Carta abierta a Félix Alba, el pozuelero que nunca tuvo que dejarse utilizar por los que hicieron de Pozuelo su cortijo pero que, al final, puso su dignidad encima de la mesa y abrió la mayor crisis de PP en la villa
Y Félix dimitió. Aunque este no será el final de la historia del PP de Pozuelo. Ni mucho menos. Tampoco es el principio. Esto empezó hace mucho tiempo. Con la elaboración de las listas del PP para el Ayuntamiento. Lo que mal empieza… ya se sabe, mal acaba. Y esto ha sido el to be continued del PP de mi pueblo.
Querido Félix, nunca tuviste que dejarte utilizar. Y tú te enfadaste conmigo por lo que escribí sobre ti. Hoy lamento ser como mi madre. “Si me hubieras hecho caso, otro gallo cantaría”. Y te lo dije. No aceptes ese número tres diabólico en las listas de tu partido. Pero es que tú eres demasiado noble. Demasiado honesto. Demasiado bueno. Y, permitidme, con mucho cariño y respeto, demasiado “tonto”.
En ese momento cada uno ya jugaba sus cartas. Recordemos. Adrados veía que se marchaba si Cifuentes ganaba. Por fin saldría corriendo de nuestro pueblo. Su gran deseo oculto. Pero si no ganaba, se quedaría con la Alcaldía. ¡Qué remedio! Otros cuatro años más, a la sopa boba. Pero no. Ella lo consiguió. Nos mintió a todos. Pero a ti, querido Félix, el primero. “Yo seré alcaldesa”, decía una y otra vez. Y tú aceptaste ser el número tres.
Susana. La Quislant. Cuenta la verdad, amigo. No la queríais ninguno. Ninguno. Pero ella se trajo fichajes de fuera. Algo olía a podrido en la lista. Su posición como número dos impuesta por Adrados y Esperanza Aguirre os horrorizó a todos. Almudena, Juana Beatriz y Mónica incluidas. Estas tres no por cuestiones ideológicas o de partido. Simple y llanamente, porque “es lo peor”. Pero ya se sabe, ¿verdad, Félix? Donde dije digo, digo Diego. Aquí por 65.000€ se vende cualquiera. Y Susana su objetivo fue la Alcaldía porque bastante había aguantado a la “mala” de Paloma Adrados. Fue el “porque yo lo valgo”, menos merecido de la historia. Y muchos se rindieron. Tú, no. Te equivocaste. Confiaste. Y te han fallado muchos.
Y de Enrique, ¿qué? Ah, sí. En aquellos días andaba como pollo sin cabeza suplicando a todos mantenerse en la lista y subir a la hermanísima de puestos porque si no, no saldría. Estaba aterrorizado porque tenía el estigma de ser “aguirrista” hasta la médula. Otro “amigo” de Adrados que se dedicó a ofrecer palabras amables a la Alcaldesa y ya ex presidenta del PP de Pozuelo. Y Félix sabía que con el entonces Secretario General, hoy presidente gracias a su apoyo, no podía contar nadie. Salvo que en el apellido llevaras el sello Ruiz Escudero o similar. Enrique ha sabido jugar sus cartas con el actual Secretario del PP Regional. Ángel Garrido. Y se ha salvado. Tú, no.
Y llegó la dimisión de Adrados. Y la imposición de Quislant. Y ahí, amigo, no tuviste valentía. Junio de 2015. Tú ya lo tenías todo claro. Sabías lo que iba a suceder. Pero confiaste. Demasiado confiaste. Y confiaste en que pudieras vengarte de Susana en una asamblea local del PP, pero desde atrás. Desde la sombra. Enrique no tenía apoyos. Y tú esperabas o bien darle un zarpazo a la Quislant o bien pasar tranquilo los años que quedaban de legislatura. Y jubilarte sin problemas.
Pero salió mal la jugada. Te empujaron hacia delante. Algunos compañeros tuyos. Y, con la espada en la mano, te esperaba Enrique para decirte aquello de que, ¿en qué momento se te ha ocurrido pensar que tú estarías por encima de mi? Yo soy Enrique Ruiz. Y tú trabajarás para que yo consiga mis objetivos. Y, de repente, te golpearon en tu dignidad. Y dijiste. Se acabó.
Cumpliste con tu partido. Ayudaste a ganar a Enrique. Extrañamente junto con Susana y Paloma Adrados. O eso, o te empujaron a impedir que la otra candidata ganara. No aceptaste el juego sucio que hubo. Te ha parecido indecente todo lo que ha pasado. Pero por ese extraño sentido tuyo de lealtad. Callaste. Pactaste. Y te han vuelto a fallar. Y ya tu dignidad y corazón, no pudieron más.
Félix, muchos han escrito sobre qué pasó. Incluso yo misma puedo hacer mis propias conjeturas. Equivocarme o acertar. Pero, no es necesario que lo haga. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Te la han clavado. Donde más duele. Y, por primera vez, te digo: Has actuado con honestidad, con lealtad y con valentía.
Te han fallado todos los que te prometieron el oro y el moro. Y tú ya tienes muchos años sobre tu espalda y otros objetivos en tu vida. Si van a fracasar, que lo hagan otros. Tú, no.
Sebastián estaba triste y mi prima también. Pero todos sabemos que es lo mejor para ti. Unos pocos quieren de esta barbaridad política que quede limpio el nombre del nuevo presidente de vuestra agrupación local. Pero todos sabemos que te traicionó, que traicionará y que siempre buscará otro culpable. No hay mejor excusa que echarle la culpa a la mala de Susana Pérez Quislant.
Redondo. Le ha salido redondo. Salvo un error garrafal en su estrategia. No pensó que tú no eres como ellos. Pensaban que eras un títere que aceptó la imposición de la Regional. Que decidió no presentarse “por miedo”. Todos ellos pensaron, Félix traga. Pero Félix dejó de tragar.
Por respeto a toda tu familia y a ti, el primero. Quiero que sepas que jamás contaré lo que sé. Lo que sabemos muchos. Ojalá algún día puedas quitarte todos tus temores, ya injustificados, y cuentes la verdad a todos los vecinos pozueleros y a los afiliados del PP. Si ese día llega, amigo, ese día será el principio de un nuevo PP en mi pueblo. Pero si no llega, no te preocupes. Tú ya has hecho lo suficiente. Y ahora que cada palo aguante su vela.
Fue un martes negro en mi pueblo. Quizás el adiós más esperado y menos deseado. Pero el más digno de los últimos años de nuestra política local. No te marches con un mal sabor de boca. Por lo que no hiciste, ya no merece la pena arrepentirse. Y por lo que hiciste, menos. Así aprenderán los Garrido de turno.
Pozuelo no es el cortijo de nadie y pronto, muy pronto, ese darán cuenta.
Mucha suerte, querido doctor.
Sira Q.