Prostitutas al paro
(06-07-15) Hace no muchas fechas, los medios informativos nos comunicaban unas declaraciones del director general de la Policía Nacional, Ignacio Cosidó, anunciando que a partir de ahora, se aumentaría la presión sobre los clientes de las prostitutas “hasta hacerla insoportable”. Cosidó ha estimado que cada día la trata de seres humanos mueve en España más de cinco millones de euros, asegurando que esta trata atenta contra los valores superiores de la Constitución.
Observemos antes que nada un detalle. Se habla de “la trata”, es decir, de ese asqueroso crimen que se lleva a cabo cuando se atenta contra la libertad y la dignidad de las personas. Pero se supone que tal enfoque iría dirigido exclusivamente hacia las mafias y proxenetas. Y sabemos todos que una parte de las prostitutas que ejercen en este y en otros países lo hacen de forma voluntaria ¿no? No. Todos lo sabemos… menos el gobierno. Para la administración, la mejor forma de suprimir un problema es ignorarlo. Ellos, respaldados por conocidos grupos de presión del feminismo radical, afirman repetidamente que la inmensa mayoría -por no decir la totalidad- de las prostitutas, ejerce su profesión bajo la presión y el chantaje. Incluso se atreven a facilitar estadísticas, cifras y datos que por cierto, nunca han explicado cómo las obtienen.
Desde hace tiempo varias asociaciones de prostitutas han protestado por esa medida que sin duda va a dejar a muchas en el paro. Argumentan que si dos personas llegan a un acuerdo para intercambiar un servicio por una retribución económica, la libertad de dichos individuos debe prevalecer. Pero ¿qué le importa al Gobierno lo que quieran los ciudadanos? Se va imponiendo poco a poco una nueva moral feministoide que odia al varón y trata de acorralarle en todos los ámbitos.
¿Por qué sucios motivos querría un hombre -y con mayor motivo si es viejo, feo o impedido- elegir el sexo fácil y barato que le ofrece una prostituta en lugar de una pareja permanente que él no desea y que quizá no podría obtener? Pues es posible pensar que esta nueva moral impone el matrimonio sobre el sexo profesional sustituyendo así a los viejos dictados judeocristianos… pero no. Tampoco se aprueba la pareja ni el matrimonio porque de lo que se trata es de abolir la caduca civilización patriarcal dirigida por los malvados hombres. Y si no se tiene la suerte de evitarlo, pues hay que intentar que al deshacerlo se promulguen facilitadoras de que el hombre quede en una penosa situación económica y anímica que le lleve directamente a la desesperación… de la cual se pueden esperar muy pocas cosas buenas.
Por otra parte, este gobierno, al igual que los anteriores, carece de valor para calificar a la prostitución desde el punto de vista jurídico. Lo cual significa que ni la declara legal ni ilegal, dejándola en ese limbo indeterminado del cual se puede esperar cualquier cosa. Una vez más, si no se habla de un problema, pueden darse el lujo de ignorarlo.
Nada nuevo, una vez más. Esta forma de no-gestión ya se puso en marcha cuando se negaba la existencia de la crisis que Lehman Brothers hizo llover sobre la economía mundial. “¿Crisis? ¿What crisis?”
¡Son las putas y sus clientes, estúpidos!
Abelardo Hernández