Sueño con unas Fiestas de Pozuelo dignas de esta ciudad y en las que lo popular no se confunda con lo chabacano
(Este artículo se publicó en El Correo de Pozuelo….)
(3-09-2015)
Hoy, como dijo Martin Luther King aquel 28 de agosto de 1963 delante del monumento a Abraham Lincoln en Washington DC, tengo un sueño. Sigo teniendo un sueño. Lo tengo desde hace años. Desde que me di cuenta a finales de los 90 que ya Pozuelo no era un pueblo manchego cercano a Madrid sino una ciudad importante que había evolucionado en casi todo menos en sus fiestas. Las fiestas como los cementerios son el mejor reflejo del espíritu que se respira en el pueblo o la ciudad. El cementerio de Pozuelo está a la altura de lo que es Pozuelo ciudad. Sus fiestas, se han quedado en el siglo pasado.
Por eso, sueño con que un día las Fiestas de la Consolación de Pozuelo Alarcón sean dignas de esta ciudad y que sus organizadores no se empeñen en confundir lo popular con lo chabacano, por el razonamiento simplista de que eso era lo que se hacía toda la vida en este pueblo.
Pero no teman estos puristas, no voy a entrar a comentar el programa que han confeccionado las peñas para su uso y disfrute y que ha consentido el Gobierno del Ayuntamiento, que las desprecia olímpicamente, pero que no se atreve a hacer nada por cambiarlas porque teme que le echen en cara que va contra las raíces de la ‘pureza pozuelera’. No. No voy a entrar a pormenorizar el programa. Ya lo he hecho otros años y siempre es lo mismo. Puf.
Hoy, solo hablaré de conceptos porque mientras no se supere esa barrera intelectual, las Fiestas de la Consolación de Pozuelo de Alarcón seguirán siendo un remedo sanferminero y Pozuelo no es Pamplona; seguirán siendo unas fiestas como las de cualquier pueblo de La Mancha cuando Pozuelo ya tendría que ser, conceptualmente, Distrito Federal porque no tiene nada que ver con los pueblos y ciudades de su entorno; y unas fiestas, en definitiva, que aunque mantuviesen tradiciones populares (no hay por qué despreciarlas pero en su justa medida), éstas se mezclaran con nuevas maneras de entender lo popular. En el Siglo XXI, en una ciudad tan prestigiosa como Pozuelo, sobra el olor a panceta y falta cultura popular.
Hoy, y lo he dicho muchas veces, sigo soñando con un pregón cultural, que leyese un intelectual de prestigio en el MIRA Teatro, y que se le diese la altura y la liturgia necesaria para que llamase la atención de toda la Comunidad de Madrid, aunque luego alguien popular, desde la balconada del viejo Ayuntamiento, dijese que empezaban las fiestas.
Hoy sueño con una fiestas mucho más cortas. No tiene sentido mantener 8 días de fiestas con mil tiempos muertos. Esta ciudad, insisto, no es Pamplona. La mayoría de los pozueleros trabaja fuera de Pozuelo y tienen que seguir con su vida porque a media calle de esta ciudad es un día normal y pedir permiso a cambio de vacaciones para pasear todo el día detrás de una charanga no merece la pena.
Hoy sigo soñando con que las fiestas, aparte de tener menos días, se concentren por la tarde. Para que puedan asistir también los niños, porque ya son días lectivos.
Y sueño con actuaciones de cantantes importantes en el Auditorio de El Torreón y no con discotecas móviles chundaratas, y con una programación de obras de teatro prestigiosas, y con corridas de toros importantes ( y olvidemos ya los remedos de encierros y ridículos encierros chiquis), y con torneos de deportes con prestigiosos equipos (de Baloncesto por ejemplo, ya que presumimos de afición…)
Y sueño con conciertos de grandes bandas, que Pozuelo ya es una ciudad prestigiosa en ese terreno. Menos charangas y más música de grandes bandas.
Y sueño, con actividades en el real de feria que superen al tiovivo, los coches de choque y esas insalubres casetas de pinchos… Sueño con actividades que provoquen la participación de chicos y mayores.
Sueño con unas fiestas que estimulen la necesidad de participar en ella a los pozueleros que viven en las grandes urbanizaciones, que también son pozueleros pese a que ese ‘sanedrín’ que se mira el ombligo en algunos foros de internet se considere el único digno de serlo y de decidir quién lo es, en unos debates de ínfimo nivel intelectual.
Hoy, sueño con unas fiestas de Pozuelo de las que sentirme orgulloso. No en unas fiestas pueblerinas, hechas por unos pocos y para unos pocos en nombre de todos.
En esta ciudad, nunca tan pocos hicieron tan poco por tantos, rememorando a Churchill.
El sábado empiezan las fiestas con el Pregón. Un pregón que será un esperpento porque ni es el lugar apropiado ni reúne las mínimas condiciones para llevarlo a cabo. Las peñas, con presencia privilegiada y casi exclusiva, no harán ni caso al pregonero. Querrán que su discurso sea cortito y les cuente que ellos son la sal de la fiestas.
Después, solo ellos se divertirán.
El Capitán Possuelo