El aguirrismo se resiste a desaparecer en el PP de Madrid y presenta batalla a Cifuentes ¿Qué papel está desempeñando la alcaldesa Quislant en el conflicto?

Hace unos días, Cristina Cifuentes, como presidenta de la Gestora del PP de Madrid, marcó las líneas maestras de su jugada política: Apostar por la transparencia, la eficacia y el compromiso.
Y junto a ello, realizar una auditoría económica para analizar la gestión de la anterior directiva. Y también, por supuesto, la cesantía de todo lo que significa aguirrismo en la Gestora. Ya saben, esa manera tan peculiar de hacer política y ese grupo de políticos ‘contaminados’, digamos, por todo lo que ha significado la gestión de Esperanza Aguirre en el PP y en la Comunidad, y que tantos escándalos ha producido y tanto daño le ha hecho al PP de Madrid.
Pero eso que se ha dado en llamar aguirrismo en el Partido Popular no es tan fácil de acabar como se piensa. La estructura del partido en Madrid se ha cimentado durante doce años en las decisiones de Esperanza Aguirre y eso no será fácil de reducir. Esperanza ya no manda pero su gente sigue ocupando puestos importantes en el partido. Y, desde esa circunstancia política, mantienen un gran poder en él.
¿Cómo va a solucionar, entonces, Cristina Cifuentes este importante problema?
La Presidenta de la Comunidad de Madrid quiere librar la batalla defendiendo, de cara al Congreso Regional, su lema ‘un afiliado un voto’ y abriendo el partido a la militancia. Una medida con la que espera convencer a unos militantes acostumbrados a ser poco consultados en decisiones importantes. Y, como el Congreso Regional sería como poco en diciembre, según los estatutos de PP, Cifuentes piensa que tiene tiempo para convencer a todos los peperos.
Pero, repito, lo va a tener muy duro. Muy duro porque, de los 94.000 afiliados que tiene el PP de Madrid, es posible que 32.000 aguirristas sean alcaldes, estén enchufados o presidan agrupaciones locales, lo que, a primera vista, no está claro que la medida de ‘un militante un voto’ sea la acertada para acabar con el aguirrismo.
Hay quien cree, incluso, que sería mejor mantener el control del partido ‘a las bravas’, como se ha hecho hasta ahora, para desenganchar ‘manu militari’ a la mayoría de esos 32.000 aguirristas incrustados en las estructuras del partido y, a continuación, obrar en consecuencia.
Es cierto que, como pasa siempre, muchos de estos dirigentes cambiarán de chaqueta. Es muy habitual en política. Muchos políticos, en situaciones parecidas, ‘huelen’ peligro y cambian su manera de pensar de la noche a la mañana. Juan Soler, presidente del PP en Getafe, ha sido el primero de todos pero serán muchos. Juan era más aguirrista que Esperanza y ahora por Cifuentes ‘mata’, como Belén Esteban por su hija.
Pero lo que nos importa a los pozueleros es saber qué va a pasar en Pozuelo de Alarcón con todo esto. Pozuelo es una ciudad que se ha convertido, de pronto, en importante para el PP, gracias a su mayoría absoluta y a que es aguirrista hasta la médula.
¿Qué pasará en el PP de Pozuelo?
Y lo más importante, ¿qué papel está desempeñando la alcaldesa Quislant en este conflicto?
Para empezar diré que todos los alcaldes aguirristas están cabreados con Cifuentes porque la Presidenta de la Gestora Popular no ha contado con ninguno. Ni siquiera con David Pérez. ¡Qué rabia, David! Y tú que te creías el rey de todo el mundo… Cachis…
Por supuesto, tampoco ha contado con la alcaldesa de Pozuelo. Y eso, dicho sea de paso, enfadó mucho a Susana Pérez Quislant. Tanto que, los primeros días, anduvo como noqueada. No entendía nada. Ella era la alcaldesa de Pozuelo. De Pozuelo. Y eso a Cifuentes no le había importado nada. ¿Hasta donde vamos a llegar…? Y, más, cuando ella le había echado un órdago sobre la mesa de la Presidenta de la Comunidad de Madrid un par de semanas antes. ‘Porque yo lo valgo’.
Días después, y tras una serie de movimientos telefónicos y no telefónicos, Quilant se ha recompuesto. Y pese a que sabe que algunos alcaldes aguirristas se pasarán a Cifuentes porque, como Presidente de la Comunidad, maneja un presupuesto de 17.900 millones en inversiones para los municipios y eso es mucha pasta, ella está dispuesta a dar la gran batalla.
A Quislant no le preocupa lo de la pasta. Pozuelo tiene dinero de sobra y no necesita nada de Cifuentes. Y como ella no se resigna a morir, políticamente, en esta ciudad porque se juega mucho entre su sueldo y el de su marido, quiere seguir pisando fuerte en política. Susana Pérez Quislant ha probado la erótica del poder y sus buenos sueldos y eso es algo por lo que luchar madrileña.
¿Cuál será la posición política, entonces, de la alcaldesa de Pozuelo en esta batalla sin cuartel?
No se sabe por ahora, pero lo más probable es que intente hacerse fuerte políticamente, aglutinando en su entorno a otros alcaldes aguirristas, para crear un movimiento con la fuerza suficiente, de cara al Congreso regional, como para exigir un lugar a la sombra en el post-aguirrismo, ya que ella sigue pensando que Esperanza Aguirre no dejará a su gente en tierra de nadie y pudriéndose al sol.
El Capitán Possuelo