una nave moderna, fue botado en 1890, destinada al apostadero de Filipinas donde trascurrió toda su vida activa. Durante la batalla de Cavite fue el navío insignia del almirante Montojo. Tomado como blanco principal por los buques enemigos, fue acribillado, incendiado, con daños importantes y numerosas bajas.
A las 5 de la mañana del día 1º de mayo de 1898, los buques españoles abrieron fuego contra los norteamericanos, estos contestaron poco después concentrando el fuego de los grandes cruceros protegidos sobre los cruceros españoles Castilla y Cristina, este último no podía navegar porque tenía las maquinas averiada.
Los buques americanos realizaban pasadas a baja velocidad sobre las posiciones estáticas de los navíos españoles que, demasiado juntos, parados o moviéndose lentamente, ofrecían un buen blanco. La superioridad norteamericana sobre la escuadra española era evidente y se basaba en sus cañones de gran calibre, superiores a los que montaba los españoles, y a la calidad de los cañones de tiro rápido. Ante este hecho, el mando español ordenó un ataque con torpedos que fue llevado a cabo por el Cristina y el Juan de Austria. El ataque fue infructuoso y el Cristina tuvo que retirarse alcanzado por el enemigo, incendiado y averiado.
Después de dos horas de combate, la escuadra española no estaba en malas condiciones, solo el Castilla y el Cristina tenían graves daños, numerosas bajas y estaban incendiados, pero se mantenían a flote y los incendios estaban controlados, el resto de la escuadra apenas había recibido algunos impactos y continuaba en condiciones de mantener el combate. Montojo trasladó su insignia desde el Cristina al Isla de Cuba.
El comodoro Dewey se retiró del combate al ver los escasos resultados que había obtenido y abandonó la bahía de Manila. No había conseguido disminuir el volumen de fuego de los navíos españoles. Los incendios habían sido extinguidos sin daños visibles en los buques y estos seguían disparando. En general, nada hacía pensar que habían causado serios daños a los buques españoles. La situación era preocupante para la escuadra norteamericana, estaba muy alejada de sus bases y el consumo de proyectiles era excesivo. Si no conseguía acabar con la escuadra española, que luchaba en su terreno y muy cerca de sus puntos de apoyo, y se quedaban sin municiones podía pasar de ser atacante a ser atacados.
Pero ocurrió lo que menos esperaba el comodoro Dewey, el almirante Montoro dio el combate por perdido, ordenó abandonar los navíos incendiados, el Cristina y el Castilla, y desembarcó en Cavite para curarse una contusión en una pierna. Se declaró derrotado y ordenó al jefe del Arsenal, Enrique Sostoa Ibáñez, varar los buques y desembarcar a las tripulaciones si los norteamericanos volvían al combate. A continuación, se trasladó a Manila abandonando a sus hombres y sus buques.
Aquello hundió la moral de las tripulaciones. El Cristina y el Castilla fueron evacuados, los incendios que estaba controlados se reavivaron y ambos buques explotaron. El comandante del Castilla era el capitán de navío Alonso Morgado Pita da Veiga, herido en el combate y condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando.
Al oír las explosiones, el comodoro Dewey volvió al combate a las 11 y cuarto de la mañana, apenas encontró resistencia pues los barcos españoles estaban siendo varados y hundidos por sus tripulaciones que se refugiaron en el arsenal. Solo continuaron haciendo fuego los cañones emplazados en Punta Sangley hasta que, visto la inutilidad de la resistencia, se izó bandera de parlamento a las 14: 30 horas.
Durante la batalla murió el capitán de navío Luis Cadarso al ser alcanzado por una granada norteamericana mientras dirigía la evacuación de su buque incendiado. El Cristina fue el navío español que más impactos tuvo, un total de 81, casi tres veces más que el siguiente buque español en la lista de impactos recibidos.
Los estadounidenses reconocieron 13 muertos en combate y 38 heridos. Por parte española fueron 60 los muertos y 222 los heridos en la escuadra y 17 muerto y 49 heridos en el bombardeo final del arsenal cuando ya se había derrumbado la defensa.
Luis Cadarso había nacido en Noya, La Coruña, en 1843, sexto hijo de una familia sin antecedentes militares. Ingresó en el Colegio Naval Militar, alférez de navío en 1965, siguió su carrera militar hasta ser ascendido al empleo de capitán de navío en 1895. Durante su carrera militar residió una larga temporada en Filipinas donde participó activamente en las campañas militares contra los piratas filipinos. Fue gobernador de las islas Carolinas durante tres años, nombrado para sustituir al anterior gobernador y acabar con la rebelión de los nativos de la isla de Ponapé. Después de su muerte gloriosa, fue ascendido a título póstumo a Almirante.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador
Para saber más:
- EL combate de Cavite: un hito decisivo en la pérdida de Filipinas en 1898. Agustín R. Rodríguez. Revista de Indias, año 1998, vol. LVIII, n.º 213.
- Internet