Carles Puigdemont echa un órdago al Estado de Derecho y a todos los españoles desde la opacidad de unos acuerdos misteriosos

Faltaban horas para volver a convocar elecciones catalanas. No había acuerdo entre los radicales antisistema de la CUP y esa extraña coalición separatista de Juntos por el sí. No tenían candidato que investir ante la falta de apoyos en la CUP a Artur Mas. Pero, apareció este nombre, Carles Puigdemont, Alcalde de Gerona (hoy ex Alcalde) y número tres de las listas de los separatistas por esa misma provincia. Probablemente, la persona que permitirá a Artur Mas seguir a su lado, parafraseando las palabras del mismo Mas, y que ratifica sus promesas y palabras. Es el candidato perfecto.
Artur Mas se ha ido sin agradecimientos por parte de Estado en el BOE. Se lo merece. Quizás haya sido el único Presidente Autonómico que se marcha así, pero se lo merece. No hay nada que agradecer al que ha iniciado la barbarie separatista ilegal, la división entre catalanes, al que ha mentido sobre España y al que tapa todos los casos de corrupción que le acechan.
Pese a lo que se dijo que se quedaba de diputado para seguir siendo aforado, se ha ido, incluso, del Parlament.
Pero se fue y llegó Carles Puigdemont y ya no se celebrarán, otra vez, elecciones en Cataluña. Llegó desde su número 3. Desde Gerona. Desde la opacidad de esos acuerdos misteriosos. Llegó Carles. Tenim President.
Y el nuevo President tomó posesión del cargo el martes sin prometer fidelidad ni al Rey ni a la Constitución. Y la Abogacía del Estado está estudiando emprender acciones legales. Saltarse un protocolo reglado y en vigor para todos los cargos y funcionarios tiene consecuencias legales, sin duda. Espero que él, la presidenta del Parlamento Catalán y todos los que incumplen nuestro ordenamiento jurídico asuman las consecuencias. Espero que haya firmeza.
Esta es la nueva forma de hacer política. Tomas de posesión al margen de nuestros reglamentos. Candidatos que no lo fueron. Pactos contra la voluntad ciudadana. Dos diputados de la CUP pasan a Junts Pel Si y se comprometen a votar en contra siempre de lo que propongan los partidos constitucionales. ¿Democracia y libertad en estado puro? Evidentemente, no .¿Fraude? Quizás. ¿Ilegalidad en la toma de posesión?, muy probable.
Pero sobre la elección del candidato, quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Todos tenemos que hacer autocrítica en este sentido. Hay que respetar a los ciudadanos y lo que cada opción política presenta para esas elecciones. No es lo mismo ser candidato, que ser el candidato. Pero ya hablaré de este tema. Lo de Cataluña es mucho peor porque supera con creces a todos, sobre todo por el fin ilegal que persiguen. Es un fraude moral que conlleva la inestabilidad en Cataluña y el asentamiento en el poder de radicales antisistema de la CUP. ¿Por qué? Querían evitar nuevas Elecciones en Cataluña porque el resultado electoral hubiera empeorado la situación a los del Si y la CUP y eso, amigos, es harina de otro costal.
Así que el forzado acuerdo llegó y era vital mantener una promesa: mantener el ataque a uno de los pilares de nuestro país, la Unidad de España. Por ello han aupado a la presidencia a quien ha destacado por sus declaraciones de ruptura con España y por su falta de respeto y poca elegancia en relación a la defensa de sus ideas. Es decir, las formaciones separatistas que han “pactado” no han priorizado elegir a una persona que sume. Todo lo contrario. En esta “selección” ha primado aquél que es capaz de “dejarse la piel” por conseguir la ruptura total con España. Aquél, que al finalizar su discurso “moderado” de investidura, alzó la voz proclamando “Visca Cataluña Liubre”, devolviéndonos a todos a esta triste realidad. Es aquél que el martes no prometió acatar la Constitución en un acto de chulería absoluta a todos.
Es la continuación del camino sin retorno hacia el desgobierno que lleva presidiendo Cataluña desde hace más de cinco años. Es el aviso de que van a cumplir con una declaración unilateral ilegal y es la amenaza a todos los españoles de que lo van a hacer. En definitiva, es un órdago al Estado de Derecho y a todos los españoles. Pero, ¿lo permitiremos?
Mariano Rajoy ha dicho que mientras él sea presidente no lo va a permitir. Carles Puigdemont ha dicho que las palabras de un presidente en funciones son palabras en funciones. Le da igual lo que diga Rajoy. Espera al siguiente Presidente para ver si las cosas cambian. Espera un gran pacto de izquierdas de este país para echar a Mariano Rajoy con acuerdos a cinco o seis bandas y con la complicidad de los despachos, algo que ellos conocen bien, y así culminar con éxito su barbarie separatista. Ojalá se equivoque por el bien de todos los españoles.
Pero hay Gobierno en España. Sin duda. Aunque esté en funciones. Y es responsable. Y sabe que tiene la obligación de defender el Estado de Derecho y la Unidad de España. Y lo hará mientras siga Mariano Rajoy en la presidencia. Y esa es nuestra garantía y la de los catalanes que se sienten españoles y también la de los españoles que sabemos que Cataluña es España. El Estado de Derecho jamás está en funciones y nuestra Constitución y nuestro ordenamiento jurídico está hecho precisamente con el objeto de no crear vacíos legales que puedan aprovecharlo aquellos que pretenden incumplir nuestras normas. Por lo tanto, el Gobierno en funciones será quien aplique y ejecute de manera firme y proporcional las consecuencias legales de las posibles ilegalidades, en caso de ser necesario.
Es evidente que el tema está que arde. La Unidad de España hay que defenderla sin fisuras y flaco favor hacen a esa defensa mensajes de otros políticos como el del socialista radical de izquierdas, Pedro Sánchez, cuando dice que apoya al gobierno hoy y al día siguiente le acusa de inmovilismo y pide diálogo con quienes dicen que no van a cumplir la ley.
En definitiva, nos espera un año movidito. Un año donde la política volverá a ser el principal problema de los españoles. Un año de conversaciones sin luz ni taquígrafos. Un año de peleas por el poder al precio que sea. Y un año lleno de inestabilidad. Pero esto es lo que hemos elegido. Ahora solo toca pedir sentido común a todos y remar hacia el mismo lado. Por la estabilidad y la Unidad. ¡VIVA ESPAÑA!
Gracias.
Yolanda Estrada