Los robots destruirán nuestros empleos irremediablemente
Hace no mucho escribía yo en esta sección acerca del llamamiento hecho por el famoso físico Stephen Hawking para que los investigadores estén prevenidos sobre los avances en Inteligencia Artificial que un día quizá no tan lejano, consigan elevar a las máquinas hasta convertirlas en la próxima especie inteligente que reine sobre este planeta.
No sabemos si las predicciones y las precauciones de Hawking podrían hacerse realidad mañana mismo, o por el contrario no son sino especulaciones enunciadas sobre un posible futuro que quizá nunca llegue a hacerse real.
Pero lo que sí parece más próximo, tan próximo que ya está sucediendo, es que los robots (dicho más propiamente los mecanismos y procesos automatizados) están destruyendo empleos, nuestros empleos, a una velocidad inimaginable.
Semejante predicción ha sido enunciada recientemente por Andy Haldane, director económico del Banco de Inglaterra: “En el Reino Unido –ha asegurado– los robots pueden acabar con unos 15 millones de empleos -la mitad de los empleos totales del país- en los próximos 20 años”. Conclusiones muy similares a las que llegó hace no mucho un estudio conjunto del Banco de América y la gestora Merril Lynch, según los cuales “el 47% de los puestos de trabajo en Estados Unidos serán ‘absorbidos’ por las máquinas”. No tengo datos que muestren si estudios semejantes se han llevado a cabo en otros países, pero es de imaginar que los que se efectuaran sobre otras naciones del Primer Mundo como España, arrojarían resultados muy similares.
Los expertos nos dicen que lo que denominan “Tercera Edad de las Máquinas” ocasionará que los trabajos de manufacturación, de servicio al público y los administrativos, sean los que corran más riesgo de ser sustituidos. Ya estamos acostumbrados a ver cómo por ejemplo, las telefonistas prácticamente han desaparecido en poco tiempo del mundo laboral, sustituidas por esos sistemas automatizados de voz en la atención al cliente. De la misma forma que l@s cajer@s de los supermercados van cayendo ante los sistemas de autocobro, o los atentos dependientes de gasolineras.
Sin duda que la nuevas tecnologías ciertamente crean muchos nuevos empleos, pero ni tantos como los que se destruyen, ni tampoco van a poder ser ocupados con la rapidez necesaria por personal de baja cualificación profesional. Está claro que los países que antaño importaban mano de obra barata en la agricultura o la construcción, ahora requieren gente especializada en nuevas ramas como el comercio digital o el tratamiento de datos. Por tanto el paro está condenado irremisiblemente a aumentar. Y el Estado de Bienestar, tan ligado al número de cotizantes de la SS, correrá más peligro que nunca de desaparecer.
Lo curioso es que personas con un alto nivel educativo, como los médicos, los abogados, los ingenieros, los psicólogos o los periodistas ven aún lejano el día en que las máquinas dotadas de Inteligencia les destronen de sus trabajos, pero ese día está mucho más cercano de lo que creen. No es ciencia ficción. Ya no.
No es que yo pretenda meter el miedo en el cuerpo a nadie. Pero me asombra -y lo digo siendo perfectamente consciente de la revuelta actualidad- que la mayoría de nosotros preste tanta atención a las informaciones sobre la guerra en Oriente Medio, el independentismo catalán y tan poca a problemas cuya progresión es inexorable y tan dañina como inevitable si los modelos económicos y productivos no cambian. Como decía el viejo filósofo, “Y esto… también pasará”, Pero el implacable avance de la tecnología que comenzó en la Revolución Industrial a mediados del s. XVIII… esa NO pasará.
Si acaso pasará… por encima de nosotros.
Como dijo Alvin Toffler, “La Tercera Ola ya está aquí”. Y nos ha pillado en cueros.
Abelardo Hernández