El lado oscuro de internet, aunque al final de los más oscuros túneles siempre hay una luz al fondo…

Aún nos hallamos sufriendo las consecuencias del ataque informático que ha inundado el mundo. Según informaciones aparecidas este pasado fin de semana, la Oficina de Policía Europea, Europol, teme que el número de afectados por el ciberataque se dispare los próximos días. La Policía europea confirma que por ahora ha habido 200.000 víctimas en 150 países que han sido afectados por el ‘ransomware’. “Llevamos a cabo operaciones contra unos 200 ciberataques al año pero nunca habíamos visto nada así”, subrayó el jefe de la Policía europea.
No es que hechos similares nos pillen por sorpresa. Hace ya tiempo que el ingeniero Leonard Kleinrock, profesor en la UCLA y uno de los considerados como “padres” de Internet ya avisó de los riesgos a los que nos enfrentamos. Un pecado de ingenuidad porque según dice este experto, en los inicios de la Red “no teníamos para nada interiorizado el planteamiento de impedir el acceso a la misma para protegernos, porque se compartía todo y no se preveía que habría malos en ella”. Riesgos que serán aún mayores y más numerosos en el futuro, pues “Internet será como un sistema nervioso mundial omnipresente, con todo el mundo conectado”.
Y si los que apenas entendemos de informática nos asustamos frente a los volúmenes de información al alcance de nuestras máquinas, eso es porque pocos han oído hablar del Internet Oscuro y el Internet Profundo. ¿Qué son? Muy sencillo. En el Internet Profundo está toda la información que, generalmente por causas técnicas no puede ser rastreada, por ejemplo, grandes bases de datos de las Universidades y otros centros de conocimiento, que no aparecen si queremos encontrarlos con los populares buscadores que todos usamos (Google, Yahoo, Big, etc). Pero el Internet Oscuro es otra cosa. Otra cosa MUY distinta e inquietante. En ese sector tenebroso la información que contiene está deliberadamente oculta a los ojos del vulgo. Y según nos cuenta un experto llamado Nathan Chandler, “Usted puede encontrar productos y actividades ilegales de todo tipo a través de la Internet Oscura. Eso incluye las drogas ilícitas, la pornografía infantil, números de tarjetas de crédito robadas, tráfico de personas, armas, animales exóticos, medios de comunicación con derechos de autor y cualquier otra cosa que se pueda imaginar”. Por ejemplo, la desaparecida Ruta de la Seda, posteriormente cerrada por el FBI, que era un mercado online donde los usuarios podían comprar drogas, armas y todo tipo de artículos ilegales.
¿Y esa oscuridad es grande? No, grande no. Gigantesca. Y su ritmo de crecimiento, inimaginable. Por poner un ejemplo, en el año 2000 se estimaba que la Internet superficial, en la que todos nos movemos, ocupaba 167 Terabytes. En esa época el tamaño del Internet invisible llenaba unos 550.000 millones de documentos y ocuparía unos 7.500 Terabytes. Bien, pues las últimas estimaciones calculan que ese otro Internet no accesible al público debe de estar compuesto actualmente por cerca de 100.000 Terabytes. Más de un 95% de toda la información de la Red circula de forma subterránea e invisible.
¿Y quiénes fueron los que contribuyeron en buena medida a la creación de esta mortífera telaraña? Según nos cuenta Chandler fue el resultado de un proyecto secreto realizado por el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos, que creó un sistema llamado Tor para que pudiera ser usado por los disidentes y los denunciantes políticos, con el fin de que pudieran comunicarse sin temor a sufrir represalias. “Tor fue tan eficaz en la prestación de anonimato para estos grupos que no pasó mucho tiempo antes de que mentes criminales empezaran a usarlo también”. Una vez más queda demostrado que toda arma posee dos filos.
Lo cual se demuestra porque, pese a que ese lado oscuro de Internet pulula de criminales y gentes de mal vivir, Chandler nos recuerda que “un artículo escrito por investigadores de la Universidad de Luxemburgo (Content and Popularity Analysis of Tor Hidden Services) intentó clasificar los materiales más comúnmente accedidos en la Internet Oscura. Lo que encontraron fue que, aunque los sitios de comercio en actividades ilegales y contenido para adultos son muy populares, también lo son los relacionados con los derechos humanos y la libertad de información.
Ninguna sorpresa. ¿Pues no es esa la principal característica del ser humano? “Si mis demonios me abandonan, temo que mis ángeles también se marchen”, dijo el poeta Rainer Maria Rilke.
Y recuerda: al final de los más oscuros túneles siempre hay una luz al fondo. Encenderla o no, es cosa nuestra.
Abelardo Hernández