Las comisiones de trabajo, oscuras como nubarrones, priman en la actividad política del Gobierno de Pozuelo

(31-10-14) Desde hace tiempo, vengo oyendo referencias, en los Plenos del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, a unas supuestas negociaciones políticas, en Comisión, que se llevan a cabo entre el Gobierno y la oposición. Y deben ser muy curiosas porque se lo comentan unos concejales a otros durante los debates del Pleno del Ayuntamiento con una gran familiaridad.
Supongo que, si alguien se digna a contestarme, me dirá que se trata de una vieja costumbre de la política pozuelera que se ha heredado. Como tantas otras. Y con eso habrán cumplido.
Por supuesto, a nadie se le ha ocurrido pensar que los tiempos han cambiado y que suena mal que se hable en los Plenos de algo que no conocen los vecinos. Suena tan mal esas referencias que se diría que los concejales quieren ocultar algo o, sencillamente, que en esas comisiones se compadrea.
Por supuesto, sé que no es así. Que no se hace nada de eso. Me lo han dicho algunos concejales y yo les creo. Es más, alguno me asegura que en esas comisiones, más que negociar, el Gobierno pide opinión. Es igual. De lo que estoy hablando es de transparencia.
A veces, y no solo en el Gobierno de esta ciudad, me da la impresión de que se habla mucho de transparencia y se ejerce poco. Es como aquello de prometer y luego no dar trigo. Aquí todo el mundo puede prometer y promete, rememorando la mítica frase de Adolfo Suárez que le escribió el gran Fernando Ónega, pero poca gente cumple cuando se trata de darle publicidad a algún tema. De hacerlo público, vaya. Ah, no. Eso no. Y yo, al menos, no lo entiendo.
Porque, además, está todo inventado. Existen todas las leyes necesarias que obligan a esa transparencia. No hay que revolucionar nada ni cambiar nada. Vuelvo a Adolfo Suárez y a mi amigo Ónega. Recuerdo que, ya entonces, el legendario Presidente del Gobierno de España dijo que había que «Elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal». Podría tener validez ahora mismo. Porque, ahora, vuelve a ser tiempo de que los políticos eleven a la categoría de normal lo que a nivel de calle es completamente normal. Y lo que la calle quiere es enterarse de la cosa pública. Quiere transparencia.
Y es que, señores, estamos en el tiempo de la transparencia política. Con ella se habrían producido pocos desmanes. Ni hace 20 años ni ahora. Y me parece tan cutre que los grupos municipales pozueleros (incluido IU) se reúnan y hablen sin que se entere nadie para, luego, reflejalo en el pleno como si fuese algo normal. Y no es normal. Creo que la crisis que están sufriendo los partidos en general es de credibilidad y hay que decir ¡basta!. Los ciudadanos están hartos del compadreo. Y a mí, desde luego, ya no me queda ni un pase más sobre el tema.
Por supuesto, los políticos pozueleros pueden seguir dando esa idea de compadreo. Están en su derecho porque la ley les ampara. Pero yo, cada vez que les oiga hablar de negociaciones en comisión, lo denunciaré. Y no lo digo desde la soberbia sino desde el cabreo.
La oposición debe exigir siempre luz y taquígrafos.
Con lo fácil que es recoger en un texto o en un audiovisual lo hablado en esas comisiones, colgarlo en la web del Ayuntamiento y que lo lea el vecino que quiera… La desidia de los políticos, en este caso pozueleros, siempre conduce al cabreo de los contribuyentes.
Ah, y no es necesaria una Ley de Transparencia, por favor, basta con la legislación actual y la voluntad de serlo.