La alcaldesa de Pozuelo carece de liderazgo político y vuelve a esconderse ante la nueva situación política del Monte de Pozuelo
(Hace un año, este artículo se podía leer en El Correo de Pozuelo….)
(03-08-15) El Gobierno de la señora Quislant sigue la misma política que la señora Adrados en materia de comunicación. Lo importante es el silencio. El silencio manda. Técnica de comunicación ‘Estera’. A recibir palos. De lo que se trata es de aguantar lo que sea y como sea. Jamás toma la iniciativa. Creo que porque esta alcaldesa, como la anterior, carece de capacidad para el liderazgo político.
El viernes pasado se produjo una noticia muy importante para Pozuelo de Alarcón. La oposición en la Asamblea de Madrid se unió para pedir la derogación de la Ley VIRUS que tanta contestación política tiene en esta ciudad desde hace años. Una ley que permitía construir viviendas a los propietarios del Monte de Pozuelo. De hecho, se precipitaron a solicitar licencias. Con una que se diese, el valor del Monte se multiplicaría por cien.
El Gobierno de Pozuelo nunca supo qué hacer. Tiene planificado salvar el Monte con una permuta de terrenos en la zona de Montegancedo pero nunca supo cómo llevarlo a cabo. Si permitía construir en el Monte, la cosa se complicaba políticamente y, si no lo hacía, prevaricaba. La alternativa del diablo.
Ahora, el tema ha cambiado. Y todo el mundo ha hablado. La oposición pozuelera está contenta con esta Proposición de Ley que, con seguridad, derogará la ley VIRUS porque quienes la proponen tienen mayoría suficiente en la Asamblea de Madrid.
Todo el mundo ha hablado menos el Gobierno de Pozuelo. Me cuentan que no sabe qué hacer. Que está desorientado. No se sabe si porque la señora Quislant asume su derrota, propia de esa vieja política que practica, o por la más antigua aún excusa política: Eso no depende de nosotros. Es cosa de la Asamblea. El caso es que han decidido taparse y dejar pasar el tiempo.
Torpe política o desconocimiento, porque aquí quien ha ganado ha sido toda la ciudad Pozuelo de Alarcón. Y hay que subirse a ese carro político, señora. Aunque sea solo diciendo que ‘se espera que todo llegue a buen puerto’.
La Piraña del Meaques