Reflexiones políticas, basadas en viejas prácticas y dedicadas a los aspirantes a concejales de Pozuelo: “Si no tienes nada que ofrecer, nada que nos ilusione, no lo vengas a ofrecer aquí”
“Si no tienes nada que hacer, no lo vengas a hacer aquí”. Esta es la reflexión que figuraba en un cartel que colgaba en una antigua librería del centro de Madrid. Y la traigo a colación, porque nos viene como anillo al dedo en esta época preelectoral. Una época para la que podríamos adaptar la mencionada reflexión a la siguiente, dirigida a quienes se nos ofrecen a dirigir la política municipal, “si no tienes nada que ofrecer, nada que nos ilusione, no lo vengas a ofrecer aquí”. No lo vengas a ofrecer a Pozuelo.
Todos los candidatos me responderán que tienen cosas que ofrecer y que figuran en sus programas electorales. Pero de lo que hablo, no es de prometer una larga serie de medidas inconexas y hábilmente dirigidas a la siempre atractiva situación de rascarnos menos el bolsillo. De lo que hablo es de algo mucho más importante, es de tener un modelo de ciudad en la cabeza y en el corazón. Se trata de que cada uno de los candidatos nos exponga el modelo de ciudad que tienen, ¿qué quieren para Pozuelo y como quieren que sea el Pozuelo de los próximos años? Y con ese modelo como objetivo, que serie de medidas y actuaciones concretas y coordinadas están dispuestos a llevar a cabo para conseguirlo.
De lo que hablo, es que los candidatos huyan de la fácil tentación de hablar de lugares comunes, y de que se mojen y nos ofrezcan soluciones concretas. De que se limiten a prometernos a recuperar los cascos del pueblo y la estación y que no nos expliquen sin embargo, que quieren llevar a cabo para conseguirlo. De que nos expliquen claramente la letra pequeña de su contrato. De que nos digan, en definitiva, cómo y de qué manera, quieren conseguir los objetivos que se proponen.
Tanto el modelo de ciudad como las medidas concretas a aplicar son, o deberían ser, lo que de verdad defina el proyecto político de cada uno de los candidatos. Esto y la ilusión y la credibilidad que cada uno tenga para conseguirlo. Examinemos pues los programas electorales. Hagámoslo sin fijarnos en las siglas que encabecen dichos programas, fijémonos en su contenido. En si lo que proponen, refleja de verdad un programa político coherente, atractivo e ilusionante para que Pozuelo pueda renacer de sus actuales cenizas.
El Comunero