UPyD de Pozuelo sufre las consecuencias de que Rosa Díez haya estado cuatro años escupiendo al cielo
(13-04-15) En política, a veces, se usa la gota de agua que hace rebosar al vaso como la causa de todos los males de un partido o de un líder. Sin embargo, nada en el mundo lo produce una sola gota de agua, metafóricamente hablando. Siempre hay una causa mayor. Hasta los terremotos tienen una causa mayor. El problema es que no se sabe prever o no se puede.
Me pongo tan sabihondo para decir que la virulencia con la que ha surgido la crisis de UPyD no es consecuencia de la derrota de las elecciones andaluzas. Es imposible. Ni siquiera porque Rosa Díez se equivocase hace meses cuando no llegó a un acuerdo con Albert Rivera. Se confunden los que creen que todo tiene una explicación tan fácil. Mucho.
Rosa Díez es tan ególatra y autoritaria ahora como lo era hace un año, hace dos o hace tres… Rosa Díez es ególatra desde que supo que su partido personal podía llegar a ser un partido bisagra en la política española. Entonces empezaron los males de UPyD. Males que denunciaban los medios al señalar las dimisiones y los problemas internos que se producían en ciudades y pueblos de toda España, en provincias y en comunidades anónimas. Gritos que ella no escuchaba y que, cuando le llegaban, mandaba callar. Sin piedad. En algún momento llegó a pensar que el partido no necesitaba a nadie para ganar votos. UPyD quiere votos. UPyD no necesita militantes. Rosa se bastaba y se sobraba para conseguirlos.
Había fundado UPyD, se había convertido en la gran esperanza blanca de la política española y era la líder más valorada de España. Dejadme sola.
Y empezó a actuar contra natura política. Lo importante, para Díez, era subir al estrado del Congreso de los Diputados y sacar de quicio a Rajoy para que, al día siguiente, los periódicos hablasen de la nueva ‘pasionaria’. Lo demás no importaba. Yo, siempre yo. Y el vaso se iba llenando.
Hace dos años, un alto dirigente vasco de UPyD me lo vaticinó. Me dijo que Rosa Díez (y la conocía bien) se había vuelto soberbia y que sus días estaban contados. Llevaba grabada en la frente su fecha de caducidad aunque ella no la viese porque sus palmeros se lo impedían.
Ahora, ‘consummatum est’. Se acabó. Seguir hasta después de las elecciones locales y autonómicas no es más que mantener viva una agonía que terminará con el partido y machacar a los que tanto han hecho por el partido magenta.
Porque, ahora, ¿qué va a pasar?
¿Qué va a pasar con gente, por ejemplo, como la que forman UPyD Pozuelo de Alarcón?
¿Qué va a pasar con una gente que se ha dejado la piel por esas siglas y que ha llevado a cabo una labor política magnífica?
¿Qué va a pasar con José Antonio Rueda y Enrique López, dos concejales que han llevado el principal peso de la oposición en el Pleno del Ayuntamiento de Pozuelo? Políticos que se han dejado la piel luchando contra gigantes inmisericordes. 17 contra 3, le recordó Paloma Adrados a Victoria Caturla cuando compungida se despedía en el último pleno como concejala de UPyD. Ni siquiera, en ese momento, tuvo fair play.
Pero no la censuro. La política es así. Dura. Inclemente. Y el que tenga miedo que se compre un perro, decía Rueda en su último artículo en El Correo de Pozuelo.
Creo que tanto Tono Rueda como el propio Enrique López o Carmela Abraldes o el gran Paco Moreno saben que están perdiendo esta batalla. La política es desmemoriada y muchas veces los ciudadanos votan modas, haciendo pagar a justos por pecadores. Y Rueda, López, Abraldes y Moreno pagarán los pecados de soberbia de Rosa Díez. No tienen culpa. Cumplieron con su deber. Hicieron lo que pudieron. Pero a la Señora de Sodupe, como la llamaba Nicolás de Miguel, le importa un carajo lo que les pase ni que se hayan roto la cara por ella.
Espero, en cualquier caso, que ninguno de los miembros de UPyD vuelva la espalda en su caminar hacia el día 24 y continúen como si no pasase nada en la Gomorra magenta. Correrían el peligro de convertirse en estatuas de sal. Y entonces perderían seguro.
Lo que deben hacer es seguir luchando como si en Madrid no pasase nada. Madrid está muy lejos. Como si fuesen un partido de vecinos independientes y no creyesen que la suerte está ya echada.
La Tarántula