El Fantasma de don Agustín comenta la incongruencia política de la alcaldesa Quislant y unas fiestas “medio pensionistas” con actos posibles y actos no posibles, según ella misma
Pues sí, qué le voy a hacer, lo confieso, ¡estoy hecho un lío!
En un principio, iban a celebrarse las fiestas de la villa en honor de su Patrona, La Virgen de la Consolación. Más tarde, y según palabras de la alcaldesa, para evitar aglomeraciones de personas y la propagación del virus, se decidió no llevar a cabo los festejos.
No iban a desarrollarse los festejos, pero seguían programados los tradicionales actos litúrgicos. Eso sí, con ligeras variaciones respecto a los usos habituales. Una de ellas era la de trasladar la celebración de la Misa Solemne, tanto por lo que se refiere al horario como al lugar.
La misa se celebraba por la tarde y, en vez de ser en la propia iglesia, sería en la plaza del Padre Vallet, siendo el lugar elegido para situar el altar, el mismo en el que se colocaba, en los últimos años, el escenario para los conciertos.
Todo ello, sin dejar de mencionar que se anunciaba también el llevar a cabo varios actos pirotécnicos tanto el sábado como el propio domingo.
Vamos, que al final, entre celebrar o no las fiestas, se había terminado por optar por lo que podríamos llamar unos festejos, algo así como “medio pensionistas” que servían para satisfacer, aunque de forma parcial, los deseos de sacar la imagen de la Virgen a las calles de la villa.
Al final, lo de estas fiestas y su celebración, no deja de ser un reflejo más de la política pozuelera a la que nos vienen teniendo acostumbrados. Una política también “medio pensionista”. Una política de bajo vuelo que no deja de representar algo así como “poder, pero no querer”.
De hecho, para evitar las consabidas aglomeraciones, se había grabado allá, mediado el mes de julio, el tradicional pregón, cuando aún se contaba con llevar a cabo las fiestas. Iba a haber, pues, un pregón enlatado.
Lo que me pregunto es si no se podía haber trabajado un poco más, aunque eso es mucho pedir, y haber elaborado un programa de actos lúdicos, para cuyo desarrollo se hubiesen tenido en cuenta las restricciones consecuentes a la pandemia.
Se han tomado medidas para controlar el acceso a la celebración eucarística y se ha limitado el número de asistentes a la misma. ¿Por qué no se ha intentado siquiera aplicar este mismo modelo para llevar a cabo otras posibles actividades?
Si en unos casos se puede, está claro que en otros también.
Pero como ya digo, aquí parece que las cosas se pueden hacer, pero no se está por la labor de trabajar para llevarlas a cabo.
En cualquier caso, creo que las fiestas en Pozuelo, independientemente de la situación de pandemia por la que atravesamos, precisan de una “pensada”, como diría un cursi. No se puede alargar el mismo modelo que tenemos en la actualidad. Tienen que dejar de ser “siempre lo mismo”.
Hay que elaborar un programa que las haga atractivas para la mayor parte de los vecinos, cosa que no sucede en la actualidad. Deben diversificarse y, sin perder rasgos típicos y tradicionales, aumentar su nivel.
No se puede presumir de Pozuelo como ciudad a la que se quiere llegar y ofrecer, en las fiestas, lo que se ha venido ofreciendo hasta ahora
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”