Estas fiestas de septiembre deberían ser propias de la barriada centro de Pozuelo ya que a nadie más interesan

(13-08-15) (Sigo con repeticiones de artículos publicados hace tiempo, cuando empezaba este periódico y no tenía su actual difusión. Es tiempo de vacaciones. El articulo de hoy se publicó la segunda quincena de agosto de 2014, pero sigue siendo de total actualidad. El Capitán Possuelo).
No podía dejar pasar la ocasión para dar alguna explicación constructiva a las consideraciones que he hecho en torno al programa de Fiestas en Honor de Nuestra Señora de la Consolación. Y no podía dejarla pasar porque no he buscado la crítica por la crítica. Muy al contrario. Lo que he querido es ser positivo y abrir un debate que necesita el pueblo. Hace ya 35 años que vivo en Pozuelo, he visto su evolución, me siento pozuelero y creo que va siendo hora de que este pueblo haga algo más que sestear.
Reconozco que comentar el programa de actos de las Fiestas y ser especialmente crítico con él es fácil. Parecen actividades hechas aposta para que les sacuda. Aunque, en realidad, no son otra cosa que un desatino más de los muchos que se comenten en este pueblo y a los que ya se han acostumbrado sus vecinos. La mayoría de los pozueleros vegetan en un extraño nihilismo. Aquí come, aquí duerme, aquí vive pero no quiere integrarse en el pueblo.
¿No quiere o no puede integrarse en el pueblo porque no se dan las condiciones necesarias para ello?
Esta es la madre de todas las preguntas. Mi respuesta es que no se integra porque no le dejan. Los políticos no tienen claro hacia dónde debe caminar este pueblo y la situación que crea esta confusión produce el efecto de los ‘Círculos Viciosos’ de Joaquín Sabina.
La idea primigenia de Martín Crespo y las circunstancias han hecho que este pueblo ya sea otro pueblo y ni el Gobierno del Ayuntamiento, ni la oposición ni algunos vecinos parece que se han enterado aún. La idea de la Calidad de Vida ya no tiene ninguna fuerza porque Majadahonda, Las Rozas o Boadilla del Monte tienen tanta calidad de vida o más que Pozuelo de Alarcón y este pueblo se ha quedado colgado de la brocha.
El Gobierno vive en un contrasentido permanente que todo lo resuelve ahorrando. No quiere más problemas. Muchos de sus concejales importantes no son del pueblo y, como consecuencia, hoy están aquí y mañana allí. La oposición tampoco está ni se le espera. A algunos de sus miembros, descorazonados con su partido o desmoralizados con el rodillo del Gobierno, no les preocupa lo que es o puede ser Pozuelo. Y ese vacío político de la desgana, lógicamente, lo han ocupado unos cuantos vecinos anclados en el viejo Pozuelo del siglo pasado y que se agarran a la bullanga para mantenerlo en él. Lo demás no importa. Se consideran a sí mismos la sal de la tierra. Los guardianes de un Santo Grial imaginario que contiene las esencias del pueblo y lo defienden a capa y espada. Todo lo que a ellos les parece tradición es intocable, confundiendo, como he dicho muchas veces, lo popular con lo chabacano y arrastrando a todos los vecinos del pueblo en su peculiar pensamiento ancestral. Por supuesto, nadie quiera acabar con las pocas tradiciones que tiene el pueblo.
El Gobierno del Ayuntamiento, que es el responsable final, tiene un problema de concepto sobre Pozuelo que no sabe resolver y como, encima, no anda sobrado de imaginación, se abstiene de casi todo. Ns/nc. O se dedica a contar árboles singulares aunque siempre le salgan cuatro. Y deja, por ejemplo, las Fiestas de la Consolación en manos de los que se niegan a evolucionar pero hacen notar, constantemente, su presencia. El resultado termina siendo un quiero y un no puedo o, lo que es peor, un no sé. Una indefinición que acaba siempre en una diversión forzada y fatua a base de merendolas, comilonas, pasacalles y exhibicionismo que rozan lo esperpéntico. Viva la algarabía y el colesterol, podría ser el eslogan de estas Fiestas. Y, lo que es peor, con un seguimiento, escaso, del 5% de los pozueleros.
Creo que el próximo Gobierno del Ayuntamiento debería plantearse, muy en serio, qué quiere hacer con Pozuelo. Como concepto. Como filosofía política. Y, desde luego, empezar a poner a cada uno en su sitio, dedicando, por ejemplo, estas Fiestas de la Consolación solo al centro de Pozuelo, como barrio, como se hace en el barrio de la Estación con el Carmen. Y, por supuesto, reducir sus días.
¿Ha contado el señor Pablo Gil o la señora Paloma Adrados la cantidad de tiempos muertos que hay en estos días de Fiestas o cómo se rellena, en muchos casos, con actividades menores? Cuéntenlos. Merece la pena. ¿Se han dado cuenta de la discontinuidad de actividades? Hay días que solo hay fiesta cansina por la tarde.
¿Es necesario mantener una semana de Fiestas vacía porque se empeñan unas peñas que llegan a reunir poco más de 500 vecinos entre todas?
¿Han pensado si los vecinos que viven en La Colonia de los Ángeles, por poner un ejemplo, o las personas que trabajan en la Ciudad de la Imagen, por poner otro, se sienten identificados con ellas?
Pues eso.
A mí me gustaría (ya sé que es un viejo sueño) que se inventase una fiesta de prestigio en la que pudiésemos participar todos y de la que todos nos sintiéramos orgullosos. Yo quiero vivir unas fiestas de Pozuelo de Alarcón que llamen la atención por su reputación, no por su olor a panceta.
El Capitán Possuelo