El termómetro político de Pozuelo sigue bajando

(27-10-14) En la última semana de agosto analicé, someramente, la situación política que, a mi entender, se presentaba en Pozuelo de Alarcón de cara al otoño y, en definitiva, de cara a la precampaña y campaña de las elecciones municipales de Mayo. Han pasado dos meses. Ya estamos en pleno otoño aunque haya días que no lo parezca. Pero, pese las subidas de la temperatura ambiente, el termómetro político de Pozuelo de Alarcón está bajando de forma alarmante y es hora de volver a saber algunas de sus causas.
Y es que, junto a los cielos azules de Diego Velázquez, cada día nos encontramos que nubarrones políticos aparecen por doquier. En estos dos meses han cambiado mucho las cosas. O, al menos, bastante. Cambiarán más y no es fácil adivinarlo. Pero, adía de hoy, a casi ningún partido del arco parlamentario del Pleno de Pozuelo le salen las cuentas. Y no le salen porque tampoco le salen a sus partidos madres.
Me cuentan que el PP, y empiezo esta vez por arriba, vive en un si vivir. Más de uno recita aquello de la Santa de Ávila: “Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”.
En Génova no hacen más que mirar a Moncloa y, en Moncloa, el síndrome de ese palacio ya ha hecho mella en Mariano Rajoy. El Presidente del Gobierno solo habla de economía. Me da que ya ha abandonado la calle.
Me cuentan que, todos menos él, temen que la encuesta del CIS de primeros de noviembre sea demoledora para sus expectativas político-electorales porque el trabajo de campo se llevó a cabo durante la crisis del ébola y parte de la crisis de las tarjetas black. Es sorprendente la cursilería de este país. Prefiere llamarlas black a llamarlas negras. Mejor dicho, qué estupidez.
El daño que le ha hecho Rodrigo Rato al PP, aunque haya pedido la suspensión de militancia, es increíble. De consecuencias incalculables.
El caso es que Rajoy olvidó la política en brazos de la gestión y ahora la política se está vengando del Partido. Y esa venganza está generando un movimiento de arrastre hacia las Comunidades autónomas y hacia los Ayuntamientos que les está llevando por el camino de la amargura. Y el problema es que no se atisba reacción. Como el votante de derechas no sabe votar en contra, se abstendrá.
Me dicen (se ve) que el PSOE, y sigo por el otro gran partido político español, tiene miedo. Vive recitando a Pablo Neruda: Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza del cielo se abre como una boca de muerto”. Resulta curioso. El PSOE tiene miedo a lo desconocido. A Podemos. Frente a los bolivarianos siente el mismo miedo que un niño pequeño a la oscuridad. No saben lo que es pero sienten su aliento cerca. Decía Alfonso Guerra hace unos días que las televisiones estaban encubando el huevo de la serpiente. El viejo PSOE sabe lo que dice y ha transmitido su miedo al nuevo PSOE. Porque la serpiente de Podemos va directamente al corazón del partido de Ferraz.
Y el problema es que Pedro Sánchez aún no es el Hermano de Zumosol y Tomás Gómez es vencible. Demasiado vencible y él lo sabe aunque saque pecho en los mítines de partido. Sólo sus fieles le votarán. Y Pozuelo sufrirá el castigo. Porque a Pozuelo, entre otras cosas, lo dan por perdido. Al PSM le interesa más salvar sus posibilidades en el cinturón rojo de Madrid.
Me aseguran que UPyD no sabe qué quiere su lideresa y que eso provoca desconcierto. Andan como una banda de música con una dirección que sólo protege a los violines. Los demás instrumentos no importan. Da igual a lo que suenen.
En UPyD no saben si el partido quiere luchar por los pueblos y ciudades de Madrid o sólo interesa salvar los muebles en el Ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad de Madrid. Hace tiempo que vengo diciendo que UPyD se había convertido en un partido madrileño. Lo demás no cuenta. Ni siquiera le preocupa a su dirección la repercusión de la salida de Francisco Sosa Wagner.
Rosa Díez solo quiere influir en Madrid. Sólo en Madrid. Sabe que la Ley Electoral la penaliza y quiere concentrar toda su fuerza en la capital de España y en la Comunidad de Madrid que es dónde puede ejercer influencia. Insisto, lo demás no cuenta. Y si mantiene a UPyD Pozuelo es por lo que le interesa el voto comunitario. Le trae sin cuidado la labor que sus miembros pozueleros puedan hacer en el Ayuntamiento de esta ciudad.
La única duda que hay, según me cuentan, es esa hipotética unión electoral con Ciudadanos. Pero, en cualquier caso, sólo sería para ir en las listas de Madrid y en las de la Comunidad. Hablo de hipotética unión porque, a día de hoy, siguen estando muy alejadas las posturas.
Por último, Izquierda Unida. A veces me pregunto por qué IU está actuando con un entreguismo tan disparatado a Podemos. Parece la letra de ‘Desahogo’, aquel maravilloso tema de Roberto Carlos: «pero si quieres, yo quiero…»
A veces, parece que quisiera sustituir a Izquierda Anticapitalista (IA) como soporte del Grupo de Pablo Iglesias. Su sumisión no tiene otro sentido. Es como si, en IU, supiesen que Podemos romperá con IA y que ellos deben estar ahí para darles soporte y estructura. No hay quien entienda a este Partido Comunista.
Es cierto que hay una parte de IU que no quiere ese entreguismo a Podemos. Pero son los menos y todo indica que apuestan a caballo perdedor. Las candidatos de las primarias ya saben que serán elegidos para negociar con Podemos.
No sé qué pasará con esta izquierda en Pozuelo. Ahora, tras las primarias, asistirá a la pantomima de la unión de Podemos y Ganemos y, a partir de ahí, casi son toda seguridad serán absorbidos por Ganemos. O sea, desaparecerá.
Y hasta aquí puedo contar. El viento sopla del lado de Podemos y, salvo que cambie, pueden dejar de ser la sorpresa en las próximas elecciones.